"El precio del trono" o la intervención norteamericana en España (5)

El prí­ncipe defenderá el fuerte

En 1974, Franco tranquilizó a los americanos. El Caudillo aseguró a Walters que dejaba atado al haber conseguido convertir España en un «paí­s de propietarios: quien no tiene su pisito tiene su cochecito. Y un paí­s donde todos quieren conservar lo que tienen, es un paí­s de conservadores. No habrá ninguna revolución () mi verdadero monumento no es esa cruz del Valle de los Caí­dos, sino la clase media española.() General Walters, dí­gale a su presidente que esté tranquilo. Yo sé a quién he formado: el Prí­ncipe «defenderá bien el fuerte». (Estas conversaciones fueron relatadas por Vernon Walters a Pilar Urbano en 2001).

Tras el asesinato de Carrero Blanco, encarando el fin de trayecto de su libro con la muerte de Franco y entronización de Juan Carlos, Pilar Urbano nos ofrece dos retazos fundamentales de cómo EEUU multiplica su intervención en España durante 1974-75. Intervención dirigida a asegurarse la renovación del acuerdo sobre las bases (noviembre de 1975) y posiciones ventajosas en la dirección de la transición democrática. En 1974, Kissinger había amarrado la paz entre egipcios e israelíes, pero nuevos sucesos redimensionaron la importancia de las bases españolas para EEUU. De forma inesperada el sur de Europa corría el peligro de caer en manos soviéticas. Al auge del PCI italiano se unía la Revolución de los Claveles (abril) bajo la dirección del Partido Comunista de Portugal y el enfrentamiento armado entre Grecia y Turquía por el dominio de Chipre que supuso la retirada de sus tropas y bases de la estructura militar de la OTAN.

Y Franco tragóKissinger y Ford, en su visita a España a finales de mayo de 1974, trataron de exagerar el temor a que el fenómeno de los “Claveles” se contagiara a España, incluso le sugirieron a Franco que recibiría ayuda si invadía Portugal. Franco intentó sacar partido de la situación endureciendo sus condiciones para el uso de las bases: los americanos debían firmar un Tratado con una clausula de Seguridad que garantizara a Franco protección ante amenazas en el Norte de África. Una reedición de las condiciones de Carrero Blanco con el trasfondo de la capacidad de alinearse con Francia para el desarrollo de armamento nuclear propio y el establecimiento de relaciones comerciales y diplomáticas con el mundo árabe, China y países de la órbita soviética. Sin embargo, la firmeza duró poco. «Franco se vio obligado a tragar y ordenarle al ministro de exteriores Cortina, entonces negociando en Nueva York, que firmara lo que le pusieran delante». El inesperado cambio se produjo fruto de las primeras condenas a muerte (septiembre de 1974) contra activistas de ETA y del FRAP, resultado de una sospechosa espiral de terrorismo desatada por la ultraderecha paramilitar y parapolicial (Batallón Vasco Español, la Triple A, matones a sueldo contratados por empresarios vascos…) y por ETA. El vendaval internacional contra el régimen estaba servido y Franco compró con la cesión de las bases el silencio norteamericano ante las ejecuciones. Al igual que en 1953, tragaba con mucho a cambio de muy poco. Claveles y rosasMientras tanto Kissinger potenció los casi inexistentes socialismos portugués y español para segar la influencia de la URSS. Al tiempo que la internacional socialista (IS) apadrinó al profesor Mario Soares y le encargó, sin reparar en gastos, estructurar y acrecentar el Partido Socialista portugués, en el Hotel Churchill de Londres la IS licenció al veterano dirigente del PSOE en el exilio, Rodolfo Llopis, y dio la patente oficial del PSOE a Felipe González que sería encumbrado en el XXVI Congreso del PSOE en Suresnes, cerca de París, en octubre de 1974. «Varias fundaciones alemanas (Ebert, Seidel, Adenauer, Naumann) trasladaron generosas subvenciones de EEUU al PSOE de González» y a los Populares de Fraga para neutralizar una realidad incómoda: en 1974 las encuestas daban un 77 % contra el ingreso en la OTAN, sólo el 16% apoyaba la presencia de los americanos en las bases españolas y el 56% prefería una opción europea en materia de defensa a una americana (6%). Las subvenciones llegaron hasta los 90. Entre 1992 y 1993 se repartieron 1.733 millones de pesetas en estipendios a los partidos afines de España y Portugal.

Deja una respuesta