El debate sobre el estado de la nación le dice al Gobierno que con el discurso económico no basta, por favorables que sean las expectativas. El Partido Popular sólo volverá a ser el Partido Alfa de las clases medias españolas si consigue una cierta reconciliación sentimental con la gente indignada. Para ello hacen falta imaginación, fantasía y apertura emocional, atributos que no figuran entre los puntos fuertes del actual jefe del Ejecutivo. Rajoy se ha equivocado con Pedro Sánchez. En un momento de verdadera ruina de la confianza de los ciudadanos en la política convencional, el presidente no puede gritar al líder de la oposición que no vuelva más al Parlamento. No puede calificarle de «patético». Algo serio preocupa al hombre que tanto se esfuerza en parecer inmutable. Algo bulle en el interior de su colosal hermetismo. Quizá Rajoy esté entrando en esa fase irritable por la que ya pasaron otros presidentes. Todo va muy deprisa. En menos de quince días, Pedro Sánchez ha pasado de ser un muerto viviente –un segundo Fernando Garrido, el ficticio secretario general que Manuel Vázquez Montalbán mató en el primer capítulo de ‘Asesinato en el Comité Central’– a merecer todos los respetos por su tenacidad. En menos de dos semanas ha conseguido imponer su autoridad en el avispero de la federación socialista madrileña, se ha sacado de la chistera a Ángel Gabilondo como candidato sorpresa a la presidencia regional de Madrid, ha logrado salir vivo de un debate parlamentario que le podía haber sido muy adverso, y ha visto cómo la fuerza ascendente de Podemos, que sigue siendo potente, comienza a verse corregida por la brecha en la ceja de Juan Carlos Monedero, por la luz sombría que emite el régimen de Venezuela y por el choque de Syriza con la Cancillería de Hierro de Berlín. El partisano Iglesias sigue llenando teatros y perforando audiencias, pero también los héroes de nuevo tipo son vulnerables. Decía un sabio japonés, contemporáneo del chino Sun Tzu: «Todo lo que existe tiene forma; todo lo que tiene forma puede ser definido, y todo lo que puede ser definido puede ser derrotado». Más a favor Sánchez como empleado político del mes: Ciudadanos, el experimento que tanto agrada al Íbex 35, está haciendo saltar todas las alarmas en el PP. Sánchez sigue vivo y José Luis Rodríguez Zapatero ha cometido un error táctico impropio de un hombre tan habituado a las intrigas de partido. Ha quedado demasiado claro que quiere ser el brazo ejecutor del ‘Asesinato en el Comité Federal’. Susana Díaz difícilmente podrá abandonar Andalucía después de las elecciones del 22 de marzo. Felipe González, el más inteligente de todos, ha apoyado la apuesta de Madrid. González zigzaguea y Carme Chacón y sus asesores deberán extremar la prudencia en las próximas semanas. Sánchez sigue vivo. En Madrid se decide medio año 15. Compitiendo con el acto de Pablo Iglesias en el Círculo de Bellas Artes, Gabilondo se estrenó anoche con un mitin del que se va a hablar. Citó a Kant y levantó grandes aplausos. Gustó. Ecos de Tierno. Ese hombre va a intentar ser la síntesis de lo viejo y lo nuevo. Su irrupción obliga a Rajoy a medir muy bien la candidatura del PP en Madrid –¿realmente, puede mantener a Ignacio González como aspirante a la Comunidad?– y dificulta la incursión de Podemos hacia las aguas templadas de la izquierda. Gabilondo Galván es la última novedad en el nervioso tablero español. Andalucía, Madrid, Valencia, Catalunya (que sigue inflamada)… El interesante año 15.