Fútbol y fraude

La noticia de que el futbolista del Real Madrid Cristiano Ronaldo podría haber defraudado a la Hacienda Pública española unos quince millones de euros y, en consecuencia, podría ser procesado por evasión fiscal y otros delitos se ha convertido sin duda en una de las noticias «virales» del verano. Aunque, en realidad, llueve sobre mojado. En los últimos meses los escándalos fiscales ligados al fútbol se suceden uno tras otro, ¿por qué?

El llamado «caso Ronaldo» sucede, sin apenas un lapso de tiempo significativo, a otros casos igualmente notables que conciernen a futbolistas de la élite mundial que juegan en la liga española. Bastante sonoro fue hace menos de un año el caso de Messi, el delantero del Barcelona considerado por muchos como el mejor futbolista del mundo. En julio de 2016, la Audiencia Provincial de Barcelona condenó a Messi y a su padre a 21 meses de prisión por tres delitos fiscales. El futbolista del Barça y su padre fueron juzgados y condenados por defraudar 4,1 millones de euros a la Hacienda durante los ejercicios 2007, 2008 y 2009, al no haber tributado en España los ingresos de 10,1 millones percibidos por los derechos de imagen del delantero argentino durante ese periodo. Al ser una pena inferior a dos años, el juez suspendió la entrada en prisión de los condenados.

Otros futbolistas famosos que en estos últimos tiempos han sido procesados por idénticos o parecidos delitos, y han sido juzgados y condenados, o intentar evitar el juicio pagando las cantidades adeudadas y las respectivas multas, son Javier Mascherano, Alexis, Di María, Xabi Alonso, Coentrao o Pepe. También hace poco ha saltado a la palestra el exentrenador del Real Madrid, José Mouriño. Y aún colea el asunto Neymar: los trapicheos de su fichaje pueden acabar llevando a la cárcel al expresidente del Barcelona, Sandro Rossell (ya procesado por otros escándalos, siempre con el fútbol como telón de fondo), al actual presidente, Bartomeu, y al padre del futbolista.

Pero, ¿qué hay detrás de todo este tinglado? ¿Cuáles con los verdaderos motivos de que a la Hacienda Pública española le haya entrado esta vena procesatoria contra las estrellas del fútbol?

Evidentemente hay una voluntad ejemplarizante: la hacienda pública (como en su día hizo con Lola Flores) ha disparado por elevación contra las figuras más destacadas de este deporte, que es el más popular y el más seguido por la población, con el fin de mostrar que nadie se va a librar, en un tema en el que el fraude es un fenómeno generalizado. Se ha elegido a las figuras más destacadas del Madrid y del Barcelona porque son las que tienen más eco mediático. Ahora, hasta el último futbolista de medio pelo sabe a lo que se arriesga si intenta timar al fisco con el asunto de los derechos de imagen, que ha sido un nido tradicional de opacidad y fraude. Medida ejemplarizante para el poderoso mundo del fútbol, pero también para la sociedad en general, a la que se intenta hacer llegar el mensaje de que en España nadie está libre de pecado, nadie es impune, nadie puede meter la mano en la caja, robar y que no pase nada. ¡Si Cristiano Ronaldo y Messi son procesados… nadie es impune! Un mensaje que Hacienda quiere que cale entre las decenas de miles de profesionales y autónomos, a los que está sometiendo a duras inspecciones estos últimos años.

Pero no todo es ejemplarizante. La medida tiene, antes que nada, fines recaudatorios. No se trata solo de ser ejemplares en la lucha contra la corrupción, lo prioritario es recaudar. Y es que el Estado tiene que hacer frente a la gigantesca factura que representan, año tras año, los intereses de la inmensa deuda externa acumulada por España desde el estallido de la crisis. Cuando concluya este año, el Estado español habrá pagado ya desde 2008 más de ¡250.000 millones de euros! en intereses a los tenedores de bonos y obligaciones que son, sobre todo, bancos, fondos de inversión y aseguradoras nacionales e internacionales. Solo en 2017, los intereses a pagar son de ¡30.000 millones de euros!

Si durante años y años la Hacienda y la Justicia fueron prácticamente «ciegas» ante los signos ostensibles de corrupción, ahora no se lo pueden permitir. El Estado se ha convertido en el garante principal de que España va a devolver esa montaña de deuda al BCE, a los bancos alemanes y franceses, a los fondos de inversión británicos y norteamericanos, a las aseguradoras suizas y alemanas, y, por supuesto, también a los grandes bancos «españoles»: Santander, BBVA y La Caixa. Y ese compromiso pasa por encima de Messis y Ronaldos, aunque ellos solo son pequeñas cabezas de turco, a las que apenas se araña algo de sus ingentes fortunas… los paganos principales son los españoles, que tienen sobre sus espaldas el billón y pico de euros que el Estado se ha gastado en estos diez años para reflotar a los bancos y mantener incólume un Estado con cinco administraciones públicas, que desangran al país.

No es por razones éticas que Hacienda y la Justicia se emplean hoy a fondo contra «ciertos tipos» de corrupción: es que el Estado no tiene otra opción. Sus deudores no se lo permitirían.

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