Tras la victoria de Trump

Europa, hacia el abismo

Un fantasma recorre Europa. Y no es el del populismo que airean los medios de comunicación monopolistas. Sino el de la ruptura, la irrelevancia y el antagonismo.

Pero no se limita a Gran Bretaña. Está extendida por todo el Viejo Continente con el ascenso de fuerzas políticas como el Frente Nacional en Francia, el Partido de la Libertad (PPV) en Holanda, su homónimo en Austria el FPÖ, los Verdaderos Finlandeses de Timo Soini, los Demócratas Suecos, el Partido Popular Danés,el Movimiento 5 Estrellas en Italia, Podemos en España, Syriza en Grecia… Aunque de muy distinto signo, todas tienen en común el cuestionamiento de la Kerner Europa (“el núcleo de Europa”) formulada unos años después de la reunificación germana por Wolfgang Schäuble. Y cristalizada posteriormente en la idea de Alemania como ‘centro de gravitación’ de la UE. En otras palabras, la hegemonía alemana y la imposición de sus políticas, intereses y dictados al conjunto de la Unión. Y todavía esto, a un sector de la burguesía alemana le parece insuficiente. E impulsando al partido Alternativa por Alemania (AfD) apuestan por empujar a Europa hacia una deriva de matriz luterana, deshaciéndose de la “carga” de los países meridionales y del este, convirtiéndolos en poco menos que protectorados de Berlín. Este es el primer aspecto de la crisis descomunal que atraviesa la Unión Europea.

Irrelevancia política y militar. La victoria de Trump ha empezado a poner a Europa frente a un espejo que le devuelve la imagen de un actor cada vez más marginal y depreciado en la escena internacional. Sin unidad política, con una unión económica al servicio de Berlín, Francfort y Bruselas y con una capacidad militar poco menos que nula, su peso en el mundo retrocede a la misma velocidad con que se aceleran los factores de disgregación. El eje franco-alemán, en otros tiempos motor de la unidad y la integración, está hoy roto, y sin esperanza alguna de reposición. Como ha señalado agudamente Rafael Poch, periodista y notorio conocedor de la geopolítica internacional: “la pareja franco-alemana está en pleno divorcio no reconocido. Francia en el papel de mujer maltratada y Alemania como macho dominante”.

Por eso no es de extrañar que Francia haya apostado por un más que previsible duelo en las presidenciales de mayo entre Marine Le Pen y François Fillon, dos reconocidos críticos de las imposiciones alemanas sobre Francia y partidarios, en distinto grado, de un acercamiento galo a Rusia, como medio de contrarrestar la ineludible marginación de Europa en la jerarquía de prioridades de la superpotencia yanqui tras el triunfo de Trump.«La victoria de Trump ha puesto a Europa frente a un espejo que le devuelve la imagen de un actor cada vez más marginal»

Antagonismo político y social creciente en toda Europa, pero especialmente en la del Sur. Grecia, España, Portugal, Italia, Chipre,… cualquier ilusión sobre el sueño europeo empieza a desaparecer de forma acelerada. Las políticas de saqueo, recortes y ajustes impuestas en contra de las mayorías sociales, han borrado la imagen de la UE como símbolo de más democracia y mayor prosperidad. La irrupción y el ascenso meteórico de fuerzas como Syriza, el Bloco de Esquerda, los 5 Stelle de Beppe Grillo o Podemos muestra con claridad el grado de antagonismo político y social que se está desarrollando en la actualidad en el sur de Europa. Los viejos partidos, tradicionales representantes de las oligarquía locales y el hegemonismo yanqui, retroceden electoralmente ante la irrupción de los nuevos movimientos. Su problema no es, como quieren hacer creer, el populismo. Son los votantes.

Como acertadamente ha escrito un columnista del nada sospechoso Financial Times, “algunas revoluciones podrían haberse evitado si la vieja guardia se hubiera abstenido de la provocación. No hay prueba del incidente de ‘si no tienen pan, que coman pasteles’. Pero este es el tipo de cosas que María Antonieta podría haber dicho. Suena cierto. Los Borbones son difíciles de vencer como el establishment por excelencia fuera de la realidad. Nuestro establishment global liberal democrático se está comportando de la misma manera (…) Si quieres luchar contra el extremismo, resuelve el problema. Pero no está sucediendo por la misma razón que no sucedió en la Francia revolucionaria. Los guardianes del capitalismo occidental, como los Borbones antes que ellos, no han aprendido nada”.

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