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El PP pierde Madrid y Valencia y los barones quieren que Rajoy haga «cambios ya»

Por mucho que el mensaje oficial del PP sea que “Esperanza Aguirre es un verso suelto que va camino de convertirse en poema”, el miedo se ha instalado entre los barones populares. Los sondeos no sólo revelan que pierden Madrid, sino también Valencia, donde, además, no podrían gobernar ni pactando con UPyD. Aunque la ‘lideresa’ es la única que de momento lo dice en público, son muchos los que reclaman al presidente “un gesto, un cambio aunque sea un brindis al sol, pero que dé sensación de que reaccionamos”.

La encuesta publicada ayer por El País, que supuestamente conmocionó a muchos estamentos, ofrecía unos datos que, en la cocina de Génova, se conocen desde hace tiempo por mucho que públicamente se hable de que “sólo es una foto” y otros eufemismos. Y no es únicamente Madrid. Desde hace semanas, el partido sabe que también –a día de hoy- tiene perdida la mayoría absoluta en Valencia, un territorio donde a los recortes de Rajoy se suma la ‘Gürtel’ y la falta de carisma del presidente valenciano, Alberto Fabra.

Mientras que en Madrid, Ignacio González -o quien designe el PP- podría pactar aún con UPyD o gobernar con su apoyo puntual si la formación magenta mantiene su idea de dar sus votos al partido más votado, en Valencia los sondeos que se manejan impiden siquiera tal posibilidad. Allí, según las encuestas conocidas por este diario, la formación regionalista-nacionalista Compromís estaría a punto de superar como segunda fuerza al PSPV, que apenas obtendría un 20% del voto. Sólo una reducción del número de diputados de la Cámara –que está en estudio- de 99 a 79 podría evitar la debacle para el PP.

“Si perdemos nuestros graneros de voto, como son Madrid y Valencia, ¿qué podemos esperar del resto de territorios?”, se lamenta un miembro de la dirección del PP. Y los distintos barones populares, los mismos que sostuvieron a Mariano Rajoy en el Congreso de Valencia frente a la hoy ‘liberada’ Esperanza Aguirre y su valedor mediático Pedro J. Ramírez, le están exigiendo ahora un golpe de efecto. “Incomprensiblemente, este hombre se esconde cuando más falta hace que se haga visible”, dice uno de esos barones.

El mensaje de Aguirre de que no se puede caer en la desesperanza y la fatalidad es el que difunden los demás líderes regionales del PP en privado, sobre todo después de la última EPA (6,2 millones de parados) y la “descorazonadora” e “incomprensible” –en boca de una persona muy veterana de la infraestructura de Génova- rueda de prensa del pasado Consejo de Ministros de Luis de Guindos, Cristóbal Montoro y la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

Cuando el jueves 24 de abril fue oficial la cifra de 6.202.700 parados se encendieron todas las alarmas en el partido que sostiene al Ejecutivo. El terremoto pilló a la secretaria general del Partido Popular, Dolores de Cospedal, a 36.000 pies de altura a bordo de un Airbus-370 regresando de China, donde había pasado diez días acompañada por el vicesecretario general, Esteban González Pons, respondiendo a una invitación del Partido Comunista de aquel país.

Frente al dato histórico de desempleo, el presidente Rajoy sólo ha sido capaz de ofrecer “paciencia” y una subida de impuestos –negada días antes- a una sociedad empobrecida, temerosa y defraudada. La sensación de desánimo se ha extendido por todo el partido 16 meses después de que a Rajoy se le concediera en las urnas una histórica mayoría absoluta que hoy ya está dilapidada, a tenor de las encuestas. “Los resultados no pueden ser más catastróficos”, reconoce un alto dirigente popular, “para los intereses generales de España, pero también para nosotros”.

El único consuelo es que el PSOE, su principal rival, pasa por una travesía del desierto que parece no tener fin. Si en Valencia destacados dirigentes socialistas reconocen a este diario que “corremos el riesgo de ser tercera fuerza política” superados por Compromís, en Madrid el alguna vez invictus Tomás Gómez cosecha los peores resultados de la historia del socialismo madrileño, pierde 6 escaños y está a punto de ser superado en intención de voto por la IU de un desconocido Gregorio Gordo.

En las próximas elecciones europeas, la primera cita a la que los partidos han de enfrentarse el próximo curso, PP y PSOE van a sufrir un descalabro de proporciones homéricas. Ambos pueden quedarse por debajo de los 15 escaños, teniendo en cuenta la circunscripción única y que el electorado elige tradicionalmente la elección al Parlamento de Estrasburgo como un modo de castigo al bipartidismo.

Pero lo que realmente preocupa a los barones del PP son las elecciones autonómicas del año siguiente. El escenario macroeconómico deja para cualquier atisbo de recuperación y creación de empleo el último trimestre de 2014, “demasiado tarde”, dice la misma fuente regional. “Hay que empezar a demostrar que hacemos algo para frenar la cuesta abajo que nos queda hasta entonces, más de un año”.

Estos barones creen que hay ministros claramente quemados, especialmente en el área económica: Luis de Guindos y Cristóbal Montoro (con roces constantes y enfrentamientos más o menos soterrados); Fátima Báñez (abrasada mensualmente por los datos del paro) o José Manuel Soria (este, presionado más por la parte empresarial).

Problemas de comunicación y coordinación

Pero no sólo es el área económica. “Jorge Fernández Díaz está más preocupado de revolotear alrededor del presidente que de controlar un Departamento clave, y Alberto Ruiz-Gallardón está en lo suyo, como siempre, mientras la Fiscalía sólo demuestra eficacia persiguiendo todo lo que representa el PP y sus dirigentes…”.

Y a la crítica no escapa la propia vicepresidenta y los problemas de comunicación y coordinación que han acompañado a este Gobierno desde su formación. Alguno de los dirigentes regionales considera que no se puede gobernar “como si fuera un grupo de amiguetes, entregando todo el poder a la vicepresidenta y su círculo. No estamos dispuestos a inmolarnos por un grupo de compañeros que están encantados de haberse conocido mientras su gestión nos devuelve otra vez a las catacumbas, cuando hemos sido nosotros los que ganamos las elecciones…”.

El temor al batacazo electoral se intuye. Las encuestas propias que lee Pedro Arriola anuncian un “desastre similar al sufrido por UCD en 1982”, y lo más grave es que el Gobierno ha desmovilizado por completo a su electorado con unos cuadros regionales y locales muy desmotivados “porque se hace muy difícil poder defender a un Ejecutivo que ha fracasado en todos los campos: ni resulta simpático, ni aparece como competente y mucho menos puede presumir de resultado alguno…”.

“En Moncloa -dice este dirigente- se limitan a invitar a determinados periodistas para darles mensajes. Lo que debe hacer el presidente es someterse a conferencias de prensa y a calzón quitado”, olvidándose de la penosa imagen de la rueda de prensa sin preguntas y la tele de plasma ante los periodistas.

El mensaje, de momento, sólo lo verbaliza públicamente Esperanza Aguirre y su “cumplir el programa con el que conseguimos una histórica victoria”. Pero no son pocos los dirigentes territoriales que ven, al mismo tiempo, con recelo y con envidia la “libertad de palabra” de la presidenta del PP de Madrid. Muchos temen -“estoy seguro”, dice alguno- que esté preparando su candidatura alternativa a Rajoy. “Ya lo ha dicho: ella dejó Madrid para no tragarse estos sapos, y sólo volvería para empresas mayores como el asalto a la Moncloa”. Y cada vez son más los que dentro del PP dicen que si Rajoy no quiere o no sabe “que se retire y deje paso”.

Hoy por hoy, Rajoy tiene sus principales apoyos muy lejos: en Berlín y Bruselas. Europa no quiere ni oír hablar de crisis política en España y mucho menos de adelanto electoral: la mayoría absoluta histórica es la garantía para Angela Merkel de que los programas de Berlín y Bruselas se aplican en España sin temor a una crisis a la italiana. Por lo menos hasta 2015.

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