Tras su convulsa marcha de la Casa Blanca, muchos se preguntaron hasta qué punto el trumpismo podría seguir sin Trump como presidente. Pero la realidad ha tumbado esa pregunta. A día de hoy Trump y el trumpismo siguen siendo actores políticos de primerísima magnitud, en EEUU y en el mundo.
Ante esta realidad, cabe preguntarse ¿por qué? ¿Qué sectores de las finanzas y de las grandes empresas monopolistas de EEUU respaldan a la línea política que representa el trumpismo? ¿Cuáles son los respaldos oligárquicos de Donald Trump?
El registro de la mansión de Mar-a-Lago por el FBI y la ristra de problemas legales que arrastra el expresidente -que van desde su grado de implicación en el asalto al Capitolio a los intentos de manipular las elecciones de 2020 en varios Estados, pasando por graves irregularidades contables y fiscales de su imperio económico- y que pueden acabar llevándolo a la cárcel o inhabilitándolo políticamente no pueden ocultar un hecho enormemente significativo. Hoy por hoy, Donald Trump y el trumpismo siguen controlando buena parte de las riendas de uno de los dos partidos en los que se asienta el poder político de la potencia más poderosa del mundo, el Partido Republicano.
Cuando quedan unos dos meses para las ‘mid-term’, las elecciones de medio mandato, en las que se renuevan los 435 escaños de la Cámara de Representantes, un tercio de los escaños del Senado, y los gobernadores de 34 de los 50 estados de EEUU, los dos grandes partidos celebran sus primarias. Y en las del Partido Republicano, los candidatos aliados o promovidos por Trump -que respaldan al magnate y avalan la teoría de ‘la gran mentira’ y del fraude en las presidenciales de 2020- han salido, con muy pocas excepciones, como los ganadores, arrebatándoles el puesto como elegibles a los postulados por las alas tradicionales del ‘Grand Old Party’.
El trumpismo no sólo no retrocede, sino que consolida sus posiciones y avanza dentro del Partido Republicano. Al menos un tercio de los que serán candidatos conservadores al Congreso sostienen las tesis trumpistas de que las elecciones de 2020 estuvieron amañadas y que Biden es un presidente ilegítimo. Y según un análisis del Washington Post también es el caso de unos 250 ganadores de las 469 carreras de primarias, incluyendo las que son para gobernador y otros cargos estatales. En ellas los candidatos trumpistas han derrotado a sólidos contrincantes republicanos, representantes del viejo «establishment» conservador, y avalados por antiguos pesos pesados del partido
El caso más significativo del pedigrí de los republicanos derrocados por el trumpsimo es el de Liz Cheney, la hija de uno de los más duros y poderosos halcones republicanos, el vicepresidente de G.W.Bush, Dick Cheney. Hace pocos años, Liz Cheney -cuyas posiciones políticas son inequívocamente conservadoras, tanto que como congresista ha votado ‘Sí’ al 93% de las leyes de Trump- habría ganado sin discusión las primarias de Wyoming, pero ahora ha sido barrida por la ultra-trumpista Harriet Hageman. Cheney ha cometido el peor pecado para Trump: volverse en su contra, tanto que votó dos veces por su destitución y ha codirigido la comisión parlametaria que investiga la implicación del expresidente en los actos insurreccionales del Capitolio.
De los diez republicanos que respaldaron el impeachment contra Trump, que sobrevivió a dos juicios políticos, solo dos han sobrevivido las primarias. Cuatro no se han presentado y tres antes que Cheney han sido desbancados por candidatos trumpistas.
El trumpismo sigue controlando buena parte de las riendas del Partido Republicano.
Trump nunca fue un outsider
Casi desde el principio, nos presentaron a Donald Trump como un ‘outsider’, como un estridente personaje que, basándose en sus propios medios económicos -como él mismo dice, es «inmensamente rico»- y mediante sus populistas, demagógicos y reaccionarios discursos, se ha metido en el bolsillo a un amplio sector de los votantes norteamericanos, especialmente a sectores desencantados por las políticas económicas y sociales de la presidencia de Obama.
Pero esto nunca fue cierto, Trump nunca fue un verso suelto. El trumpismo siempre fue una línea de dirección de la superpotencia norteamericana, respaldada, impulsada y al servicio de su clase dominante. Desde 2016 a 2020, los cuatro años de Trump en la Casa Blanca se tradujo en una política exterior al servicio de defender y fortalecer la hegemonía de EEUU en el mundo, buscando tanto la contención furiosa de potencias emergentes como China, como respuestas agresivas contra la lucha de los países y pueblos del mundo. Trump imprimió una política económica que multiplicó las ganancias de Wall Street y de importantes sectores monopolistas, y que defendió de forma contundente sus intereses económicos y comerciales frente a otras potencias y burguesías monopolistas, por ejemplo con múltiples conflictos arancelarios.
Durante sus cuatro años de mandato, Trump logró «reclutar» nuevos apoyos oligárquicos.
Detrás de Donald Trump siempre estuvieron importantísimos sectores de la banca, los grupos financieros y de las corporaciones monopolistas de EEUU. Y para comprobarlo, nada más sencillo que seguir la pista del dinero que deseaba su reelección en 2020.
Según la revista Forbes y la Comisión de Elecciones Federales (FEC), para las elecciones de 2020 que acabaría perdiendo contra Biden, la campaña de Trump estuvo generosamente financiada por las donaciones de al menos 80 multimillonarios. Se trata del 9% de las personas más superricas de EEUU, que suman una riqueza de 210.000 millones de dólares, una cifra que supera el PIB de Grecia.
Durante sus cuatro años de mandato, Trump logró «reclutar» nuevos apoyos oligárquicos: según Forbes, el 51% de los donantes a la reelección de Trump en 2020 no lo habían hecho en 2016, cuando salió elegido contra Hillary Clinton. Para 2020, Donald Trump había conseguido unos 25,8 millones de dólares para su campaña de reelección.
Aunque no cabe duda de que para que Biden llegara a la Casa Blanca, los demócratas contaron con el respaldo de sectores tan o más poderosos de la clase dominante, teniendo en cuenta los ejecutivos que forman parte de las compañías que cotizan en el exclusivo índice Standard & Poor’s 500 -el que se considera principal índice de la bolsa de Wall Street, y por tanto la élite de las finanzas, de la industria y el comercio monopolista de EEUU- aquellos que apoyaron a Trump en las elecciones de 2020 llegaron a quintuplicar en volumen a los donantes de Biden.
Contando los ejecutivos de las compañías que cotizan en el exclusivo índice S&P 500, aquellos que apoyaron a Trump en 2020 quintuplicaron a los donantes de Biden.
Entre los respaldos oligárquicos de Trump en 2020 encontramos a nombres tan poderosos de Wall Street como Stephen Schwarzman (CEO de Blackstone, uno de los principales bancos de EEUU y el mundo), a magnates de fondos de inversión como John Paulson y Charles B. Johnson (ex-jefe de Franklin Templeton Investments), a Jeffrey Sprecher, director ejecutivo de International Exchange y presidente de la Bolsa de Nueva York, o al banquero de Texas Andy Beal, que con una riqueza individual de 8.100 millones de dólares es el milmillonario que más dinero aportó a la reelección del republicano.
Pero entre los apoyos monopolistas de Trump en 2020 también encontramos acaudalados representantes del mundo de la construcción, las cadenas hoteleras, las inmobiliarias y los bienes raíces; la industria, la minería, la energía y las petroleras; las telecomunicaciones y tecnológicas (Safra Catz, CEO de Oracle), el entretenimiento (Isaac y Laura Perlmutter, importantes accionistas de Marvel) y las cadenas de televisión (como Rupert Murdoch, dueño de la cadena Fox); el mundo del comercio minorista y los mega-centros comerciales; grandes compañías de cosméticos como Revlon; y hasta propietarios de casinos (William Hornbuckle, número uno de MGM Resorts International) y franquicias deportivas, como la mediática WWE (lucha libre).
¿Qué apoyos conserva Trump ahora?
¿Conserva Trump la mayor parte de esos apoyos oligárquicos tras los convulsos sucesos del 6 de enero de 2021, en los que una turba de trumpistas -alentada por el expresidente- trató de impedir de forma golpista el traspaso de poderes a Joe Biden? Es difícil discernirlo de forma clara porque Trump todavía no se ha postulado como candidato presidencial, pero todo parece indicar que una parte de esos apoyos se ha retirado, ha tomado distancia o incluso se ha puesto en su contra.
Tras el asalto al Capitolio, muchas de las grandes firmas de Wall Street no sólo retiraron sus apoyos financieros a Trump, sino a los republicanos alineados con él
Tras el asalto al Capitolio, muchas de las grandes firmas de Wall Street no sólo retiraron sus apoyos financieros a Trump, sino a los republicanos alineados con él. Entre ellas tenemos firmas financieras tan importantes como Morgan Stanley, la cadena de hoteles Marriott, General Electric, la mega-química Dow, la empresa de telecomunicaciones AT&T o la multinacional de tiendas y grandes almacenes Walmart.
Si bien los Comités de Acción Política (PAC) directamente vinculados a Trump -como ‘Save América’ y ‘Make America Great Again, Again!’- han recaudado más del doble de efectivo que el Comité Nacional Republicano, los mayores donantes oligárquicos del Partido Republicano han tomado distancias con el trumpismo, aunque sin llegar a desautorizarlo públicamente. No han donado a los PAC trumpistas, sino a los súper PAC republicanos que buscan recuperar la Cámara y el Senado este otoño.
Entre ellos tenemos a banqueros tan importantes como Stephen Schwarzman (Blackstone) Ken Griffin o Paul Singer, y a corporaciones como Chevron o Home Depot. Algunos de ellos como el ex banquero David McCormick han pasado directamente a postularse como rivales de los candidatos propuestos por Trump.
Carlos y sus pdfs son amenaza para la seguridad nacional dice:
Genial el artículo, que junto a éste https://deverdaddigital.com/los-respaldos-de-clase-de-biden/ nos da la radiografía de toda la burguesía monopolista norteamericana
Una burguesía irreconciliable, que llega incluso al asesinato de Kennedy o mandar a la policía política del FBI a casa de Trump
Es la cuarta contradicción que mueve el mundo, de la que habla el PCCH (partido Comunista chino) en los 25 puntos de Pekin : «contradicción entre grupos monopolistas»