El FMI exige todavía más “ajustes” en España

El “proyecto inacabado” del FMI

Nos repiten que “lo peor de la crisis ya ha pasado”, que “la época de los recortes ha concluido”, y que ahora se trata de que “los frutos de la recuperación económica lleguen a todos”. Este es un “relato” -palabra de moda para dulcificar la aguda lucha que existe en la propaganda- que busca rebajar nuestras defensas. Y que sobre todo no se corresponde con la realidad.

Lo han confirmado dos de las principales espadas del FMI. Ya no se habla de “los hombres de negro”, pero siguen existiendo, y continúan visitando España para someternos a una estrecha vigilancia.

Lo acaba de hacer David Lipton, subdirector del FMI. No ha sido una visita protocolaria. Venía a “recordar” el camino del que España no puede salirse.

Para Lipton “aunque de forma dolorosa, en España se ha avanzado mucho”. Eufemística forma de celebrar el saqueo que los recortes han impuesto sobre la población. Sin embargo, para el segundo del FMI, este es “un proyecto inacabado”. Quieren más. Necesitan más.

Lo acaba de confirmar Maurice Obstefeld, economista jefe del FMI. Afirmando que “es cierto que es duro pedir más después de que un país haya hecho reformas serias”. Pero no pide, exige a España más “reformas” en aspectos claves como pensiones, salarios…

Ni Lipton ni Obstefeld son economistas “neoliberales”. Los dos son “neokeinasianos”,la corriente que se nos presenta como “progresista” y opuesta a “los ajustes”. Fueron asesores de Obama, y rechazan muchos puntos de las políticas de Trump. Pero pertenecen al núcleo duro de la superpotencia -Lipton fue directivo del Citi, uno de los principales bancos norteamericanos-, y su papel es imponer en los países dependientes las políticas que necesita el gran capital estadounidense.

¿Cuál es la política del FMI para España? ¿En que “quieren más”?

Primero en pensiones. El último informe del FMI, “Retos más allá de la sostenibilidad financiera”, concentra en una sola frase los objetivos de Washington: “Una pensión pública no está destinada a cubrir el ingreso completo que el jubilado necesitaría para retirarse. Si existe tal expectativa, debe dejarse claro que no se puede cumplir”.

Para ello exige mantener hasta 2050 el tope del 0,25% en la “subida” de las pensiones, cronificando la pérdida de poder adquisitivo. Defiende rebajar del 50% al 35% la relación entre la pensión y el salario.Y propone aumentar las cotizaciones de los trabajadores desde el 21% al 27,3%. Es decir, pagar más para cobrar menos.

Por su parte, Obstefeld remarca que “hay que extender la vida laboral”… hasta los 70 años.

¿Y todo esto con qué objetivo? El FMI es claro. Recomienda la alternativa de Lo que parece difícil con sueldos y tipos bajos. Así que recomienda al Gobierno la alternativa de “enrolar automáticamente a los trabajadores en un segundo pilar privado respaldado por el Estado”. También sugiere, como otra opción, planes de empresa privados que destinen obligatoriamente a fondos de pensiones todos los futuros aumentos salariales.

Todo un proyecto para hacerse con el control de las pensiones públicas, degradándolas para convertirlas en un negocio privado.

No se quedan aquí las exigencias del FMI.

Lipton alaba “la devaluación interna” impuesta en España, es decir el recorte de salarios y rentas de la mayoría. Pero exige ir más allá. Impidiendo “que haya un periodo de incrementos salariales exagerados”. Y recomendando “crear un mercado laboral que sea lo suficientemente flexible”. Es decir, una nueva vuelta de tuerca a la reforma laboral.

Obstefeld es incluso más claro. Afirmando cínicamente que “cuando existe un número tan grande de trabajadores desocupados, hay una oportunidad muy grande para llevar a cabo reformas que aumenten la productividad”. Dicho claramente: aprovechémos ahora porque los parados de larga duración aceptarán condiciones draconianas para acceder a un empleo.

Y esgrimiendo siempre la guillotina del cumplimiento de los compromisos de reducción del déficit.

Olvídense de que los recortes hayan acabado. Lipton es claro: «Nuestra visión es simple. España tiene el compromiso adquirido de bajar el déficit público estructural a cero en unos pocos años, y debería cumplirlo. Pero para ello a medio plazo hacen falta más medidas». Y Obstefeld remacha defendiendo para España «un acuerdo político a largo plazo para la reducción de la deuda» que obligaría a nuevos ajustes.

De conjunto, el FMI “quiere más”, y ha enviado a España a sus máximos representantes para recordarlo. Su “proyecto inacabado” anticipa nuevas amenazas para todos.

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