Tras cuatro días de bombardeos -con más de un centenar de muertos palestinos, entre ellos 27 niños- el Ejército israelí ultima los planes para una inminente operación terrestre contra la Franja. La represión en Cisjordania, especialmente en Jerusalén, alcanza cotas no vistas en décadas. Y en múltiples ciudades de Israel se desatan violentos pogromos, donde jaurías de sionistas de ultraderecha, al grito de «muerte a los árabes», linchan a los ciudadanos de orígen palestino e incendian sus comercios.
Este es la solución final de un primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en cuyos 12 años de mandato se han cometido miles de agresiones y violaciones de los derechos humanos contra el pueblo palestino, incluídas una decena de operaciones militares contra la Franja de Gaza con el resultado de miles de muertos.
De todos es sabido que el Estado de Israel se sostiene por y para ser el gendarme norteamericano en Oriente Medio, y que el perro de Tel Aviv sólo responde a la correa de Washington. Pero el presidente norteamericano, Joe Biden, ha trasladado su apoyo «sin fisuras», sin matices, sin peros.
Por eso podemos afirmar que ésta es la primera de las guerras de agresión hegemonistas de la era Biden.
Operación militar contra Gaza
Es el enésimo castigo militar contra la Franja de Gaza, pero sin duda el más cruento desde 2014. Van 103 muertos, 27 de ellos menores, y casi medio millar de heridos. Es el trágico resultado de cuatro días de intensos bombardeos del Tsahal sobre un estrecho trozo de terreno donde malviven hacinados más de dos millones de personas. Los objetivos son incluso edificios civiles para aterrorizar aún más a la población, y el Ejército israelí no tiene empacho en hacerlo -a pesar de que atacar deliberadamente infraestructuras civiles es un crimen de guerra- delante de la prensa internacional. Su versión oficial es la misma de siempre: «en ese edificio de viviendas, o de oficinas, está Hamás y el resto de los muertos son escudos humanos».
Pero la agresión se prepara para ir a más. El gobierno Netanyahu se prepara para un escenario de operación militar terrestre en la Franja, y ya concentra tropas, artillería y carros de combate en torno a Gaza. El jefe del Ejército, el general Avi Kochavi, ha ordenado hasta el momento el despliegue de tres brigadas en la frontera, mientras el Estado Mayor de la División Sur ultima los planes de contingencia.
La mecha prendió en Sheij Jarrah
La actual espiral de violencia no es casual, y el sionismo más reaccionario prendió la mecha hace pocas semanas, cuando la Corte Suprema de Israel autorizaba los desalojos forzosos de familias palestinas en Sheij Jarrah, un barrio de Jerusalén Este. Los enfrentamientos entre manifestantes cisjordanos y la policía israelí derivaron en violentos choques el 6 de mayo, con cientos de heridos del lado palestino.
Pocos días después, las fuerzas israelíes irrumpían con material antidisturbios en la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén, uno de los lugares más sagrados para los musulmanes, sacando a los fieles a golpes del templo. El incendio de la mezquita era celebrada por multitudes de fanáticos ultrareligiosos.
Una incendiaria provocación cuya respuesta estaba prevista. En respuesta a la ofensa, Hamás y la la Jihad Islámica lanzaron contra Israel una andanada de cohetes que ha causado siete muertos en Israel.
La noche de los cristales rotos… sionista
A lo largo de los últimos días, una orgía de pogromos y persecuciones, de limpieza étnica al más puro estilo nazi, ha recorrido varias ciudades de Israel. Violentas turbas de la ultraderecha israelí, al grito de «muerte a los árabes», recorren las calles de los barrios de mayoría árabe-israelí, asaltando e incendiando comercios, destruyendo viviendas y coches de los palestinos. Y linchando a cualquier persona de rasgos árabes que se les cruza.
Los medios de comunicación locales informan de la propagación de ataques callejeros de judíos a transeúntes árabes. Esta escalada de tensión se refleja en su máxima expresión en la ciudad de Lod, cercana a Tel Aviv. Su alcalde habla de guerra civil en esta ciudad mixta, donde por cada árabe viven cuatro judíos. Allí se ha declarado el estado de emergencia.
«Anoche, a cuatro cuadras de mi casa, en un conocido mercado de #Jerusalén, un grupo de judíos israelíes apuñaló en el cuello a un árabe que salió a tirar la basura del restaurante en el que trabaja. Está en estado grave», dice el periodista de EFE Pablo Duer.
Es la noche de los cristales rotos… de las bandas nazis del sionismo.
¿Y qué dice Biden?
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha mantenido este miércoles una conversación telefónica con el primer ministro israelí en funciones, Benjamín Netanyahu, en la que le ha trasladado su apoyo «sin fisuras», en medio de la escalada del conflicto con los palestinos.
En un comunicado, la Casa Blanca ha expresado su respaldo «al derecho de Israel a defenderse a sí mismo y a su pueblo, al tiempo que protege a los civiles, cuando ha recibido miles de cohetes en su territorio».
Como viene siendo habitual, y a pesar de las flagrantes violaciones de los tratados internacionales por parte de Israel, EEUU ha usado su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir cualquier tipo de declaración condenatoria de este órgano. Túnez, Noruega y China ha pedido por la noche una nueva reunión de urgencia del Consejo, a pesar de las reticencias de Estados Unidos a que este órgano asuma un papel en el restablecimiento de la calma en Oriente Medio.