Elecciones y recortes

«Ambos partidos coinciden a la hora de postergar, soslayar y camuflar un debate imprescindible que incumbe a todas las administraciones públicas y que está relacionado con el enorme descenso de los ingresos tributarios y el riesgo de bancarrota que planea sobre algunas instituciones. Socialistas y populares han aparcado el ajuste que deberá aplicarse en municipios y comunidades autónomas para que la inmediata batalla electoral se desarrolle dentro de una suerte de burbuja temática, que escamotea a los ciudadanos aquello que, a la larga, más les afectará.»

Pero el verano será inmisericorde ara aquellos que han despreciado la realidad pensando que esta puede hacerse desaparecer fácilmente si se desatiende con recurrencia. Tras las elecciones, municipios y gobiernos autonómicos no tendrán más remedio que aterrizar en la evidencia y dar la cara ante la ciudadanía, descubriendo así, de la noche a la mañana, un panorama sombrío que exige sacrificios y compromisos muy severos, también en los ámbitos más sensibles del Estado del bienestar, como ya han podido comprobar los catalanes. (LA VANGUARDIA) ABC.- Con un total de 45.635 entrevistas, la macroencuesta realizada por Ikerfel para ABC es la mayor realizada en España para un diario, y su resultado es una confirmación de la mayoría absoluta que conseguiría hoy Mariano Rajoy en las urnas. En total, el PP ganaría las elecciones generales con un 44,5 por ciento de los votos, frente al 35,5 por ciento del PSOE —nueve puntos— si se celebraran hoy elecciones generales. El tercer partido sería Izquierda Unida, con un 6 por ciento, mientras que CiU obtendría un 3,9 por ciento y el PNV, un 1,4 por ciento. El partido de Rosa Díez llegaría al 2,5 por ciento, mientras que ERC y BNG se quedarían en el 0,9 por ciento, y Coalición Canaria en el 0,7 por ciento. EL MUNDO.- Ustedes ya conocen los datos. Pero quiero incidir en su gravedad. Que tres años después de que comenzara la crisis, en el primer trimestre de este año, el paro haya aumentado en 213.500 personas es la constatación dramática del fracaso sin paliativos de una política económica. Los precios alcanzaron en abril una subida del 3,8%. Un índice propio de una economía recalentada, cuando, muy al contrario, nuestro crecimiento es paupérrimo. Más paro, por tanto, menos rentas; mayores precios, por tanto, menos poder adquisitivo; total, las ventas del comercio minorista cayeron un 7,9% en el mes de marzo. En las grandes superficies el desplome fue del 12,5%. En ese marasmo de malas noticias, el dato de que la subida del Euribor tendrá como consecuencia un encarecimiento medio de las hipotecas de 775 euros al año, que también se conoció el viernes, es casi una anécdota. Editorial. La Vanguardia Elecciones y recortes A pesar de la fuerte crisis que golpea a toda la sociedad española, ni el PSOE ni el PP están dispuestos a hablar, antes de las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo, de recortes y tijeretazos en la sanidad, la educación y los servicios sociales. Ambos partidos coinciden a la hora de postergar, soslayar y camuflar un debate imprescindible que incumbe a todas las administraciones públicas y que está relacionado con el enorme descenso de los ingresos tributarios y el riesgo de bancarrota que planea sobre algunas instituciones. Socialistas y populares han aparcado el ajuste que deberá aplicarse en municipios y comunidades autónomas para que la inmediata batalla electoral se desarrolle dentro de una suerte de burbuja temática, que escamotea a los ciudadanos aquello que, a la larga, más les afectará. Lo han dejado de lado y otras cuestiones como el futuro de ETA o el cruce de acusaciones sobre presunta corrupción actúan, de algún modo, como cortina de humo. Este fenómeno sorprende, inquieta e irrita porque pone en evidencia una visión irresponsable y alicorta del quehacer político. Desde Catalunya, donde ya se celebraron los comicios en noviembre y donde el nuevo Govern lleva muchas semanas explicando de qué forma habrá que apretarse el cinturón, la actitud del PSOE y del PP no puede ser más desconcertante y más desmoralizadora. A la postre, es un hecho que sólo la sociedad catalana discute abiertamente los términos de la nueva austeridad oficial, mientras que en el resto de autonomías se hace abstracción de la gravedad que nos rodea, a la espera de que, tras las urnas. los nuevos cargos ocupen sus puestos. Pero el verano será inmisericorde para aquellos que han despreciado la realidad pensando que esta puede hacerse desaparecer fácilmente si se desatiende con recurrencia. Tras las elecciones, municipios y gobiernos autonómicos no tendrán más remedio que aterrizar en la evidencia y dar la cara ante la ciudadanía, descubriendo así, de la noche a la mañana, un panorama sombrío que exige sacrificios y compromisos muy severos, también en los ámbitos más sensibles del Estado del bienestar, como ya han podido comprobar los catalanes. En este sentido, resulta especialmente alarmante que, precisamente ahora, algunos expertos sugieran que el Gobierno central recupere las competencias sanitarias traspasadas a las comunidades autónomas. Como también lo es que el esfuerzo de Catalunya para reducir el déficit sin triquiñuelas tenga como respuesta del Gobierno de Zapatero la negativa a adelantar el Fondo de Competitividad. Que la campaña de las elecciones del próximo día 22 excluya el principal problema actual de los españoles es una aguda anomalía democrática que ofrece una triste imagen de nuestra clase política. La ansiedad electoral, el cortoplacismo y la suma de inseguridades detectadas en las cúpulas delPSOE y del PP han rebajado la calidad del debate hasta niveles de irrealismo insólitos, extremo que acaba proyectándose al exterior. Cuando mayor dosis de realismo se espera de los líderes, mayor es el grosor de la simulación. Desgraciadamente, la elección de alcaldes y presidentes autonómicos se llevará a cabo dentro de un paisaje desfigurado por mensajes equívocos y verdades premeditadamente silenciadas, un ejercicio de autoengaño que no llega siquiera a la condición de táctica, porque no hace más que retrasar la toma de decisiones imprescindibles. LA VANGUARDIA. 1-5-2011 Encuesta. ABC El sondeo más completo de España reafirma la mayoría absoluta del PP Mariano Calleja Con un total de 45.635 entrevistas, la macroencuesta realizada por Ikerfel para ABC es la mayor realizada en España para un diario, y su resultado es una confirmación de la mayoría absoluta que conseguiría hoy Mariano Rajoy en las urnas. El Partido Popular mantiene una fidelidad de voto casi intacta desde las generales de marzo de 2008 y supera al PSOE en todos los tramos de edad. El partido de Rajoy supera a los socialistas tanto entre los hombres como entre las mujeres. En el primer caso, el 44,2 por ciento de los encuestados se decantan por la formación de la gaviota, mientras que el 33,4 por ciento lo hacen por el puño y la rosa. Hay más mujeres que apoyan al PP (44,8 por ciento), pero el porcentaje también sube en el caso del PSOE (37,5 por ciento). Por edades, los populares —que ganarían cerca de 800.000 votos provenientes directamente del PSOE— tienen más seguidores entre los encuestados de 35 a 44 años (47,6 por ciento, casi 20 puntos más que el PSOE) y en los mayores de 64 años (50,6 por ciento). El principal partido de la oposición gana en todos los tramos, pero la ventaja se estrecha entre los españoles de 45 a 54 años, ya que obtiene un respaldo del 40,1 por ciento, frente al 38,2 por ciento del partido de José Luis Rodríguez Zapatero. Los jóvenes se decantan de manera mayoritaria hacia el partido de Génova: entre los 18 y los 24 años la diferencia entre el PP y el PSOE es de casi 12 puntos, y entre los 25 y los 34 años se mantiene en casi siete puntos porcentuales. Precisamente, la sangría de votos del PSOE es más pronunciada entre los más jóvenes (registra un apoyo 31,9 por ciento entre los ciudadanos de 18 a 24 años) y entre los que tienen de 35 a 44 años. En este último caso la estimación de voto de los socialistas se desploma hasta el 28,6 por ciento. Izquierda Unida es el beneficiario secundario colateral de la pérdida de confianza de los más jóvenes hacia el Gobierno. Así, la coalición de Cayo Lara obtiene un 9,2 por ciento en estimación de voto en el tramo de edad que va de los 18 a los 24 años, y ronda el 8 por ciento de los 25 a los 44 años. La fidelidad de voto es otro síntoma del cambio que se está produciendo en España. El Partido Popular mantiene el voto del 97 por ciento de sus antiguos votantes, mientras que en el caso del PSOE la fidelidad de los suyos se reduce a un 84,7 por ciento. Lo más llamativo es que un 7,4 por ciento de antiguos votantes socialistas aseguran que en las próximas elecciones generales votarán al partido de Mariano Rajoy. En el caso contrario, un insignificante 0,9 por ciento de los ciudadanos que votaron al PP en 2008 aseguran que apoyarán ahora en las urnas al PSOE. Entre los votantes de otros partidos que han decidido ahora «pasarse» al PP destacan los de Unión, Progreso y Democracia (UPyD): un 12,6 por ciento tiene decidido votar ahora a Mariano Rajoy. También habrá trasvase a la sede de Génova desde CIU: un 4,9 por ciento de los antiguos votantes de CiU cambiarán ahora por el PP. El PSOE, sin embargo, se nutrirá de votantes de ERC, con el que ha mantenido lazos de unión en la primera legislatura. Un 7,6 por ciento de los antiguos seguidores del partido independentista han decidido dar su apoyo al PSOE en las próximas elecciones. Los socialistas también atraerán al 3,5 por ciento de antiguos votantes de los nacionalistas gallegos (BNG), y el mismo porcentaje de IU. En total, el PP ganaría las elecciones generales con un 44,5 por ciento de los votos, frente al 35,5 por ciento del PSOE —nueve puntos— si se celebraran hoy elecciones generales. El tercer partido sería Izquierda Unida, con un 6 por ciento, mientras que CiU obtendría un 3,9 por ciento y el PNV, un 1,4 por ciento. El partido de Rosa Díez llegaría al 2,5 por ciento, mientras que ERC y BNG se quedarían en el 0,9 por ciento, y Coalición Canaria en el 0,7 por ciento. La encuesta de Ikerfel se realizó entre el 4 y el 22 de abril. Recoge el impacto del Comité Federal del PSOE del 2 de abril, en el que un Zapatero vencido tiraba la toalla y anunciaba que no se presentaría como candidato en 2012. El secretario general socialista cerraba así un debate que abrió y alimentó él mismo durante meses sobre su continuidad al término de su segundo mandato, y abría otro, el de las elecciones primarias y su sucesión, que aún no se ha resuelto. Las quinielas sobre el sucesor de Zapatero están en todos los mentideros. Entre cinco posibles candidatos (Carme Chacón, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Bono, Guillermo Fernández Vara y José Blanco), la mayoría de los encuestados se inclinan por el vicepresidente primero y ministro del Interior: el 34,9 por ciento prefiere a Rubalcaba como candidato del PSOE para las elecciones. Su principal adversaria en esta carrera, la ministra de Defensa, tiene que conformarse con un 18,8 por ciento. Los encuestados también suspenden de manera abrumadora la gestión del Gobierno en los últimos años. De media, el Ejecutivo se queda con un raquítico 3,1, que baja hasta el 2,8 en el tramo de edad que va de los 35 a los 44 años, sin duda, y a la vista de todos los datos de la encuesta, el grupo de población más crítico con la gestión de Zapatero en La Moncloa. ABC. 1-5-2011 Opinión. El Mundo Situación límite Casimiro García-Abadillo El viernes, mientras medio país se adormecía con la boda/exhibición de Guillermo y Catalina, las estadísticas golpearon la credibilidad del Gobierno, ya muy escasa, en una confabulación cruel que remató la encuesta del CIS: el PP supera al PSOE en más de 10 puntos, a pesar del anuncio de Zapatero de que ya no será candidato. Ustedes ya conocen los datos. Pero quiero incidir en su gravedad. Que tres años después de que comenzara la crisis, en el primer trimestre de este año, el paro haya aumentado en 213.500 personas es la constatación dramática del fracaso sin paliativos de una política económica. Y eso teniendo en cuenta que la población activa ha disminuido, lo que prueba la nula esperanza de los ciudadanos de encontrar empleo. Los precios alcanzaron en abril una subida del 3,8%. Un índice propio de una economía recalentada, cuando, muy al contrario, nuestro crecimiento es paupérrimo. La culpa, dice el Gobierno, la tienen los carburantes. No. La enfermedad de nuestra economía es más profunda. Otros países, con parecida dependencia energética y mayor crecimiento, tienen menos inflación. Nuestro problema es de falta de productividad, lo que hace que, a pesar de la caída del consumo, los precios no bajen, sino que se muevan al albur del petróleo o de los alimentos no elaborados. Más paro, por tanto, menos rentas; mayores precios, por tanto, menos poder adquisitivo; total, las ventas del comercio minorista cayeron un 7,9% en el mes de marzo. En las grandes superficies el desplome fue del 12,5%. En ese marasmo de malas noticias, el dato de que la subida del Euribor tendrá como consecuencia un encarecimiento medio de las hipotecas de 775 euros al año, que también se conoció el viernes, es casi una anécdota. En ese escenario, la comparecencia del vicepresidente Rubalcaba y del ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, tras el Consejo de Ministros, fue, sencillamente, patética. Gómez echó mano de la demagogia para echar la culpa al PP (impropio de alguien que tiene cierto nivel técnico como él), y el portavoz, recurrió a las promesas: «El empleo aumentará y aumentará…». Agarrados a la estúpida apuesta de no superar la barrera de los cinco millones de parados (ya estamos en 4,9), se vuelven a repetir los mismos tics de cuando se aseguraba que no se iban a superar los cuatro millones. El Gobierno confía en el turismo y en las exportaciones para mitigar el desastre en los próximos meses. Pero es magro consuelo. Las ventas al exterior es difícil que se mantengan, dado que Alemania no va repetir las históricas cifras de crecimiento de 2010. El turismo, sí, irá mejor. El próximo trimestre será un pequeño consuelo tanto en las cifras de empleo como en las de la balanza corriente. Pero, ¿qué ocurrirá en el último trimestre del año? Los datos que manejan tanto el Ministerio de Economía como el Banco de España apuntan a una nueva reducción del crecimiento tras el leve repunte veraniego. Todo esto, claro, sin tener en cuenta la amenaza de una nueva tormenta financiera como consecuencia de la reestructuración de la deuda griega. La mayoría de los expertos da por hecho que Grecia no va a aguantar muchas semanas en esta situación: la deuda a dos años sólo se coloca al 25%. Si, al final, se produce una quita en la deuda griega, la inestabilidad acabará afectando a España. Nuestro diferencial con el bono alemán se volverá a disparar. El esfuerzo que ha supuesto la reducción del gasto público y que ha tenido un efecto sedante en los mercados no habrá servido de nada. El calendario político, en lugar de ayudar, complica más las cosas al Gobierno. No olvidemos que tras las elecciones municipales, en las que las encuestas auguran un batacazo sin precedentes para los socialistas, se abrirá en el PSOE el proceso de primarias para designar al sucesor de Zapatero. Por tanto, nos situaremos en el otoño con una bicefalia de hecho en el PSOE y ante la perspectiva de tener que negociar unos presupuestos a cara de perro con los nacionalistas vascos y catalanes. Mi apuesta es que el Gobierno no va a tener apoyos suficientes para aprobar las cuentas de 2012 y que este hecho forzará el adelanto electoral. Es verdad que Zapatero podría prorrogar los presupuestos de este año, pero esa decisión no haría más que desgastarle aún más y restar posibilidades de triunfo al nuevo candidato. En lugar de rebuscar entre sus papeles para encontrar algún dato positivo, el presidente debería darse cuenta de que la situación es ya insostenible y de que debe ser él quien dé el paso de adelantar las elecciones al próximo otoño. Su Gobierno está incapacitado para resolver los graves problemas que han llevado a España al borde de la intervención por parte de la UE. Zapatero reaccionó dos años tarde ante la peor crisis internacional desde el crash del 29. Ha recortado el gasto del Estado, pero no puede, porque ahora no tiene instrumentos, asegurar la reducción del déficit de las autonomías. En la reforma de las cajas ha perdido otro año y todavía sigue sin estar concluida, a falta de los nuevos stress tests y de la salida a Bolsa de las entidades más importantes. La reforma laboral (la más importante) aún no está concluida. Pero, lo peor de todo, es que Zapatero ha dilapidado hasta límites irrecuperables su credibilidad. A este Gobierno le falta lo fundamental, la capacidad de infundir en los ciudadanos la confianza de que se puede salir del agujero. En la encuesta del CIS que se hizo pública el viernes, no sólo se reflejaba una distancia de 10 puntos del principal partido de la oposición respecto al PSOE, o que los ciudadanos valoran, por primera vez, más a Rajoy que a Zapatero, sino que se ponía de manifiesto que, tras el paro y la crisis, el tercer problema para los ciudadanos es la clase política. ¿Qué significa eso? Que la mayoría de los españoles piensa que los políticos ponen por delante sus intereses partidistas antes que los problemas de la gente. Ese escepticismo hacia la clase política es un síntoma de la gravedad de la situación. ¿Podremos aguantar así durante 10 meses más? EL MUNDO. 1-5-2011

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