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El voto marcará los ciclos de Rajoy y Rubalcaba

A medianoche de hoy, los líderes de los partidos políticos españoles —los dos grandes, los medianos y los pequeños o recien nacidos— comenzarán una nueva fase de sus estrategias; unos de cambio, otros de continuidad. La derrota o la victoria del PP y del PSOE marcarán los ciclos políticos del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Con los resultados de las elecciones europeas se constatará si esos ciclos empiezan a acortarse. Desde los 13 años del Gobierno socialista de Felipe González, pasando por los ocho de José María Aznar y los casi otros ocho de José Luis Rodríguez Zapatero, nunca el primer cuatrienio de un gobernante le ha hecho tambalearse.

Si el PP pierde, la oposición le exigirá que escuche el mensaje y reoriente, o mejor, que rectifique, sus políticas porque ha perdido la mayoría que obtuvo en 2011, como demostraría este examen parcial a año y medio del final del mandato, en 2015. “Rajoy, si pierde, tendría que explicar a la señora Merkel que no puede someter a los españoles a más sufrimiento para conseguir el 4,2% de déficit en 2015”. Esta hipótesis de un barón territorial del PP sería probablemente una realidad si el varapalo fuera consistente.

El PP será el primero en constatar el desapego de los ciudadanos desde el 20 de noviembre de hace dos años y medio, cuando tuvo el respaldo del 44% del electorado. No habría calado, por tanto, el mensaje de la recuperación que expande el Gobierno, que aunque se traduce en las cifras macroeconómicas ni convence ni consuela a la mayoría de la sociedad.

Si es el PSOE el que pierde, habrá quienes quieran acelerar los procesos internos de elección de candidato electoral, previstos para el mes de noviembre mediante elecciones primarias, y será una bofetada a la labor de estos dos años y medio de oposición liderada por Alfredo Pérez Rubalcaba.

Los ciudadanos seguirían viendo a los socialistas como parte del problema que tiene a España sumida en una crisis sin precedentes, reconocen en la dirección socialista, y al PP le habría salido bien la reiteración de que no premien a quien “metió a España en el hoyo”, como ha reiterado Rajoy. El alivio vendría con una victoria, aunque fuera por décimas. En ese supuesto, los líderes territoriales consultados aseguran que nadie moverá la silla a los miembros de la actual ejecutiva federal socialista ni el sillón a su secretario general. Se esperará a que empiece el proceso de “redistribución interna del poder” de una manera natural, y sin pedir congreso extraordinario de sustitución de Rubalcaba. En principio, Rubalcaba podría mantenerse al frente de la secretaría general hasta después de las elecciones generales de 2015. Aunque si el líder electoral fuera otra persona no es previsible que esto ocurriera.

Antes de que empiece el movimiento interno del PSOE se analizarán los resultados de las elecciones de hoy.

Las reflexiones de los dos grandes se trufan de acepciones, excepciones y especificación de diferentes escenarios. En este caso la cantidad es muy relevante. ¿Qué es ganar y qué es perder? Ambos coinciden en que si uno supera al otro por uno o dos puntos y por uno o dos escaños, la tragedia no se habrá producido.

En el partido del Gobierno se consideraría un espaldarazo a su política si ganan las elecciones aunque sea por unos pocos votos. “Ganar es ganar”, repiten en Génova. De esta manera se encaminarían hacia las elecciones municipales y autonómicas con determinación y sin giros de ningún tipo. Si quedan por debajo del PSOE la cosa cambia, porque por mucho que el número dos de la lista del PP, Esteban González Pons, afirme que “el Gobierno no se examina”, los ciudadanos si lo someterán hoy a juicio. Una derrota equivaldría a la evidencia de que no ha calado el mensaje de la recuperación que el Gobierno expande, aunque se traduzca en la macroeconomía.

Las consecuencias se traducirían necesariamente en algunos cambios, bien motu proprio o por la presión persistente de la oposición día a día. La capacidad de defensa del Gobierno vendría dada por el nivel de la derrota. Según los resultados, en los partidos decidirán si toman como baremo las elecciones generales de 2011 o las europeas de 2009. Con el ánimo frío, al principio de la campaña, no había apenas duda de que habría que fijarse en las de 2011. En esos comicios se produjo la entrada en el Parlamento de partidos antes sin representación. El mapa actual es de siete grupos parlamentarios que engloban a 13 partidos.

Pues bien, en esas elecciones generales el PP se atrajo al 44,62% de los votantes y el PSOE al 28,73. Aunque saltará a la vista cuántos eurodiputados menos tendrán en Bruselas y Estrasburgo populares y socialistas, y cuántos representantes podrá aportar cada uno a las dos grandes coaliciones europeas que decidirán —si no hay objeción de los jefes de Estado y de Gobierno— si un conservador o un socialdemócrata preside Europa.

Quién pierde más es la otra variable de disputa entre los dos partidos mayoritarios. Si el PP baja en este primer test electoral desde que ganó las elecciones del 44% a menos del 30%, la oposición parlamentaria proclamará que “ha perdido la mayoría” y no puede gobernar sin escuchar a nadie. Así lo anticipan desde el PSOE, IU y UPyD

Quienes no quieren perder la mayoría son los presidentes autonómicos del PP. Ellos serán los que con más minuciosidad escudriñarán los resultados electorales este año. Región a región, provincia a provincia, pueblo a pueblo. Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares, Madrid, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja, Cantabria, en manos del PP, aspiran a conservar el poder en las elecciones de mayo del próximo año.

Ninguno de sus presidentes tendrá el menor titubeo para hacer ver al presidente del Gobierno de España y del PP, Mariano Rajoy, que el desafecto hacia la política del Gobierno, en caso de que se produzca con el voto de hoy, no puede arrastrarles. La presión de los barones sí puede tener un efecto directo sobre la política de Rajoy, en mucha mayor medida que el hostigamiento de la oposición, señalan en fuentes populares. “El PSOE no perdió las elecciones en noviembre de 2011, sino que la verdadera derrota se produjo en mayo de ese año en las municipales y autonómicas”. Esta apreciación de un político territorial del PP podría ser compartida por los socialistas extremeños, castellano-manchegos y cántabros, que perdieron las elecciones ese año y se unieron a la oposición de la que forman parte los socialistas madrileños, valencianos, baleares y riojanos, entre otros.

La joya de la corona sigue siendo Andalucía, gobernada por los socialistas con el apoyo de IU, y salva la honrilla el socialismo asturiano, en el Gobierno aunque con precariedad al no tener mayoría. Si la pérdida de poner autonómico fue dramática para los socialistas, no lo fue menos la sangría que sufrieron los alcaldes del PSOE que tuvieron que entregar el bastón de mando a los candidatos del PP. Estos, los alcaldes populares, participan esta noche del análisis de lo que ocurre en sus poblaciones para comprobar el efecto de las políticas del Gobierno central en sus gobernados. Si el resultado es malo y se sienten ajenos al castigo, también desde la Federación Española de Municipios y Provincias, Femp, se advertirá que necesitan más recursos para mantener el poder.

La fortaleza del PP y del PSOE, a nivel general, y por regiones y poblaciones, se conocerá esta noche, aunque Izquierda Unida y UPyD adelantan su convicción de que el bipartidismo va a llevarse un fuerte varapalo.

“Tenemos datos según los cuales entre PP y PSOE no sumarían ni el 25% del censo electoral”, informa un dirigente de la coalición izquierdista, echando mano de otro baremo de medir los resultados. En estas séptimas elecciones europeas para los españoles, tienen derecho al voto 36 millones y medio de ciudadanos con la suma de los españoles residentes en el extranjero. Las previsiones apuntan a que no votarán más del 42% de los encuestados; entonces se verá en número real de ciudadanos cuántos han apoyado a cada cual. El alza de UPyD e IU parece incuestionable, así como la pugna por entrar de Ciudadanos, Podemos y Primavera Europa, con Equo como principal fuerza. Se verá si el afán de todos por empujar hacia el desplome del PP y del PSOE se cumple. Si no es así y el PSOE resiste, habrá un respiro al echar por tierra la intención del PP de afianzar el mensaje de la recuperación económica. Los socialistas, solo con que detengan la caída, interpretarán que la recuperación que empieza es la de ellos.

A falta de datos mínimamente fiables de lo que puede ocurrir, dada la altísima abstención declarada y la persistente respuesta de la indecisión sobre a quién votar, los socialistas se fijan en su campaña. La candidata Elena Valenciano y el secretario general están más que satisfechos por la afluencia a sus actos. Pero no solo ellos, esta es la apreciación de la mayoría de las federaciones. “Los nuestros han salido a la calle, a dar la cara, algo que no pasaba hace mucho tiempo”, señala un líder local, siempre hablando de los suyos, de los de carné. Sí, los mítines del PSOE han resultado en términos generales más vistosos y concurridos que los del PP, y en este partido lo reconocen. Un dirigente popular lo explica así: “Ellos han podido ganar la campaña, pero las elecciones están más de nuestro lado”.

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