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Estados Unidos, esa bomba de relojerí­a

La auténtica bomba de relojería para la economía mundial no es otra que el centro neurálgico del imperio, los Estados Unidos. A diferencia de la inmensa mayoría de las previsiones económicas, estratégicas, o geopolíticas, nuestra anticipación es que el eslabón más vulnerable para la economía mundial es el país norteamericano. Por un lado, su deuda total supera los 57 billones de dólares, por la explosión de la deuda pública, único motor de los beneficios empresariales estadounidenses. Por otro, la expansión cuantitativa ha trasladado todo el riesgo de mercado al balance de la FED, cuyo apalancamiento se sitúa en 58 veces, generándose la mayor burbuja financiera de la historia.

La combinación de un incremento de la aversión al riesgo en los mercados, unido a un repunte adicional de los tipos de interés de la deuda soberana, haría insostenible la actual política fiscal, hundiendo los beneficios empresariales. Entonces los mercados financieros globales colapsarían.

De burbuja en burbuja

Kindleberger observó que las distintas burbujas que se van formando en un período de tiempo son acontecimientos relacionados. Cada burbuja conduce a una crisis, y estas crisis a su vez sientan las bases para la próxima burbuja. Sin duda alguna ésta es realmente la dinámica que ha estado en vigor durante más de una década. La respuesta de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) a la recesión y las tremendas pérdidas de mercado del 50 % que tuvieron lugar entre 2000 y 2002 fue la creación de las condiciones de crédito que posteriormente alentaron la burbuja inmobiliaria. Los riesgos de esta política eran evidentes incluso antes de mediados de 2005, pero la FED permitió que estos riesgos se expandieran y generaran la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, lo que condujo al crash del 2007.

A su vez, la respuesta al colapso 2007-2009 fue doble: por un lado a través de la política fiscal, y, por otro, a través de la política monetaria. Repasemos brevemente las condiciones que han establecido el episodio especulativo en el que estamos inmersos en la actualidad.

En primer lugar, como la pérdida de empleos se aceleró y el ahorro de los hogares se derrumbó, la política fiscal de los Estados Unidos respondió con enormes déficit públicos, cercanos al 10% del PIB, con el objetivo de mantener el consumo privado. Dado que el déficit de un sector siempre emerge como el superávit de otro, el déficit combinado de los gobiernos y de los hogares se refleja, como así ha sido históricamente, en el espejo de los excedentes o márgenes empresariales, que han subido a niveles récord en los últimos años.

Básicamente, los déficit del gobierno y de los hogares déficit han permitido que el consumo y los ingresos corporativos se mantengan estables, sin necesidad de competir vía precios, a pesar de que los sueldos y salarios se han desplomado a tales niveles que la participación de la fuerza laboral en el PIB ha caído al nivel más bajo en tres décadas. Este comportamiento siempre se cumple, siguiendo la ecuación de beneficios empresariales de Levy-Kalecki, utilizada en contabilidad nacional.

A pesar de ello, los inversores en la actualidad parecen confiar que estos márgenes de beneficios son un elemento permanente, de la misma manera que asumieron beneficios eternos en las dot.com. Como consecuencia la bolsa norteamericana es la más cara del mundo y en el medio plazo deberá ajustarse más de un 50% hasta niveles próximos a 700.

En segundo lugar, la política monetaria de expansión cuantitativa se ha ido convirtiendo en el foco casi exclusivo de los inversores. Lo fascinante de esta política monetaria es que no tiene ningún mecanismo de transmisión a la economía real, excepto generar enormes distorsiones en los mercados financieros en busca del «efecto riqueza». Pero este burdo esquema de pensamiento dominante se olvida de una máxima en economía: la riqueza neta sobre PIB revierte a la media. Las primas de riesgo globales se encuentran en niveles excesivamente bajos, próximos a los de 2007, por que en realidad el balance de los Bancos Centrales ha sido utilizado para “lavar” el riesgo de los bancos privados. La situación actual es insostenible.

La burbuja Minsky

La descripción de las dos respuestas a la crisis desde el año 2009, fiscal y monetaria, y sus efectos positivos sobre los mercados financieros han configurado una burbuja Minsky. Ya solo queda el crash de los mercados financieros para completar su hipótesis de inestabilidad financiera. Como observó Kindleberger: «Hyman Minsky sugirió que los eventos que conducen a una crisis comienzan con un desplazamiento o innovación sobre el sistema macroeconómico. Si el shock es suficientemente grande y generalizado, las oportunidades de ganancias anticipadas mejoran en al menos un sector importante de la economía, incrementado la participación de los beneficios sobre el PIB. El boom en el modelo de Minsky es alimentado de endógenamente por la expansión del crédito. Minsky señaló que euforia podría desarrollarse en esta etapa. Los inversores compran bienes y valores para beneficiarse de las plusvalías asociadas a los aumentos previstos en sus precios.

Las autoridades reconocen que algo excepcional está ocurriendo y, aunque son conscientes de las manías y errores anteriores, consideran que «esta vez es diferente», y ofrecen distintos argumentos para explicar las diferencias. Y se origina todo el proceso de inestabilidad financiera que lleva a la generación de una nueva burbuja y su posterior explosión.

La respuesta a una burbuja y la caída posterior a menudo siembra las semillas de la próxima burbuja y caída. En el caso actual, las semillas han tomado la forma de déficit público récord y su traslación a unos márgenes de beneficios récord, meramente temporalmente. A su vez la política monetaria ha tenido un efecto distorsionador, alentando un comportamiento cada vez más especulativo, basado en la búsqueda sin límite de rendimientos a cualquier precio, sin ningún control del riesgo precio o valoración. La bomba de relojería ya está activada, ¿cuándo explotará?

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