Ahora más que nunca, necesitamos una Europa autónoma

Europa ante la encrucijada

La invasión rusa de Ucrania y la ofensiva norteamericana por encuadrar a Europa en la OTAN y sus planes político militar han colocado a nuestro continente ante una encrucijada. Es el momento de que Europa refuerce su libertad, autonomía e independencia, para poder tomar sus propias decisiones, actuar con voz propia y autonomía de EEUU, zafándose de la política de bloques.

Europa está ante una encrucijada en la que ineludiblemente ha de tomar posición. De ella depende nuestro futuro.

Afrontamos un problema de primera magnitud. La invasión rusa de Ucrania es la principal amenaza a la paz. Es imprescindible detener la agresión del imperialismo ruso, y desbaratar sus planes expansionistas.

Pero Europa arrastra también una dependencia estructural respecto a EEUU, en el plano económico, político y militar. La seguridad de Europa no va a garantizarse con más OTAN o aumentando nuestra dependencia hacia Washington.

Es el momento de que Europa refuerce su libertad, autonomía e independencia, para poder tomar sus propias decisiones, actuar con voz propia y autonomía de EEUU. Solo así podremos defender de verdad los intereses de todos los pueblos europeos.

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Cuando los tanques rusos penetraron en Ucrania una sacudida estremeció la espina dorsal de Europa. La guerra se instalaba una vez más en el corazón del continente. Europa debía dar una respuesta. Y la ha dado.

En un tiempo récord se han alcanzado acuerdos históricos para imponer durísimas sanciones al Estado y los oligarcas rusos, crear un fondo común de la UE para enviar armamento a Ucrania, y se han agilizado todos los trámites para poder acoger los millones de refugiados generados por la invasión rusa.

Pero, al mismo tiempo, se han puesto de manifiesto, de la forma más descarnada posible, los obstáculos que impiden a Europa, una de las zonas más desarrolladas del planeta, actuar como un actor independiente y con voz propia. Abordar estos problemas es una necesidad cada vez más urgente.

Europa tiene enormes potencialidades, pero no puede estar sometida a los bloques y necesitamos autonomía para poder expresarlas en nuestro propio beneficio.

El peso de EEUU como “poder europeo”

Un analista norteamericano, Daniel Hamilton, afirma que con Biden se reafirma EEUU “como poder europeo”. Especificando que “EEUU no es un poder en Europa sino un poder europeo, lo que significa que está completamente involucrado en cualquier cosa que los europeos hagan”.

No se puede definir con más claridad el dominio norteamericano sobre el continente. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Europa es estructuralmente dependiente de EEUU. En el terreno económico, con el dominio del capital norteamericano sobre arterias económicas claves. En el político, con Washington interviniendo activamente en los asuntos europeos. Y en el militar, con 452 instalaciones norteamericanas en el continente y una defensa europea sometida a la OTAN.

Ahora se plantea que ante la amenaza rusa la única solución para garantizar la seguridad en Europa es más OTAN.

La Alianza Atlántica va a desplegar cuatro batallones más en Eslovaquia, Hungría, Rumanía y Bulgaria. Serán ocho los batallones de la OTAN presentes en Europa del Este.

Hay que detener a Putin, pero la paz en Europa no va a venir de la mano de la OTAN

Y se nos repite que, ante un mundo más inseguro, va a ser necesario aumentar el presupuesto militar, hasta cumplir con el mandato de la OTAN para que éste suponga al menos el 2% del PIB.

Europa no gasta “poco” en defensa. Según la Agencia Europea de Defensa, la suma de los gastos militares de todos los miembros de la UE alcanza los 200.000 millones de euros, una cifra superior a la que dedican juntos Rusia, India y Reino Unido. Lo que necesitamos es que ese dinero se invierta en una defensa europea verdaderamente autónoma.

La imagen de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, anunciando la posición de la UE ante la guerra en Ucrania en una rueda de prensa celebrada en la sede de la OTAN en Bruselas, evidencia cuáles son los límites.

Si la UE solo podemos actuar a través de una OTAN donde manda Washington, no podremos defender nuestros intereses.

Hay que detener al imperialismo ruso. Pero Europa no puede dejarse arrastrar por EEUU hacia, por ejemplo, una escalada de tensión en el Indo-Pacífico para detener la emergencia de China.

Si la UE solo podemos actuar a través de una OTAN donde manda Washington, no podremos defender nuestros intereses.

Una independencia energética real

Arcadio Esquivel, Costa Rica

Europa no puede depender del gas, el petróleo y el carbón ruso. La UE importa de Rusia el 40% del gas que consume, el 27% del petróleo, y el 46% del carbón.

La dependencia energética es una losa, en algunos casos demasiado pesada: importamos el 90% del gas que consumimos, y estamos expuestos a las sacudidas en su precio.

Pero una dependencia no puede resolverse con otra. Biden ha “ofrecido” un mayor suministro de gas natural licuado (GNL) norteamericano para resolver la dependencia del gas ruso. El gas norteamericano ya supone el 44% de las importaciones europeas. Desde 2018 su presencia en Europa ha aumentado un 2.148%.

Lo que necesitamos es independencia energética. Nuestro suministro energético, la sangre que hace mover la economía, y de la que depende el nivel de vida de los ciudadanos, no puede depender del exterior. Para resolverlo es urgente impulsar las energías renovables.

Es el momento de una Europa autónoma

“Europa no pude depender de EEUU para su defensa y de Rusia para la energía. Para ser una superpotencia, Europa debe ser independiente en lo económico, en lo militar y en lo energético, o si no será la primera colonia del siglo XXI”.

Quien afirma esto no es un “antinorteamericano trasnochado”. Se trata de Esteban González Pons, eurodiputado y uno de los principales dirigentes del PP. Es un ejemplo de hasta qué punto esta es una encrucijada decisiva.

Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, cuya figura se ha relanzado al encabezar la respuesta europea ante la invasión de Ucrania, ha reafirmado la necesidad de una “Europa geopolítica”, que sea “más sólida y consciente de la seguridad, con unidad de propósito y capacidades para perseguir nuestros objetivos políticos en la escena mundial”.

Necesitamos una Europa autónoma y con voz propia, que no esté sometida a EEUU

Necesitamos una Europa más fuerte y más unida. Quienes quieren desintegrarla son las fuerzas más reaccionarias, desde la ultraderecha a Trump o Putin.

Reforzar esa unidad exige una Europa de progreso, donde Alemania no pretenda imponer la continuidad del encadenamiento de la energía al precio del gas, lo que dispara el precio de la electricidad en beneficio de las grandes eléctricas.

Y necesitamos una Europa que refuerce su autonomía e independencia. No podemos actuar como un actor global si no tenemos voz propia, si estamos sometidos a unos intereses norteamericano que la mayoría de las veces no coinciden con los europeos.

Europa tiene enormes potencialidades, pero necesitamos autonomía para poder expresarlas en nuestro propio beneficio. Esta es la encrucijada. Es decisiva y su respuesta ya no admite dilaciones.

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