Cumbre del G20 en Buenos Aires

Equilibrios en la cuerda floja

En una reunión de 20 países EEUU ya no consigue forzar un consenso en torno a sus posturas; pero los demás tampoco forman un bloque capaz de oponerse a alguna de sus exigencias. Trump se aferra a la unilateralidad, arrancando acuerdos puntuales en los que lleva la iniciativa, al negociar de manera individual con cada nación.

El G20 realiza reuniones preparatorias durante todo el año, de cada tema que se tratará en la cumbre final de Jefes de Estado. Pero desde la última reunión preparatoria, de ministros de Finanzas, realizada en Buenos Aires en marzo, las cosas habían cambiado cualitativamente: En este periodo EE.UU ha impuesto a China aranceles a numerosos productos, acción contestada por Pekín gravando a su vez exportaciones estadounidenses. Trump se reafirmó en que seguiría por este camino hasta reducir el déficit comercial de 505.000 millones de dólares que tiene con China, y anunció antes del G20, que elevaría nuevamente los aranceles de un 10 a un 25%.

Así se abría una reunión con algunos temas que anunciaban difíciles equilibrios a conseguir para que no estallase en un nuevo desaire del presidente estadounidense.

EEUU protagonista

Trump y el presidente ruso, Putin, tenían una reunión fijada en Buenos Aires al comienzo de la Cumbre. Pretendían discutir el anuncio de Washington este octubre, acerca de su intención para romper el Tratado de limitación de armas atómicas de alcance medio , firmado en 1987 para reducir los arsenales en ambos ejércitos; pero Trump canceló el encuentro, en protesta por el reciente enfrentamiento entre Rusia y Ucrania en el Mar Negro.

Sin embargo sí que aprovechó el viaje para firmar con los presidentes de México y Canadá el nuevo Tratado de Comercio, que sustituye al Tratado de Libre comercio de 1994. En el nuevo acuerdo Washington ha impuesto que entre el 40% y el 45% del automóvil debe ser producido por trabajadores cuyo sueldo no debe ser inferior a los 16 dólares estadounidenses por hora. Medida promovida para disuadir a las compañías nacionales de fabricar fuera de EEUU los automóviles que se venden en su mercado. También ha conseguido incluir una cláusula que impide a México y Canadá alcanzar acuerdos comerciales con países que no son del mercado, limitando así que ambos sean importadores de mercancías de otras naciones que luego reexporten al mercado estadounidense. Trump también ha impuesto normas para blinda su comercio digital y la propiedad intelectual. Y finalmente obtuvo también un mayor acceso al mercado de Canadá de los productos lácteos de Estados Unidos.

Pendientes de la guerra comercial

Y la negociación más importante, anunciada en paralelo a la cumbre, citaba a Trump con el presidente Chino para discutir acerca de los aranceles crecientes que están gravando el comercio entre ambos. En este punto EEUU cedió una prórroga de tres meses antes de imponer las nuevas tasas del 25% (ahora están en un 10%) a la espera de alcanzar antes un acuerdo. A cambio, China ha aceptado comprar una cantidad «muy importante» -no especificada en el comunicado- de productos agrícolas, energéticos, industriales y otros para reducir el déficit existente entre el comercio de ambos países. La única concesión concretada de China ha sido más formal que relevante en el volumen de negocio entre ambos: Pekin evitará la exportación a EEUU de la sustancia Fentanilo, un derivado de la heroína que miles de norteamericanos, enganchados a los opiáceos, se inyectan, en lo que es ya una epidemia de dimensiones enormes. Washington ha sorprendido por su tono al anunciar textualmente que el presidente Xi, «en un maravilloso gesto humanitario», había acordado designar al fentanilo como sustancia restringida a la exportación.

Tres veces solos

En las rondas de discusión que trataron acerca del Cambio climático, EEUU se quedó aislado y tuvo como único aliado al Brasil de Bolsonaro. El presidente francés encabezó la exigencia de que el G20 respaldara el Acuerdo de París firmado ya por la mayoría de naciones, y amenaza a Brasil de impedir los acuerdos entre Mercosur y la Unión Europea. Como anfitrión, Argentina encontró una fórmula para abordar la cuestión desdoblando el asunto en dos puntos. En el 20, afirma que “los signatarios del Acuerdo de París, reafirman que el pacto es irreversible y se comprometen a su plena aplicación” y logran su objetivo.

Pero este compromiso no se aplica a Estados Unidos que tiene un punto hecho a su medida, el 21, donde se establece que confirma su decisión de retirarse del Acuerdo de París, y se reserva utilizar cuaquier fuente de energía.

También se quedó EEUU solo en el punto sobre la diplomacia, pues el G20 redactó en sus conclusiones que «consideramos que la construcción de consensos es el mecanismo para mejorar las reglas internacionales y enfrentar con efectividad los rápidos cambios mundiales».

La tercera cuestión en la que se aisló Washington fue en la reforma de la Organización Mundial de Comercio, aceptada por el resto de naciones pese a la resistencia de EEUU. Esta es una exigencia que encabeza China pues considera que la OMC no corresponde a los cambios en el mundo, donde el peso relativo de EEUU ha descendido del 50 al 25 % desde su apogeo tras la II Guerra Mundial. China exige variaciones tanto en las normas, como en el control de sus órganos de dirección, de acuerdo a su actual peso en el comercio y la economía del planeta.

Respecto a las conclusiones sobre comercio, Trump sólo consiguió que en el documento final no se citara la palabra «proteccionismo» quedando una frase tan difusa y ridícula como “notamos asuntos sobre el comercio” en referencia a la política comercial norteamericana. Una cuestión, la de los aranceles y el proteccionismo estadounidense en la que hasta la directora del FMI, históricamente bajo la batuta de Washington, ha manifestado que perjudicará el comercio y el crecimiento económico mundial.

EEUU ha quedado aislado en los consensos alcanzados por el resto de naciones. Un síntoma de debilidad. Aunque tiene recursos para, en contrapartida, obtener luego beneficio de imponer relaciones de ventaja en las negociaciones país a país. Algunas de esas naciones (China sobretodo; pero también Rusia, o parcialmente Francia) se permiten pulsos con la potencia Hegemonista, según su grado de independencia y según su fuerza. Pero sobretodo los países buscan en los acuerdos globales el mejor escudo contra el intento estadounidense de imponer su fuerza.

Deja una respuesta