Hiperactividad

El trastorno de moda

Hace veinte años no existí­an en las aulas alumnos afectados del sí­ndrome de hiperactividad (THA), ni del trastorno por déficit de atención (TDA). A los escolares inquietos que molestaban en clase se les castigaba y los que no aprendí­an eran relegados al «pelotón de los torpes». El hecho de que, a dí­a de hoy, estos niños sean diagnosticados de HA + TDA ¿ es realmente un avance?

En esta sociedad del siglo XXI que uniformiza, anula y trata de aniquilar lo individual de cada sujeto, la hiperactividad es, a la vez, pregunta y respuesta; es el triunfo de lo personal frente al sistema, el último recurso del niño bien alimentado y atendido para que se le escuche.

Analicemos paso a paso la situación porque en la definición del síndrome de hiperactividad están confundidos y peligrosamente enmarañados conceptos pedagógicos y criterios médicos.

En primer lugar hay que tener en cuenta que bajo esta denominación de HA+TDA asociado se encuentran un amplio abanico de conductas que ocasionan dificultades en el alumno y problemas en el aula . Se trata de niños con necesidad continua de moverse y de cambiar de actividad, que no se concentran, que olvidan lo que se les dice, incapaces de memorizar, que gritan mucho, resuelven los conflictos a golpes y empujones y, en general, rompen la actividad cotidiana en el aula. «Medicar al niño “hiperactivo” es silenciar el síntoma en lugar de resolver el problema»

Desde la escuela suele venir la primera llamada de atención sobre estos chicos con problemas, en principio solamente escolares. Sucede que a menudo en su casa manifiestan una conducta similar y entonces se impone la visita al médico y/o psicólogo para que establezca el diagnóstico, toda vez que padres y maestros se confiesan incapaces de resolver el problema.

Y es aquí donde, habitualmente, el niño deja de tener nombre propio, para convertirse en paciente afectado de “síndrome de hiperactividad y/o trastorno de déficit de atención”: en consecuencia se le medica con un compuesto llamado “Ritalín” o Rohipnol o Concerta que atenúa los síntomas y tranquiliza al niño y a los adultos encargados de su educación y crianza.

El tal medicamento tiene en su composición anfetaminas que, curiosamente, actúan como tranquilizantes y moderadores de la conducta, Primera contradicción médica que urge investigar. Parece que con el síndrome de hiperactividad ocurre lo mismo que con la depresión, si el enfermo reacciona positivamente a los antidepresivos es que estaba deprimido. La enfermedad definida en base a los medicamentos y no a las causas.

En efecto, de esta forma llegamos al meollo de la cuestión porque el HA+TDA es un síntoma o conjunto de síntomas de un sujeto infantil que habla de sí mismo y de sus conflictos a través de esas conductas. El medicamento les hace callar, silencia los síntomas , pero no resuelve el problema.

Se impone buscar otros caminos, otras vías de investigación, porque el alumno con problemas, el niño problemático es, esencialmente, un sujeto que sufre. No necesariamente procedente de un medio social conflictivo o de una familia desestructurada ¿?; sencillamente un sujeto que, en su devenir, se ha tropezado con conflictos que no sabe resolver.El niño habla a través de su síntoma ya que no es capaz de poner en palabras lo que le inquieta, de ahí la queja de padres y profesores: este niño no para quieto. Se manifiesta con todo el cuerpo, ya sea activamente (hiperactividad) o pasivamente (trastorno de déficit de atención).

Al adulto toca interpretar, de alguna manera, lo que el niño dice y ayudarle a poner en palabras lo que le aqueja. En cambio lo silenciamos, a su llamada de socorro respondemos con una mordaza, llámesele Concerta o terapia conductista o técnicas de relajación. Por eso es más que cuestionable este “supuesto” avance diagnóstico, fundamentalmente porque borra al sujeto y en su lugar pone al “paciente aquejado de…”

Que todo sujeto tiene una historia personal que lo determina lo descubrió Freud hace más de un siglo, que la palabra cura, también.

En esta sociedad del siglo XXI que uniformiza, anula y trata de aniquilar lo individual de cada sujeto, la hiperactividad es, a la vez, pregunta y respuesta; es el triunfo de lo personal frente al sistema, el último recurso del niño bien alimentado y atendido para que se le escuche.

Y solamente la escucha atenta y cuidadosa, profesional, si se quiere, puede abrir el camino a la resolución de los problemas y proporcionar al niño recursos para afrontar la vida.

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