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El rescate se desvanece: ¿Y si no lo hay?

¿Rescate?, ¿qué rescate? Tanto la pregunta como la respuesta no son un mero recurso dialéctico. Ni, por supuesto, pura retórica. Es la esencia del problema. Lo que antes se veía como algo inevitable hoy se ve como algo cada vez más difuso. La causa tiene que ver, lógicamente, con el descenso de la prima de riesgo -ayer cerró en 370 puntos básicos, el menor nivel desde abril-, pero también con el convencimiento de que algo está cambiando en Europa. Y esta vez en la buena dirección para España.

Lo que antes se veía como una auténtica ‘línea roja’ -el cumplimiento estricto del calendario de reducción del déficit público- se ve hoy con cierto relativismo. La Alemania de Merkel ya ha asumido que una economía que estará de forma continuada siete u ocho trimestres en recesión (al menos hasta el tercer trimestre de 2013), es prácticamente imposible que pueda lograr un ajuste fiscal como el que se le pide. Nada menos que tres puntos del PIB (unos 30.000 millones de euros)

Pero lo que es todavía más relevante, hasta los mercados –personalizados en la agencia Moody´s- comienzan a pensar que no es ninguna tragedia que España no logre situar el déficit público en el 6,3% este año y el 4,5% el próximo. Lo que antes se veía como una herejía es hoy, sin embargo, un accidente derivado de una desaceleración de la actividad económica a nivel mundial (nada de derrumbe) que se cebará, precisamente, en los dos países con más problemas de la UE al margen de los rescatados: España e Italia.

Pero si a esto se une el hecho de que ni Rajoy ni Merkel tienen ningún interés en pedir el rescate y abrir la caja de Pandora (los parlamentos nacionales del euro tendrían que aprobar las ayudas), la conclusión está servida: la posibilidad de rescate, virtual o real, se disipa. Sobre todo a la vista de un hecho extraordinariamente importante: España ha cubierto prácticamente su financiación hasta final de año, lo que le permite al Tesoro, incluso, sobreendeudarse por si en el futuro vienen mal dadas. Como sostiene un miembro del Gobierno, “no es fácil adivinar lo que pasará más allá de 15 días, pero hoy por hoy no hay ninguna novedad”.

El objetivo de España es ganar tiempo como sea, convencido como está el ministro De Guindos del efecto taumatúrgico que ha tenido la Declaración del Consejo Europeo del 29 de junio. Una declaración en la que existe el compromiso tácito de “garantizar la estabilidad financiera de la zona del euro”. Para ello se utilizará, sostiene el comunicado, el Mecanismo de Estabilidad (Mede) “de manera flexible y eficiente con objeto de estabilizar los mercados para los Estados miembros que respeten sus recomendaciones específicas por país”. Y utilizando, al mismo tiempo, el bazuca del BCE, que haría de agente del Mede en las operaciones del mercado.

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