Resultados 23J en Cataluña y Euskadi

Gana la unidad, pierde la fragmentación

En Cataluña o en Euskadi el voto se ha movido por el mismo impulso que en el resto de España: impedir un gobierno del PP con presencia de la ultraderecha. Pero eso mismo ha golpeado a las fuerzas que defienden la fragmentación, situando su apoyo en mínimos históricos.

Los resultados del 23-J son también una excelente noticia desde la defensa de la unidad del pueblo trabajador, imprescindible para luchar contra los recortes.

La movilización, aunque sea parcial, de la mayoría progresista ha provocado un retroceso histórico de las fuerzas que defienden la división y la fragmentación.

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El “procés”… bajo mínimos

Es muy significativo el balance que de los resultados del 23-J en Cataluña hace “Ara”, uno de los diarios de referencia del independentismo: “el consenso para evitar un gobierno PP-Vox ha pasado por encima del consenso aplazado y a la baja por el derecho a decidir. El independentismo está en horas bajas. Cataluña ha cambiado de prioridades”.

Los números son contundentes. Menos de seis años después del 1-O y la DUI, las fuerzas de la fragmentación están en mínimos históricos.

La suma de todos los partidos independentistas el 23-J se ha quedado por debajo del millón de votos. Es su peor resultado en unas generales en los últimos 20 años. Suponen casi 700.000 votos menos que en las generales de 2019. En cuatro años han perdido casi la mitad del apoyo electoral, exactamente un 42%.

El ránking del 23-J en Cataluña ofrece una imagen impensable hace pocos años.

El partido más votado es el PSC. Es la tercera vez que lo consigue en los últimos dos años: autonómicas de 2021, municipales y generales en 2023. Pero la victoria del 23-J es la más apabullante. Los 1,2 millones de votos socialista superan en casi 300.000 a la suma de todas las fuerzas independentistas.

Sumar es la segunda fuerza en número de votos. Y la tercera es… el PP, que ha superado tanto a ERC como a Junts.

Hoy el independentismo solo ha conseguido el 27,12% de los votos, casi 16 puntos menos que en 2019. Y apenas supone un 18% del censo… es decir menos de dos de cada diez catalanes han apoyado el 23-J la fragmentación.

Cambio a favor de la unidad en Euskadi

Los números explican el giro político que el 23-J ha supuesto en Euskadi. En 2019 las fuerzas de la fragmentación obtuvieron 9.000 votos más, mientras que ahora las que defienden la unidad se han impuesto por casi 55.000.

El mayor damnificado ha sido el PNV, que ha perdido más de 100.000 votos, un 27% de los que cosechó hace cuatro años.

A la cabeza de este cambio está el PSE, que ha sido la fuerza más votada en Euskadi, algo que no sucedía desde 2008.

¿Los resultados de Bildu, con un ascenso de 53.000 votos, contradicen el retroceso de las fuerzas de la fragmentación? No. Si Bildu ha crecido es porque ha antepuesto el mensaje de izquierdas a las reivindicaciones independentistas. Presentándose durante toda la campaña como un muro para “evitar un gobierno reaccionario con la ultraderecha”.

Algo parecido ha sucedido con el BNG gallego, que ha obtenido un 26% de votos más que en 2019 no por ser independentista sino por haber acentuado su perfil de izquierdas.

Un mismo impulso

En Cataluña o en Euskadi el voto se ha movido por el mismo impulso que en el resto de España: impedir un gobierno del PP con presencia de la ultraderecha.

Esto ha golpeado a las fuerzas que defienden la fragmentación, situando su apoyo en mínimos históricos. Y sobre todo ha fortalecido la unidad. Junto a la debacle de la ultraderecha, esta es una de las mejores noticias que nos deja el 23-J.

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