España crece 7 veces menos que la UE

En el furgón de cola europeo

Mientras el PIB de Alemania crecí­a este trimestre un 2,2% (y el de la UE un 1,7%), el crecimiento económico español ha sido en este mismo tiempo 11 veces inferior, un raquí­tico 0,2%, sólo comparable con paí­ses como Letonia, Grecia, Bulgaria o Chipre. Para el segundo semestre del año, según ha reconocido el mismo gobierno, la cosa irá todaví­a a peor.

Y mientras tanto, la banca esañola pulverizaba en julio por segundo mes consecutivo el récord de préstamos obtenidos por el Banco Central Europeo (BCE). Si en julio de 2009, el saldo vivo que los bancos españoles tenían pendiente de devolver al BCE ascendía a 73.238 millones de euros, 12 meses después ya supera ampliamente los 130.000 millones de euros (más de 21 billones de las antiguas pesetas), un 77,6% más. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción? ¿Cómo es posible que mientras los bancos españoles retiran esos gigantescos niveles de dinero del BCE, la inversión y el crédito a empresas y familias sigan congelados en nuestro país? ¿A dónde va a parar todo ese ingente volumen de préstamos? ‘Do ut des’, o te doy para que me des De conjunto, el sistema financiero español tiene que afrontar en 2010 unos vencimientos de deuda de alrededor de 60.000 millones de euros. Pero esto por sí solo no revela la envergadura de la cuestión. Al mismo tiempo, también en los próximos meses vencen titulizaciones bancarias (préstamos respaldados por activos hipotecarios que ahora hay que devolver) por valor de 44.700 millones de euros. A lo que hay que sumar alrededor de otros 69.000 millones de euros cuyo prestatario es el Banco Central Europeo. De conjunto, el sistema financiero español se enfrenta a unos vencimientos por valor de cerca de 175.000 millones de euros. Sólo el Banco de Santander y el BBVA tienen más vencimientos que el resto de bancos y cajas españolas juntos. Y, de hecho, si el sistema financiero español no ha colapsado ya, es porque el Banco Central Europeo está dispuesto a facilitar a la banca española los ingentes fondos que necesita. ¿Por qué y para qué? ¿Es acaso un acto supremo de responsabilidad, un “hermoso” episodio de solidaridad europea? Creer esto, que es lo que intentan vendernos, sería lo mismo que creer que la bruja de la casita de chocolate cebaba a Hansel y Gretel para verlos más lustrosos y no para devorar unos trozos de carne más jugosos. Toda esa enorme cantidad de dinero que están retirando los bancos españoles del BCE está destinado, única y exclusivamente, a cubrir dos partidas de su balance. Por un lado, que los acreedores de la banca española puedan cobrar los intereses (y la parte correspondiente del principal en cada vencimiento) de la deuda. No es necesario insistir en que, al destinar el 30% de sus préstamos a la banca española (pese a que el peso de ésta en el sistema bancario europeo es de sólo el 10%), el BCE –gestado como apéndice e instrumento del Bundesbank, el Banco Central alemán– no está haciendo otra cosa que asegurar que banqueros alemanes y franceses que poseen conjuntamente casi la mitad de la deuda bancaria española, puedan cobrarla. Por el otro, que propietarios, grandes accionistas y altos ejecutivos de la banca española puedan seguir acumulando escandalosas rentas y beneficios, ocultando tras ese nuevo recurso al endeudamiento del BCE (y mediante la utilización de libros contables de ciencia ficción, niveles de rating comprados a golpe de talonario a las agencias de calificación y test de resistencia de risa) las pérdidas reales que se ocultan en sus balances. Pérdidas y agujeros que, por otra parte, tratan de cubrir endosando su factura al 90% de la población a través de planes de rescate bancarios y fondos para una reestructuración bancaria “ordenada”, es decir, para privatizar las cajas de ahorro y abrir la entrada del capital extranjero en ellas. Una oligarquía retestinada Durante tres décadas, pero de forma especialmente intensa en esta última, se nos ha querido hacer creer que, tras la desaparición del franquismo, la ‘modernización’ de España, la entrada en la UE y la inclusión en la zona euro, nuestra economía había dejado definitivamente atrás el papel de “furgón de cola” que históricamente había ocupado. El estallido de la crisis ha acabado con este espejismo. Lo que ha pasado en este tiempo, es que unos pocos (los dos grandes bancos, Telefónica,… y poco más) se han colado en el vagón de primera clase, pasando a codearse con lo más selecto de las viejas oligarquías europeas. Aunque para ello tuvieran que aparentar poseer más recursos de los que en realidad tenían, sometiendo al país a un nivel de endeudamiento insólito (lo que implica a su vez un mayor nivel de dependencia económica y política) y a una vertiginosa transferencia de riqueza desde las rentas salariales hacia las rentas del capital. El problema central de la economía española –y por tanto de las condiciones de vida de todos nosotros– no es, como machaconamente nos insisten, el estallido de la burbuja inmobiliaria. Eso no es más que la consecuencia de un mal de rango muy superior: la crónica debilidad y raquitismo, el parasitismo y la dependencia del capital extranjero que tiene –podríamos decir que de forma casi genética– la oligarquía española, y en especial la gran burguesía bancaria que, como decíamos la pasada semana, ha llevado al extremo su dominio financiero bancarizando al 95% de la población y de la economía del país. En la década de los 80, esta misma oligarquía bancaria condenó al grueso del tejido productivo nacional a la liquidación o la venta al capital extranjero, a fin de conseguir las condiciones necesarias para preservar su mercado interior y adquirir más poder concentrándose aceleradamente. En los 90, desmanteló las empresas públicas, privatizándolas y quedándose con buena parte de ellas, que luego vendió a precio de oro para acumular el capital necesario para concluir la hiperconcentración en dos megacorporaciones e iniciar una tímida expansión internacional en Iberoamérica. A partir del año 2000, impulsó un endeudamiento sin precedentes y alimentó una descomunal burbuja inmobiliaria con el objetivo de poder dar el salto de su expansión hacia los mercados europeos. En cada uno de esos movimientos, la oligarquía bancaria ha dado nuevos y mayores bocados a las rentas salariales, aumentando la desigualdad en la distribución de la riqueza nacional. Hasta el punto de que si en 1970, las rentas salariales suponían el 63% del PIB, en 2009 su participación en la nueva riqueza producida cada año ha quedado reducida al 48%, una pérdida de 15 puntos. Y cada punto del PIB supone alrededor de 10.000 millones de euros… Otra vuelta de tuerca a la rebaja salarial Pero ni con eso tienen suficiente. La crisis ha dejado a nuestros “reyes financieros” semidesnudos. Y, lógicamente, nadie puede estar en el vagón de primera clase vestido con ropa del mercadillo.Para mantener esa posición, la oligarquía bancaria se ve imperiosamente obligada a dar nuevas vueltas de tuerca a la rebaja salarial, a acelerar e intensificar todavía más la transferencia de rentas desde los bolsillos de la mayoría de la población hacia su cuenta de resultados. Y mucho más en unos momentos en que el mundo se encamina hacia un otoño previsiblemente tormentoso. Donde cada vez hay más síntomas de que la crisis mundial está a las puertas de entrar en una segunda fase de recesión y estancamiento marcada por la incapacidad de la economía norteamericana de salir de la crisis, una vez que se han agotado los efectos de las inyecciones masivas de capital en el sistema financiero y los planes de estimulo. Una economía que ha demostrado que necesita de respiración asistida para crecer, pero cuyo abismal volumen de endeudamiento le hace cada vez más difícil encontrar los recursos necesarios para mantenerse en pie. Otoño tormentoso cuya traducción para España está contenida en las nada veladas amenazas y exigencias que ya han hecho el FMI y el Banco de España, advirtiendo al gobierno que debe estar preparado para una segunda fase de ajustes y recortes. Algunos síntomas indicativos de esta segunda vuelta de tuerca que están preparando ya los vamos conociendo. El PSOE ha presentado en el Senado una enmienda a la reforma laboral que endurece extraordinariamente las condiciones para acceder al miserable subsidio de desempleo de 426 euros. Los trabajadores de Auto Res (la segunda mayor empresa nacional de transporte de viajeros por carretera) están de huelga porque la empresa pretende rebajarles un 8% los salarios. ¡Tres puntos más que la rebaja salarial aplicada a los funcionarios! Sectores enteros, como la madera, han visto cómo las subidas salariales pactadas por convenio para este año han quedado reducidas a cero, a cambio de vagas promesas sobre el mantenimiento del empleo. Y ello por no hablar de la infinita cantidad de contratos temporales individuales, cuya renovación depende de que los trabajadores acepten una rebaja en su salario, por hacer el mismo trabajo, en torno al 20%. El empobrecimiento al que pretenden someternos al 90% de la población, bien sea a través de la rebaja salarial directa, o indirecta, a través del aumento de impuestos o del recorte de gastos sociales, avanza de forma implacable. Mientras la gran oligarquía bancaria retira ingentes fondos del BCE para pagar su deudas y mantener sus beneficios, condena al resto del país a nuevas y mayores pérdidas de riqueza. Su dominio y el progreso del país y el bienestar del 90% de la población son incompatibles.

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