La UE y la crisis del gas

Europa: crisis energética y consecuencias estratégicas

El alza de los precios del gas y de la electricidad tiene consecuencias para las potencias europeas, y no solo económicas, sino estratégicas y diplomáticas. Repercute, por ejemplo, en la relación de Alemania y Francia con Rusia o en el posicionamiento de la UE ante el enfrentamiento entre Marruecos y Argelia con el Sáhara de fondo.

Impulsados por el alza de los precios del gas, los precios de la electricidad se han disparado en toda Europa. Mientras que en España ya estamos por encima de los 200 euros el megavatio y hora, países como Francia, Alemania, Holanda y Bélgica han sobrepasado el umbral de los 300 €/MWh. Este problema no sólo tiene importantes repercusiones sociales y económicas -la escalada de los precios del gas y de la electricidad  ha hecho subir la inflación en los 19 países de la eurozona- sino también en el plano geopolítico.

La UE depende en gran medida de las importaciones de gas natural que provienen de fuera de sus fronteras. En 2019, la Eurozona tuvo que importar el 90% del gas natural que consume. Pero resulta que el mayor suministrador es el más incómodo de sus vecinos: la Rusia de Putin.

La principal llave del gas europeo… la tiene el Kremlin

Pese a que en los últimos años ha habido una larga lista de confrontaciones, sanciones, roces y desplantes diplomáticos y políticos entre Moscú y las principales potencias europeas, de Rusia procede el 43,4% del gas natural de la UE, seguido por el 20% de Noruega y el 12% de Argelia. Y ya, a mayor distancia, se encuentra el 5,5% de Reino Unido y el 5% importado de EEUU. Que el Kremlin tenga la llave de la mayor parte del gas que se consume en Europa -algo que, como podemos ver en el momento actual, impacta de forma directa en el mercado eléctrico- supone un riesgo estratégico considerable

De hecho, muchos señalan como una de las causas del encarecimiento del gas la caída del suministro ruso, y no pocos se preguntan si el Kremlin no ha decidido retener el gas para forzar la apertura del recién terminado gasoducto Nord Stream 2 -que une a través del Báltico a Rusia y Alemania- bloqueada por obstáculos administrativos, pero sobre todo diplomáticos.

El Nord Stream 2 se ha convertido en una fuente de dolores de cabeza para el Departamento de Estado norteamericano. Este gaseoducto permitiría al gigante ruso entregar 55.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa cada año a través de 2.460 kilómetros de tuberías. Esta conducción debería estar funcionando desde 2019, pero ha sido objeto de agrios debates entre Washington y Berlín. Rusia, Alemania y países como Francia aseguran que el proyecto es “puramente económico” y que será beneficioso, pero EEUU y los países del Este de Europa temen que se acabe multiplicando las herramientas de chantaje que la Rusia de Putin tiene sobre la Unión Europea. De hecho, la apertura del Nord Stream 2 puede llegar a jubilar los gaseoductos rusos que pasan por Ucrania, un país en conflicto con Moscú, estratégicamente clave en los planes del Pentágono y la OTAN, que además de quedarse sin gas en invierno, afrontaría pérdidas millonarias en lo que ahora ingresa por tarifas de tránsito.

Biden intenta que Europa le siga en su ofensiva contra China y Rusia, pero Alemania y Francia se muestran renuentes. La crisis energética y la dependencia gasística de la UE respecto a Moscú tienden a reforzar esta tendencia.

Tras la llegada de Biden a la Casa Blanca, el nuevo presidente norteamericano ha lanzado su consigna «América is Back» y ha realizado una gira por Europa, llamando a sus aliados europeos de la OTAN para que cierren filas en las ofensivas de EEUU contra sus principales enemigos: China y Rusia. Pero la realidad es que, al menos hasta ahora, las dos principales potencias europeas se han mostrado renuentes a seguir a pies juntillas el toque de corneta de Biden. Con China, tanto Alemania como Francia tienen abigarrados intereses comerciales. Y con Rusia, aunque hay una larga lista de agravios, hay también importantes lazos económicos -y el gas es uno de los principales- que hacen que Berlín y París se lo piensen muy mucho antes de enfrentarse en serio con Moscú.

El gas puede decantar la balanza en el Magreb

La crisis del gas y el precio de la electricidad puede ser otro elemento decisivo en la pugna que ahora mismo libran Marruecos y Argelia en el norte de África. Estos dos países, durante décadas vecinos mal avenidos, han roto relaciones diplomáticas con el trasfondo del conflicto del Sáhara Occidental.

Argel ha sido, desde 1975, el principal valedor de los intereses saharauis, cuyos campamentos de Tinduf se hallan en su territorio. En cuanto a Marruecos, desde que en las postrimerías de su mandato Donald Trump reconoció la «marroquinidad» del Sáhara Occidental -violando la legalidad internacional- el régimen alauita de Rabat ha protagonizado agresivas y audaces ofensivas políticas para forzar a los países europeos a seguir los pasos de EEUU. Desde retirar sus embajadores de Alemania a la crisis migratoria de Ceuta en junio de este año.

Sin embargo, todas las bravatas de Rabat han fracasado. La Casa Blanca de Biden aún no ha deshojado la margarita sobre si ratifica o enmienda la decisión de Trump. Todos los países de la UE -incluida Francia, tradicional protectora de Marruecos- se siguen ateniendo a las resoluciones de la ONU sobre la necesidad de una salida negociada al conflicto saharaui. La debilidad y el aislamiento del Majzén es cada día más notoria.

A esto se suma que Argelia es otro importantísimo suministrador de gas natural a la UE, especialmente a países como España. El conflicto con Marruecos ha hecho que Argel cierre la llave de paso del Gaseoducto Magreb-Europa, que pasa por el reino alauí, y que desvíe todo el gas por el gaseoducto que va directamente desde la costa argelina hasta Almería. Esta resolución logística tiene, como en el caso anterior, consecuencias geopolíticas. La dependencia del gas argelino hace que, en el conflicto entre Rabat y Argel, las diplomacias europeas tiendan ahora mismo a ponerse de parte del segundo. Lo que aísla aún más al régimen de Mohamed VI y su maniobrera política exterior… al tiempo que otorga valiosos recursos diplomáticos a la causa saharaui. ¿Tendrá algo que ver con esto la sentencia del TSJE que deroga los acuerdos pesqueros y comerciales firmados entre Marruecos y la UE sobre el Sáhara Occidental?

One thought on “Europa: crisis energética y consecuencias estratégicas”

  • Un artículo muy clarificador. Añadiría al final la importancia de acabar con las cuatro dependencias, en este caso particularmente la dependencia energética. Vease el artículo https://deverdaddigital.com/las-cuatro-grandes-dependencias/

    donde es el punto tres:

    3.- La dependencia energética: La enorme dependencia de nuestro país de fuentes energéticas externas –el petróleo y el gas, fundamentalmente, pero también la energía nuclear francesa– es uno de los lastres históricos de la economía española.

    Agravado por la entrega al capital extranjero de uno de los monopolios emblemáticos de la energía, Endesa. O la actual liquidación, a precio de saldo, de Abengoa, el principal monopolio español en la producción de energías renovables.

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