SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Elecciones 25-N: La pragmática corriente

Las leyes de la velocidad han querido que el presidente de Estados Unidos y el secretario general del Partido Comunista de China se elijan esta misma semana. Una extraña simplificación en medio de la niebla.

Elecciones libres y Comité Central. Democracia mediática y una inédita aleación de comunismo, mandarinismo, confucionismo, consumismo y capitalismo de Estado. Mayoría republicana en el Congreso de Washington e invisibles contrapesos en la dirección política china (las Fuerzas Armadas siguen siendo un poder dentro del poder y acaba de ser liquidado Bo Xilai, el dirigente provincial que quería llegar a la cima por la vía populista). Occidente y Oriente, con centro de gravedad en el Pacífico. Barack Obama, nacido en la isla de Hawai; Xi Jiping, hijo de la provincia central de Shaanxi. En una misma semana se reajustan los dos pilares de la Tierra.

Vendrán, más tarde, las elecciones federales en Alemania, con horizontes de gran coalición entre democristianos y socialdemócratas. Y en primavera, un poco antes del noviembre alemán, las legislativas italianas lo cambiarán todo para que Mario Monti siga como primer ministro o pase a ocupar la presidencia de la República, una vez agotado el mandato de Giorgio Napolitano. Perspectivas de estabilidad y pragmatismo en Washington, Pekín, Berlín y Roma. Cambio tranquilo en París e inteligente exhibición de de la democracia deliberativa en Londres. (Los ingleses son imbatibles defendiendo su capital).

El partido de la flexibilidad parece que se impone en las principales capitales del mundo. Gana la multinacional de la inteligencia, dice, acertadamente, Lluís Foix en su columna de hoy. En esa corriente se inscribe la sutil alusión ayer del príncipe Felipe al compromiso de Caspe como ejemplo de diálogo.

En España –en las Españas– la pragmática corriente encuentra dificultades. En una antigua aldea del emirato omeya, conquistada por el rey Alfonso VI de León en 1083, venida a más con el imperio de los Habsburgo y con la radialidad del primer mapa de postas de los Borbones (1720), no acaba de estar claro claro si manda el partido de la templanza o el de la revolución pendiente (liberal, por supuesto).

Mariano Rajoy preside estos días en Madrid un hegemonismo nervioso por la gravedad de la crisis, por la erosión social que está provocando el aumento crónico de la pobreza y por la inesperada sacudida catalana. El Partido Alfa de las clases medias españolas cambia de humor con facilidad. El mismo partido que hoy acata con elegancia británica y un punto de satisfacción escandinava la pragmática sanción del matrimonio homosexual –presidente, un problema menos en la agenda–, es el mismo que recurrió la ley zapaterista y la protestó en la calle, todo hay que decirlo, con bastante menos pasión con la que recogió firmas contra el tercer estatuto de los catalanes en todos los pueblos y ciudades de España. (“¿Quiere usted echar una firma contra los catalanes?”, me preguntó hace seis años una señora de mediana edad, activa y sonriente en una mesa petitoria ubicada en la calle Potosí de Madrid, justo enfrente del mercado de Chamartín. “Señora –le respondí–, tengo un impedimento: soy catalán”. Hubo unas sonrisas nerviosas y nos dimos los buenos días).

El presidente Rajoy no está muy satisfecho de aquel episodio –así lo ha reconocido en privado–, pero en la moderna sociología electoral la cuestión gay infunde un especial respeto. Una vez aprobadas, las leyes de costumbres no son fáciles de tumbar. Con el lobby gay hay que ir con bastante cuidado y a Rajoy nunca le ha gustado que la Iglesia católica le de órdenes, especialmente si son impartidas por el actual cardenal arzobispo de Madrid.

Humor variable y contradicciones internas que vuelven a cobrar fuerza. Madrid se le está encastillando a Rajoy. Esperanza Aguirre, que dimitió para no tener que empuñar las tijeras y poder organizar, ligera de equipaje, el contraataque desde los altos de Navacerrada, vuelve a escena, arrollando incluso a la alcaldesa Ana Botella, en horas bajas tras la tragedia del Madrid Arena. La insperada e incierta sacudida catalana está provocando movimientos en todas direcciones. La derecha de la derecha ha decidido fortificarse en Madrid y hará todo lo que esté a su alcance para limitar y condicionar el margen de maniobra de Rajoy después del 25 de Noviembre.

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