Madrid 2016:

España ¿descorazonada o descerebrada?

Por segunda vez consecutiva Madrid ha salido derrotada en sus aspiraciones de llegar a ser sede olí­mpica. Valga transmitir el seguro deseo de todos los españoles de que Madrid, o cualquier otra ciudad española, puede volver a ser sede olí­mpica; mucho es lo que nos avala. Pero si es así­, ¿por qué hemos vuelto a perder el reto?. La mayorí­a de declaraciones en los dí­as posteriores han apuntado sin vacilación a los criterios subjetivos del jurado y las decisiones «teledirigidas» por el Comité Olí­mpico. ¿Por qué Rio de Janeiro?. Quizás la afirmación más clara sea la de Tomás Gómez del PSM, al hablar de «los factores geopolí­ticos». Primero: la elegida ha sido Brasil, no Chicago incluso con la presencia de Obama. Segundo: Ni la economí­a, ni la voluntad polí­tica brasileña, es la de España.

Lo que dicen… Los rincipales impulsores y responsables de la candidatura madrileña no han dudado en señalar, sin restar felicitaciones a la ganadora, la decisión incomprensible del jurado olímpico, al margen de criterios deportivos y de preparación para el evento en todos los sentidos. Álvarez del Manzano afirmaba al día siguiente que “de las cuatro, la mejor terminada era Madrid y se ha dado a quien peores posibilidades tiene”. La alcaldesa valenciana Rita Barberá, como representante de la ciudad que hubiera sido subsede olímpica, lo subrayaba diciendo que Madrid: "tenía el proyecto más riguroso, más real y más seguro porque estaba prácticamente hecho". Y ya sin tapujos, el portavoz de IU en la Asamblea de Madrid, señalaba al COI en tono de denuncia, atreviéndose incluso a ridiculizar la propuesta brasileña: "Madrid era la mejor, tenía el mejor proyecto, pero los mecanismos de decisión del COI no son ni proporcionales, ni justos, sino subjetivos y al margen de cualquier justificación. Con una candidatura real hemos perdido contra un proyecto virtual. La próxima vez tendremos que hacer un proyecto en dibujos". La mayoría están equivocados, el portavoz de IU no sabe lo que dice. Lo que es… Nunca unos juegos olímpicos se han celebrado al margen de la situación internacional. Una cosa son los valores que representan los anillos olímpicos y otra que sería de un “infantilismo político” supino pensar que un evento de tanta envergadura puede desarrollarse al margen de las contradicciones geopolíticas, las condiciones internas de cada país y su relación con el resto, especialmente con las principales potencias. Y no en lo flagrante, cómo la suspensión de los Juegos de Berlín 1916, suspendidos por la I Guerra Mundial, sino en lo evidente: en primer lugar hasta Tokio 1964, nunca unos Juegos se habían celebrado fuera del espacio europeo o estadounidense, desde los primeros de Atenas 1896 – 68 años y 17 ediciones después -. Pero es que hasta Pekín 2008, solo Japón, Corea del Sur, México y la Unión Soviética han celebrado Juegos Olímpicos fuera de este ámbito geográfico. Curiosamente tres sedes dentro del de dominio y subordinación más aguda a EEUU, y Moscú 1980 en plena Guerra Fría y culmen de la superpotencia socialfascista, antes de su carrera decadente hacia la implosión. Las voces más reaccionarias pueden presentar criterios entorno a las “condiciones democráticas” o “capacidad económica”, pero la realidad es aplastante: 29 ediciones y solo dos fuera del paraguas de norteamericano o de su papel como potencia en ascenso desde principios de siglo, con la decadencia británica; diez ediciones en suelo norteamericano o en países con relaciones cuasi coloniales y quince en países dependientes de su intervención. Barcelona 92 se celebró justo después de Seúl 88, entre Los Ángeles 84 y Atlanta 96… Y en segundo lugar hay que subrayar que las excepciones son las de las dos únicas potencias que han cuestionado el reparto del poder en el mundo: Alemania y la Unión Soviética. Tanto en la edición previa a la Iª Guerra Mundial como a la IIª, la sede fue Berlín. Después de la celebración del evento en la capital alemana en 1936, fueron suspendidos los Juegos de Finlandia 1940 y Londres 1944. Las sedes combatientes El mundo ha entrado en un periodo de transición en el que EEUU ya no puede ejercer de gendarme como hasta ahora. Las potencias emergentes – China, India, Brasil y Rusia -, han pasado a jugar el papel de “reinos combatientes”, por su peso en la economía y política internacional, y porque están dispuestos a preservar su proyecto como país y su independencia, algo que se ve reflejado en todos los ámbitos, también en el olímpico. Nada ya se puede hacer sin contar con ellos. La primera, como no podía ser de otra manera, fue China, y ahora Brasil. La India anunció en el 2007 su decisión de pugnar por los Juegos del 2020, y Moscú se debate entre la candidatura del 2020 y la del 2024 para San Petesburgo. Así, las declaraciones de Esperanza Aguirre, extrañada por el proceso de eliminación iniciado con Chicago – "sobre todo teniendo en cuenta que venía el hombre más poderoso y popular del mundo" – están al margen de la realidad. Nadie debe extrañarse, pues, de la contundencia de la decisión final del jurado – 66 votos frente a 32 -. Es, cuanto mínimo, coherente. España “descerebrada” Pese a todos los factores que avalan la candidatura española en el terreno deportivo, de capacidad de gestión, competencia, y el éxito de los Juegos del 92, no se puede luchar contra molinos de viento. El “techo” de las aspiraciones españolas está en nuestras actuales condiciones económicas y la autonomía de España como país. Pese a ser la octava potencia económica del mundo, según el Banco Mundial, España no superará el 1% de crecimiento hasta el 2014 y la economía seguirá decreciendo un 4,5% los próximos dos años. Hasta el 2016 no se recuperará el 6% positivo, muy alejado del 16% de los años prósperos. Sin embargo Brasil crecerá un 4,5% de forma constante la próxima década. Lo que importa no es el presupuesto olímpico, prácticamente idéntico en las dos candidaturas, sino la fiabilidad de su economía. Y la española se caracteriza por ser la más endeudada “per capita” del planeta. Pero siendo esta la base, no es lo determinante. La total dependencia política de EEUU y de potencias como Alemania y Francia, es decir, la ausencia de un proyecto independiente como país impone otro destino para España. Pese a todos los esfuerzos diplomáticos, nuestra voz no pesa nada. El lema “tengo una corazonada” se ha tornado decepción. Pero no porque España esté descorazonada, sino porque su cabeza está “descerebrada”. Empezando por los gestores políticos, claro. Nada tiene que ver la alegría manifestada por la representación brasileña al quedar en la final con España – “pues de una manera u otra, los juegos van a quedar en el mundo iberoamericano” -, con las declaraciones de Aguirre, o de Ángel Pérez de IU despreciando la candidatura carioca.

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