El nuevo Papa

El Tercer Hombre

La elección del Papa Francisco ha sido desde el principio una decisión estratégica y estructural sin precedentes

No es casualidad que el Vaticano se haya decantado, más visto su desarrollo, por un Papa iberoamericano con fuertes lazos con los movimientos sociales y las estructuras de base de la Iglesia.

Por una parte, la correlación de fuerzas a escala mundial manda. Y el Vaticano, tanto como Estado, como cabeza mundial de los católicos, ha sabido leer el curso de los acontecimientos y decantarse por no perder el paso de los profundos cambios que se están produciendo en el mundo.

Y por otra, la necesidad de dar una respuesta a los conflictos y luchas de poder internas que, enfrentadas a las exigencias de una comunidad católica que demanda mayor democracia, transparencia y “sensibilidad” por los “más desfavorecidos”, obligan a tomar medidas drásticas sin alterar los pilares fundamentales que permiten a la curia romana no perder las firmes riendas de la Iglesia.

Revolución en la Iglesia

Nadie podía esperar una “revolución”, y quien lo haga peca del más absoluto idealismo. Pero, ¿no son algunas de las decisiones del Papa Francisco pequeñas “revoluciones” desde el punto de vista de los intereses de la casta vaticana.

La reunión del Papa con la presidenta argentina, el viaje a Brasil, las múltiples declaraciones exigiendo “humildad, austeridad y cercanía” a la alta jerarquía de la Iglesia, o la reciente reunión con el presidente Evo Morales, suponen algunos de los gestos más significativos. Además de, como dice el teólogo Juan José Tamayo, en un artículo que reproducimos en parte a continuación, “renuncia a vivir en el Vaticano, invitación a los jóvenes a rebelarse e indignarse, defensa de los derechos de los inmigrantes sin papeles, visita a las fabelas en su viaje a Brasil, crítica de los sacerdotes y obispos instalados en el conformismo, denuncia del capitalismo, defensa de una Iglesia pobre y de los pobres, austeridad de vida…”. La elección de Pietro Parolin como nuevo Secretario de Estado Vaticano es, sin duda, la más estructural de todas las decisiones..

De China a Venezuela

Hasta este nombramiento Parolin era nuncio del Papa en Caracas. Parolin es italiano, nacido en la región de Véneto, al norte de Italia. Tiene 58 años y fue ordenado sacerdote en 1980. Tres años después, ingresó en la Pontificia Academia Eclesiástica, la escuela de diplomacia vaticana que forma al personal para el trabajo en nunciaturas y en Secretaría de Estado.«La elección de Parolin es la decisión más estructural»

Es un hombre de vasta experiencia diplomática. Antes de ser nuncio en Venezuela, donde ha permanecido cuatro años cuidando las relaciones del Vaticano con el gobierno bolivariano, pasó tres años de servicio en la nunciatura de Nigeria y otros tres años en la de México contribuyendo de forma decisiva al restablecimiento de las relaciones entre el país y la Santa Sede.

En 1992 volvió a Roma para trabajar en la Secretaría de Estado. Se ocupó entonces de las relaciones con países africanos y latinoamericanos. En 2002 pasó a ser el «número dos» del equivalente vaticano a un ministerio de asuntos exteriores, la subsecretaría de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado.

En aquellos años, junto a Benedicto XVI, trabajó por entablar contacto con el gobierno chino, de hecho, viajó a Pekin con una delegación vaticana para ocuparse de la situación de los católicos chinos. También trabajó por normalizar las delicadas relaciones con Vietnam o en cuestiones de índole jurídica pendientes con el Estado de Israel. En este organismo, trabajó desde 2009 momento en que Benedicto XVI le nombró nuncio en Venezuela. Desde el 15 de octubre será el «primer ministro» del pontificado de Francisco.

El Tercer Hombre

Se trata de uno de los nombramientos más esperados en este inicio de Pontificado del papa argentino, después de que Tarcisio Bertone de 78 años, había quedado salpicado por el escándalo de las filtraciones de los documentos vaticanos (el llamado Vatileaks), en los que se le acusaba de mala gestión y de abuso de poder.

Según fuentes de la Iglesia, aún está por definir cuál será el papel del nuevo Secretario de Estado, ya que podrían cambiar sus poderes debido a la reforma de la Curia que está acometiendo Francisco tras las peticiones de los cardenales. Pero lo que es indudable es el valor del nombramiento en sí mismo. Un gestor formado en la diplomacia, con fuertes vínculos y relaciones con los gobiernos de las potencias emergentes, y especializado en resolver conflictos de especial dificultad y equilibrio diplomático.

No olvidemos que la oposición del Papa a la intervención en Siria ha sido, desde el principio, rotunda y sin vacilaciones. En la situación de debilidad de la superpotencia norteamericana, esta denuncia no debe haber sentado nada bien. Cabe recordar también, cómo tras la contundente denuncia de Juan Pablo I contra la invasión de Irak, los casos de pederastia en EEUU se multiplicaron de forma exponencial.

Nos queda esperar la respuesta a esta transformación estructural del Papa Francisco. No solo de los sectores que han de resistirse a este proceso dentro de la Iglesia, sino principalmente de la superpotencia norteamericana, el Tercer Hombre.

La Teología de la Liberación y el Papa Francisco

Juan José Tamayo

¿Puede asumir la Iglesia institucional con el pontífice a la cabeza la TL como orientación ideológica? Así lo parece si atendemos a los gestos, discursos, actitudes y opciones que ha adoptado del papa Francisco en poco menos de medio año al frente de la Iglesia católica: renuncia a vivir en el Vaticano, invitación a los jóvenes a rebelarse e indignarse, defensa de los derechos de los inmigrantes sin papeles, visita a las fabelas en su viaje a Brasil, crítica de los sacerdotes y obispos instalados en el conformismo, denuncia del capitalismo, defensa de una Iglesia pobre y de los pobres, austeridad de vida, etc. Así lo creen importantes sectores religiosos y laicos, incluidos los progresistas y hasta algunos teólogos –no así las teólogas- de la liberación. En esa dirección parece ir el texto de Gustavo Gutiérrez publicado en L’ Osservatore Romano, impensable durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Yo creo, sin embargo, que una teología que hace de la opción por los pobres su imperativo categórico es difícilmente asumible por la institución eclesiástica por varias razones: por el lugar social en el que se ubica –los pobres, los movimientos sociales-, por la radicalidad de sus opciones –interculturalidad, pluralismo y diálogo interreligioso, diversidad sexual, lucha contra la pobreza estructural-, por la revolución metodológica que implica al partir del análisis de la realidad y de la praxis revolucionaria; por la crítica del poder eclesiástico y de sus instituciones.

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