Trump desmantela el programa de la CIA para armar y entrenar a los rebeldes sirios
Según informa el Washington Post, Donald Trump ha decidido acabar con el programa de la CIA que se encargaba de entrenar y armar a las tropas rebeldes en Siria. Se trata de uno de los programas encubiertos puestos en marcha durante la administración Obama para provocar la caída del régimen de Bashar Al Assad. Con esta decisión, la Casa Blanca renuncia explícitamente al objetivo de derribar al gobierno de Damasco, buscando llegar a un acuerdo con Moscú sobre un nuevo equilibrio de poder en Oriente Medio. Al mismo tiempo, Trump redobla sus amenazas contra Irán, poniéndolo en el blanco de su estrategia en la zona.
Donald Trump ha puesto punto y final al programa encubierto de la CIA ‘Train & Equip’ (‘Entrenar & Equipar’) dedicado a armar y formar al Ejército Libre de Siria. El programa fué puesto en marcha en 2013 por orden de Barack Obama como una alternativa a enviar tropas terrestres norteamericanas o de la OTAN sobre suelo sirio y fue una de sus piezas centrales en su estrategia sobre el país levantino. Durante años, agentes de la CIA, junto a instructores británicos y franceses han entrenado en Jordania a unos 3.000 miembros del Ejercito Libre Sirio para crear una fuerza militar pro-occidental que pudiese alterar la situación sobre el terreno.
Pero el tiempo demostró la poca efectividad de esta táctica. Además de los escasos éxitos militares, muchos de los rebeldes entrenados y equipados por EEUU acabaron pasándose a otras facciones, algunas de ellas islamistas radicales, o vendiendo el armamento. Además, mientras la CIA pagaba salarios de 100 a 150 dólares, un combatiente rebelde podía aspirar a ganar más del doble en las filas del Frente Al Nusra o el Estado Islámico, mucho mejor financiadas a través de Qatar o Arabia Saudí. Para 2014 el fracaso del ‘Train & Equip’ made in USA era una evidencia.
El de la CIA no es el único programa norteamericano de intervención encubierta en Siria. El Pentágono lo volvió a intentar poco después en suelo turco, creando un programa para entrenar a 15.000 insurgentes anti Al-Assad en tres años. Pero la caída de Mosul y el crecimiento del Estado Islámico hicieron que los estrategas norteamericanos se decantaran por apoyar y armar a las guerrillas kurdas en Siria y a los ‘peshmerga’ del norte de Irak, lo que irritó profundamente a Ankara y dio al traste con el programa.«La cancelación del programa de la CIA supone la aceptación tácita por parte de Washington de que, tras seis años de conflicto y medio millón de muertos, no van a poder derribar al régimen de Damasco»
La cancelación del programa de entrenamiento de rebeldes de la CIA no sólo significa dejar tirados en la cuneta a las tropas marioneta del Ejército Libre Sirio, muy castigadas ya militarmente por Damasco. Supone la aceptación tácita por parte de Washington de que, tras seis años de guerra y casi medio millón de muertos provocadas por los planes del hegemonismo de derribar a Al Assad y remodelar el mapa de Oriente Medio, el presidente sirio se queda. Naturalmente, eso no significa que EEUU haya renunciado ni aun ápice de sus intereses en la zona, y que no esté dispuesto a desencadenar nuevos conflictos para defenderlos. Pero la guerra de Siria, la guerra más cruenta de Obama, está perdida para Washington. Game Over.
Así lo dicen algunos de los principales expertos norteamericanos para Siria. “El cese por parte de Trump de la financiación de la CIA a los rebeldes sirios señala el toque de difuntos de los esfuerzos occidentales para reducir el poder de Irán y Rusia en el Levante”, dice el profesor Joshua Landis, director del Centro de Estudios de Oriente Medio en la Universidad de Oklahoma. “La cancelación del programa de la CIA es un reconocimiento de que no estaba sirviendo de forma significativa a los intereses de los EEUU, y de que la Administración Trump no ve la salida de Assad -ni siquiera a través de medios encubiertos- como una prioridad”, afirma el informe de la agencia de inteligencia privada Soufan Group.
Pacto con Rusia en Oriente Medio
El mismo Washington Post interpreta esta decisión como “un reconocimiento de la influencia limitada de Washington” en Oriente Medio y como una importante concesión de la Casa Blanca hacia Rusia, y recuerda que tras el encuentro de Trump con Putin en la cumbre del G-20 en Alemania -una cena en la que acabaron conversando largo rato, sin funcionarios ni intérpretes, totalmente en privado- ambos países acordaron conjuntamente un alto el fuego en Siria. “La decisión sobre los rebeldes apoyados por la CIA será bienvenida en Moscú, que enfocó su potencia de fuego contra estos combatientes tras intervenir en Siria en 2015”, señala el Post.
Sin embargo, aunque no hay duda que la cancelación del programa de la CIA facilita un pacto entre Washington y Moscú sobre Oriente Medio, la decisión de clausurar el entrenamiento de los rebeldes sirios y de dar por imposible la caída de Al Assad hace tiempo que estaba tomada, y no era una condición que el Kremlin hubiera puesto encima de la mesa en las negociaciones del alto el fuego, que se venían desarrollando durante semanas entre los Gobiernos de Rusia, Jordania y EEUU, señalan las fuentes citadas por Reuters y por The Washington Post.«Si la Casa Blanca busca el pacto con Rusia en Oriente Medio, apunta sus cañones de forma cada vez más amenazadora hacia Irán.»
El proyecto estaba descartado ya desde poco después de la llegada de Trump a la Casa Blanca. “El programa, como otros anteriores, era un secreto a voces, clasificado solo en el nombre, dado que su existencia venía siendo reportada constantemente en la prensa, y era obvia sobre el terreno en Siria. El programa había sido cancelado efectivamente desde enero, y la Administración Trump ha estado considerando acabarlo oficialmente desde abril”, según el Soufan Group. La sentencia de muerte del programa Train & Equip se firmó el mes pasado -poco antes de la cumbre del G-20- tras una reunión de Donald Trump en el Despacho Oval con el director de la CIA, Mike Pompeo y el general H. R. McMaster, asesor en asuntos de seguridad nacional.
La administración Trump intenta de esta manera llegar a un acuerdo con Moscú sobre un equilibrio de poder en Oriente Medio, zona donde Rusia ha ganado una notable influencia tras su entrada en la guerra de Siria en apoyo de Al Assad. Pero el trasfondo es mayor. Trump busca con este gesto -así como con su encuentro privado con Putin en el G-20- mejorar las relaciones con Rusia, una potencia a la que intenta atraer a una suerte de frente mundial antichino. Algo nada fácil, dados los tupidos lazos -económicos, políticos y militares- que unen a Pekín y a Moscú, pero que dado el carácter ambicioso e imperialista de un Kremlin dirigido manu militari por Vladimir Putin -un taimado ex agente del KGB y heredero de las más negras tradiciones del socialfascismo soviético- no es en absoluto descartable si Washington le ofrece una recompensa estratégica lo suficientemente golosa.
Punto de mira en Irán.
Pero si la Casa Blanca busca el pacto con Rusia, apunta sus cañones de forma cada vez más amenazadora hacia Irán. En los últimos meses, tras la gira de Trump por sus dos principales gendarmes en la zona, Arabia Saudí e Israel, ya se había configurado la estrategia norteamericana de patrocinar una gran alianza militar en la zona -una OTAN «sunnita-sionista» de Oriente Medio- que consiguiera relanzar la influencia de Washington en la región y que pusiera en el centro de su diana a Irán, una potencia emergente cuya influencia antihegemonista en el mundo islámico se extiende cada vez más. Esta nueva alianza no sólo cuenta con el respaldo de la familia real saudí, sino con las otras seis seis petromonarquías árabes del Consejo de Cooperación del Golfo.
La ofensiva política contra Teherán ha escalado un nuevo peldaño con las nuevas amenazas de Trump de tomar «serias medidas» si Irán no libera a a un ex-agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA) que trabajaba para el FBI, presuntamente capturado en el país chií por espionaje. Además, la Casa Blanca ha anunciado nuevas sanciones contra Irán, acusándoles de persistir en su programa de misiles balísticos.