El rescate final

«Los mecanismos de rescate están para ser utilizados; por lo tanto, la decisión de Sócrates es razonable. Evita una larga agoní­a de subastas de activos con rentabilidades crecientes que el paí­s no podí­a pagar ni soportar. Pero, al hilo de la petición de rescate, las autoridades europeas tienen una tarea urgente: reformar el sistema de financiación del Fondo, de forma que los paí­ses que acuden al mecanismo no tengan que pagar tipos de interés elevados por la financiación recibida. Cualquier tasa superior al 5%, como es el caso, limita el margen de recuperación del rescatado.»

La reacción de los mercados de deuda durante los róximos días confirmará si es correcta la teoría de las fichas del dominó. De serlo, las convulsiones especulativas se centrarían ahora en la deuda española, dado que la banca española acumula activos portugueses. En contra de esa teoría despunta el hecho de que la solvencia española se ha desmarcado claramente de Portugal y de Irlanda. (EL PAÍS) ABC.- Y, como no podía ser de otra manera, han sido los dos países más grandes de la Eurozona en términos de Producto Interior Bruto, como son Francia y Alemania los que han movido ficha. La ministra gala de Economía, Christine Lagarde, ha asegurado que la petición de ayuda de Portugal tiene que venir acompañada de “esfuerzos por su parte”. Lagarde añadió que ahora lo que hay que hacer es “ponerse manos a la obra para responder a la demanda de Lisboa y examinar las condiciones a las que el préstamo se realizará”. Por su parte el titular alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, ha dicho que “la ayuda financiera sólo puede ser concedida bajo la adopción de un programa de reformas en cuya elaboración participarán el Gobierno portugués, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que podrá llevar dos o tres semanas. EL ECONOMISTA.- En este marco, la tesis gubernamental de que los fundamentales de la economía nacional son sólidos o, al menos, mucho más que los de Grecia, Irlanda o Portugal es errónea por dos razones básicas: la primera, porque la coyuntura económico-financiera española condensa, si bien con menor intensidad, todos los elementos que han desencadenado las crisis de deuda en los demás estados periféricos. La segunda, porque el Gobierno ha ido siempre por detrás de lo exigido por las circunstancias económicas y por los mercados para restaurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, sanear el sistema banca-cajas y aplicar las reformas estructurales imprescindibles para poner las bases de la recuperación. En este entorno, el peligro de una intervención de la economía española no ha terminado. Editorial. El País El rescate final El gobierno portugués se rindió ayer a la evidencia. José Sócrates, primer ministro en funciones, anunció que presentará una petición de ayuda financiera a la Unión Europea. El grueso de esa ayuda provendrá del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera; con la suficiente antelación, Bruselas ya había mostrado su disposición a acudir al rescate de Portugal. La petición portuguesa de auxilio no ha sorprendido a nadie. La situación de la solvencia del país era insostenible, pero la petición de rescate se venía demorando por razones políticas. Concretamente por el deseo de José Sócrates de soportar la presión de los mercados para que fuera el Gobierno que se formará tras las elecciones el que formalizara el requerimiento. Pero ayer se dieron dos hechos demoledores. Por una parte, el tesoro portugués logró colocar en el mercado 1.005 millones de euros, pero con un interés que prácticamente duplicaba lo pagado en la subasta anterior. Después, los grandes bancos portugueses anunciaron al Gobierno del país que dejaban de comprar deuda pública lusa durante los próximos meses. Fue el empujón definitivo hacia el rescate. Los primeros cálculos suponen que el rescate de Portugal tendrá un coste de unos 75.000 millones de euros. La sociedad portuguesa se enfrenta ahora a una situación paradójica. Porque la ayuda financiera de la UE no significa que los problemas económicos del país hayan terminado; sólo que se evita la situación peor para la solvencia de un país, que es el impago. A cambio del rescate europeo, la economía lusa tendrá que aplicar un programa drástico de ajuste, similar o más duro al Plan de Sócrates rechazado por el Parlamento. La primera moraleja del rescate es que las maniobras políticas no han servido para evitar lo inevitable: un recorte radical de rentas durante el próximo lustro y un rosario de reformas estructurales. Los mecanismos de rescate están para ser utilizados; por lo tanto, la decisión de Sócrates es razonable. Evita una larga agonía de subastas de activos con rentabilidades crecientes que el país no podía pagar ni soportar. Pero, al hilo de la petición de rescate, las autoridades europeas tienen una tarea urgente: reformar el sistema de financiación del Fondo, de forma que los países que acuden al mecanismo no tengan que pagar tipos de interés elevados por la financiación recibida. Cualquier tasa superior al 5%, como es el caso, limita el margen de recuperación del rescatado. La reacción de los mercados de deuda durante los próximos días confirmará si es correcta la teoría de las fichas del dominó. De serlo, las convulsiones especulativas se centrarían ahora en la deuda española, dado que la banca española acumula activos portugueses. En contra de esa teoría despunta el hecho de que la solvencia española se ha desmarcado claramente de Portugal y de Irlanda. El plan español de austeridad fiscal y las reformas económicas están en marcha. Y consiguen resultados. Por lo tanto, lo más probable es que la crisis de la deuda europea acabe en Portugal. EL PAÍS. 7-4-2011 Portugal. ABC Alemania y Francia advierten a Portugal que el rescate será a cambio de “esfuerzos” Maribel Núñez La petición de ayuda financiera por parte de Portugal al resto de socios europeos y al Fondo Monetario Internacional, que se formalizará hoy, ha supuesto la activación del mecanismo de los rescates financieros, inaugurado en mayo del año pasado por Grecia y utilizado también en noviembre por Irlanda, lo que supondrá nuevos programas de austeridad, como ya se han apresurado a recordar algunos socios europeos. Y, como no podía ser de otra manera, han sido los dos países más grandes de la Eurozona en términos de Producto Interior Bruto, y por tanto de participación en el capital del Banco Central Europeo (BCE) y en el Fondo de Estabilización Financiero de la Eurozona (FEEF), como son Francia y Alemania los que han movido ficha. La ministra gala de Economía, Christine Lagarde, ha asegurado que la petición de ayuda de Portugal tiene que venir acompañada de “esfuerzos por su parte”. Lagarde añadió que ahora lo que hay que hacer es “ponerse manos a la obra para responder a la demanda de Lisboa y examinar las condiciones a las que el préstamo se realizará”. Por su parte el titular alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, ha dicho que la petición de Lisboa era “razonable y necesaria”, al tiempo que justificaba sus palabras por la reacción que han tenido hoy los mercados. El ministro añadía en una declaración escrita que “la ayuda financiera sólo puede ser concedida bajo la adopción de un programa de reformas en cuya elaboración participarán el Gobierno portugués, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que podrá llevar dos o tres semanas. Negociación del rescate La realidad es que la negociación de este rescate, según confirmó el miércoles el ministro portugués de Economía, Fernando Teixeira dos Santos, se estaba llevando discretamente en Lisboa desde hacía días, lo que originó el aumento de las especulaciones sobre su inminencia en la prensa internacional. El rescate, cuyo montante está aún por determinar pero que podría estar entre los 75.000 y 90.000 millones de euros, se dividirá en tres partes, de las que los países europeos se harán cargo de dos de ellas y la tercera será para el Fondo Monetario Internacional, aunque el préstamo en su conjunto estará sujeto al mismo plan de condicionalidad, o lo que es lo mismo, a un severo plan de ajuste que supondrá a buen seguro subidas de impuestos y nuevos recortes del gasto público, lo que catapultará a la economía portuguesa a años de bajo crecimiento y elevadas tasas de paro, además de a la práctica intervención de su economía por parte de las instituciones europeas. Reunión informal en Budapest Todos estos asuntos centrarán sin ningún género de dudas la reunión informal de ministros de Economía de la Eurozona y de la Unión Europea, el Eurogrupo y el Ecofin respectivamente, que tendrán lugar mañana y pasado en Budapest, en el marco de los encuentros que se realizan bajo la Presidencia semestral de la UE, que hasta junio está en manos de Hungría. A la reunión asistirán entre otros el Presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, el Director Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, y el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Uno de los que no faltará a la cita será el ministro de economía en funciones portugués, Fernando Teixiera dos Santos, que tendrá que explicar a sus homólogos la situación económica por la que atraviesa el país así como las necesidades de financiación a corto y medio plazo que tiene el Tesoro luso. ABC. 7-4-2011 Rescate. El Economista El baile de los malditos Lorenzo B. de Quirós La intervención de Portugal era inevitable y no había duda de que se produciría de inmediato. Sin embargo, ése no es el único problema que se plantea en el escenario europeo en el corto plazo. La reestructuración de la deuda griega está cantada y la posición financiera de Irlanda es insostenible. Los rescates de Grecia y de Irlanda y las medidas adoptadas para estabilizar los niveles de endeudamiento de ambos países son insuficientes para conseguir ese objetivo. Deuda insostenible Desde esta perspectiva, el riesgo de una crisis de deuda que se contagie al resto de la periferia europea e incluso a algunos países centrales, como Bélgica, cobra una extraordinaria virtualidad. Esto es consecuencia de una pésima articulación de los paquetes de salvamento, ya que sin una reestructuración previa de la deuda, la capacidad de pago de los rescatados es inexistente. Sin este requisito elemental, Grecia, Irlanda y Portugal están condenados a la quiebra. La deuda pública portuguesa es insostenible a tipos de interés del 10 por ciento y con unas expectativas de crecimiento planas. En este escenario, el aumento de la ratio deuda/PIB se situará alrededor del 115 por ciento en 2011. Al mismo tiempo, el sector privado apenas ha avanzado en la reducción de sus altos niveles de endeudamiento. La deuda total del país, pública y privada, se sitúa cerca del 300 por ciento del PIB. Por añadidura, Lisboa comparte con Atenas una crónica ausencia de ahorro interno que le impide obtener los flujos necesarios para mantener el stock de capital y los niveles de vida existentes hasta el momento sin financiación exterior. Intervención imprescindible Esto supone también que el Gobierno carece de margen para compensar la reestructuración del sector privado, si el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente no se reduce de manera significativa, lo que es imposible sin una mejora radical de la competitividad, meta inalcanzable sin adoptar reformas estructurales. Los desequilibrios lusos son de tal magnitud que es improbable que un paquete de 70 u 80.000 millones de euros sea suficiente para cubrir las necesidades de liquidez de Portugal para el período 2011-2013. Con los mercados financieros cerrados para los emisores de bonos portugueses,la intervención es imprescindible para evitar la bancarrota del país. Los últimos datos de crecimiento económico en Irlanda son una pésima noticia, sobre todo para quienes confiaban en que el dinamismo del sector exportador lograse evitar la insolvencia del país. La contracción del PIB en 2010 y las perspectivas de que esa situación se mantenga en 2011 encierran a la economía irlandesa en un diabólico círculo vicioso. La caída del PIB conduce a mayores niveles de los ratios de deuda y de déficit. En este contexto, la posibilidad de introducir reducciones adicionales del gasto público es muy estrecha y la opción de subir los impuestos sería letal para una economía estancada o en recesión. Es más, el alza de la fiscalidad sobre las sociedades, como ha propuesto el eje franco-alemán,supondría la pérdida de una de las principales ventajas competitivas de la economía irlandesa: su capacidad de atraer y retener compañías multinacionales. En suma, o bien Irlanda reestructura su deuda o en 2011 será un país insolvente. La rebaja de calificación de la deuda griega realizada por las principales agencias de rating la sitúan entre el bono basura y un activo altamente especulativo. Ello condujo a los Estados europeos a recortar en un punto los tipos de interés del préstamo suministrado a Grecia y a alargar el plazo de madurez de su bono hasta los siete años y medio. Las previsiones no alentan A pesar de estos placebos, la posición financiera del país no ha mejorado, lo que hace insoslayable la reestructuración de la deuda helena a la vista de la evolución a la baja del crecimiento económico: la Comisión Europea prevé una contracción del PIB del 3 por ciento en 2011, y un alza del endeudamiento del sector público, un 150 por ciento del PIB en ese año. Esto significa nuevas rebajas en la calificación de los bonos griegos en los próximos meses y, por tanto, la doble necesidad de suministrar más fondos europeos al país y, algo fundamental, reestructurar la deuda. La alternativa es que Grecia abandone el euro, lo que tendría implicaciones terroríficas para la economía helena y para la propia UEM. En este marco, la tesis gubernamental de que los fundamentales de la economía nacional son sólidos o, al menos, mucho más que los de Grecia, Irlanda o Portugal es errónea por dos razones básicas: la primera, porque la coyuntura económico-financiera española condensa, si bien con menor intensidad, todos los elementos que han desencadenado las crisis de deuda en los demás estados periféricos. La segunda, porque el Gobierno ha ido siempre por detrás de lo exigido por las circunstancias económicas y por los mercados para restaurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, sanear el sistema banca-cajas y aplicar las reformas estructurales imprescindibles para poner las bases de la recuperación. En este entorno, el peligro de una intervención de la economía española no ha terminado. Por añadidura, este riesgo tiene mayores probabilidades de materialización en presencia de un Gobierno interino, sin liderazgo y, por tanto, con una incapacidad absoluta de adoptar las decisiones de política económica que necesita España. ******************************************** “Olvidémonos de Portugal y centrémonos en España” Mientras las peticiones de ayuda por parte de Portugal ya son oficiales, y parece que el país luso correrá la misma suerte que Grecia o Irlanda, el economista Nouriel Roubini no se muestra preocupado por nuestro vecino, sino por España. "La gran cuestión no es Portugal, que es un país demasiado pequeño, sino el posible contagio a la economía española, un país demasiado grande como para ser rescatado", indicó a la cadena Bloomberg. Roubini enumeró diversas razones fundamentales para tal preocupación, como el desempleo, la vivienda, nuestro sistema financiero o la habilidad española para competir con nuestros colegas europeas. El profesor de NYU Stern y fundador de la consultora RGE afirmó que la atención debe estar ahora sobre nuestro país, ya que el posible contagio es evidente. Desde su punto de vista, España todavía tendrá que tomar decisiones muy difíciles para blindarse de la enfermedad que ya ha puesto en cuarentena a Grecia e Irlanda mientras Portugal espera impaciente en la unidad de cuidados intensivos. "Se han realizado reformas que van en la dirección correcta, pero es necesario implantar planes mucho más radicales para estabilizar la economía española así como sus condiciones fiscales y financieras". Sobre la subida de tipos del BCE En lo que se refiere a la subida de tipos del Banco Central Europeo, Roubini adelantó que Jean Claude Trichet podría aumentar hasta tres veces los tipos de interés este año, hasta alcanzar una tasa del 1,75%. "Entiendo la decisión del BCE", aseguró, sin embargo, no dudó en esbozar los riesgos de este endurecimiento de la política monetaria del país. "Tienen cinco países en la periferia de la UE que no registan crecimiento alguno, con graves problemas bancarios y una pérdida de competitividad por lo que creo que una subida de tipos no hará más que incrementar la fragilidad financiera, tanto del sistema bancario como del gobierno", sentenció el experto. EL ECONOMISTA. 7-4-2011

Deja una respuesta