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Eo, eo, eo, esto es un chorreo

Aunque ya es una realidad de «charla a pie de barra y cerveza en mano», cuesta mirar al Real Madrid jugar y pensar que no tiene lo que se merece. Aunque sus jugadores individualmente son de alta calidad, el equipo está deslavazado y, desde luego, no alcanza el nivel que de él se espera, y mucho menos el que se deberí­a de exigir viendo lo gastado en formar la plantilla. El partido de ayer contra el Valencia agudiza esta contradicción y coloca a los merengues fuera de cualquier oportunidad de aspirar al toserle al Barcelona.

El equio che, situado a 22 puntos del Real Madrid, dio un señor revolcón a los blancos. Al final del partido se comentaba que aún habían sido pocos, y locutores y comentaristas no se reprimían a la hora de afirmar que preferían cien veces antes a la plantilla del Valencia, que aunque situada todavía a 19 puntos, rezuma calidad y arcilla de oro para moldear. Teniendo en cuenta las dificultades extra deportivas por las que el Valencia está pasando – una dura crisis económica que ha puesto en cuestión el modelo de gestión y ha vapuleado el ánimo de los jugadores, además de una dirección prepotente y “sospechosa” – el Valencia jugó confiado y a placer: Silva, Mata, Villa, Baraja, Marchena… hubo donde elegir y regodearse. Incluso ante el eficiente Casillas que acabó arrastrado por la debacle y cometiendo fallos de rigor como el del segundo gol, a guante “agujereao”. El Valencia sigue peleando porque necesita la Champions, entre otras cosas para poder tener un respiro financiero que recibiría como agua de mayo. Este Madrid está vendido y desde el minuto 45´ solo se hablaba ya de los posibles fichajes que ha de traer Florentino Pérez, el más citado y posible candidato a la presidencia del Real Madrid. Uno de ellos es Villa, que se le escurrió entre los dedos el pasado verano, y que en tan desesperada situación es de esperar que reciba una propuesta de las de enjuague salivar. La hinchada valenciana llevaba una semana coreando y comentando el “Yes, we can” de Obama convertido en ánimo colectivo por repetir el baño de goles azulgrana, pero con estilo propio: “Che, we can”. Ya en el partido, y después del segundo gol, las gradas del Mestalla estallaron en un cántico constante “eo, eo, eo, esto es un chorreo” Una jornada como la de ayer recuerda a los valencianos el tipo de equipo que hace cinco años les llevó a la victoria al final de la Liga; un equipo de juego contundente basado en el conjunto y en confiar en cada uno para que la estrategia trazada se mueva audazmente, sin depender de uno o de no se sabe que. Después de la indignación expresada por la afición ante el ninguneo de lo deportivo sometido a la especulación y el negocio chapucero de caciques del ladrillo, la ilusión se abre paso en el Mestalla y empuja al equipo a no parar. Esperemos que los directivos no cojan el camino fácil de cerrar cuentas vendiendo a sus mejores jugadores, que es precisamente lo que parece que pretenden hacer. Porque si es así, una vez más quedará de manifiesto que mientras quien dirige no quiera ganar para el equipo y para la afición, sino ganar ellos mismos, no importa lo que se haga, se hundirá una y otra vez.

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