ELECCIONES EEUU

El por qué del enfrentamiento en la política norteamericana

Durante varios días el mundo ha asistido atónito y expectante al espectáculo que llegaba de EEUU, donde se libraba una monumental batalla por cada voto. Muchos no han dudado en atribuir este bronco litigio -aún abierto- a la personalidad de Donald Trump. 

Frente a esta visión, un analista como Enric Juliana planteaba en una tertulia un punto de vista muy diferente: “el fenómeno de Trump viene de los mismos grupos dirigentes (…) sectores de las clases dirigentes que le han financiado, Trump tenía dinero pero no creo que lo haya arriesgado todo en su campaña, tampoco se ha financiado por suscripción popular”.

Durante cuatro años, nos han hablado hasta la saciedad de Donald Trump como un personaje, una figura histriónica, grosera y prepotente. Nos han dicho que las decisiones del principal centro de poder del planeta se tomaban en función de los impulsos irreflexivos, de los caprichos y ambiciones personales de un emperador adicto al tuit. 

No por repetirla un millón de veces, esa visión de la política deja de ser completamente miope. Todos conocemos las peculiaridades del personaje, del megalómano Trump, su pirotecnia verbal, su incorrección política y su alma ultrareaccionaria. Pero ningún dirigente, y menos el presidente de la nación más poderosa del mundo, se sienta en el Despacho Oval como recién salido del manicomio, ni como un outsider, ni puede llegar allí por una carambola electoral populista.

No son los individuos, no son los personajes. Son las clases. Un presidente norteamericano, sea Trump o sea Biden, sea demócrata o republicano, halcón o paloma, ha sido aupado a ese puesto porque es un representante de una parte de la clase dominante norteamericana, de la auténtica oligarquía financiera que posee las grandes concentraciones de capital, los bancos y las corporaciones monopolistas. Su política defiende la del sector hegemónico de la clase dominante yanqui que lo aupó a la Casa Blanca y cuya línea representa.

Dos fracciones, dos líneas

En el seno de la burguesía monopolista norteamericana existen dos grandes fracciones enfrentadas en una lucha cada vez más antagónica, dos fracciones de la misma clase unidas por el objetivo fundamental de mantener la hegemonía norteamericana, pero que defienden dos programas muy diferentes. Dos líneas sobre cómo gestionar el poder de EEUU, cómo moverse en la arena internacional para contener el ascenso de potencias rivales y frenar el declive estadounidense. Dos fracciones que, a grosso modo, se tienden a alinear en torno a demócratas y republicanos.

Frente a la visión de Trump como un verso suelto, durante estos cuatro años, el neoyorquino ha sido respaldado y sostenido por la misma fracción de la clase dominante yanqui que aupó la presidencia de G. W. Bush, los sectores nucleados en torno al complejo militar-industrial norteamericano, la mayor concentración de capital del planeta. 

Bajo la batuta de Trump, EEUU ha fortalecido su brazo militar, con un aumento de los gastos del Pentágono, que han alcanzado la astronómica cifra de los 740.500 millones al año en 2020, un 123% del máximo presupuestado por Obama. Esto significa una auténtica lluvia de millones en la cuenta de beneficios de los grandes contratistas del Pentágono, compañías como Boeing, General Motors, Lockeed Martin, Raytheon… 

También la industria extractiva (minería), especialmente la del petróleo, tiende a agruparse en torno a esta línea, ya que facilita el acceso a las materias primas en el Tercer Mundo a la vez que deroga todo tipo de limitaciones medioambientales. Y durante buena parte de su mandato, Trump se ha ganado el respaldo y el beneplácito especialmente de los grandes bancos de Wall Street, nódulo principal del poder financiero, gracias a que les ha hecho ganar mucho, mucho dinero

¿Y quién respalda a Joe Biden?

Frente a esta fracción de clase, la línea representada por los Obama o los Clinton -y ahora por Joe Biden- está más vinculada al sector más dinámico y comercial de la clase dominante. Sus intereses monopolistas se han visto lesionados por la contracción del comercio mundial que Trump ha provocado.

Sectores monopolistas como la potente industria del entretenimiento norteamericana (las productoras de Hollywood, Disney, Netflix), las tecnológicas (Google, Amazon, Facebook) o las de distribución de mercancías (Wallmart, Coca-Cola, Mondelez) suelen encontrar mejores condiciones para desarrollar sus negocios bajo una gestión demócrata. 

También hay todo un sector de energías renovables (AES Corporation, NRG Energy, NiSource) que ha sido maltratado por Trump y que exige que EEUU lidere un cambio en el modelo energético al que el mundo está inevitablemente abocado. Y también parecen estar muy interesadas las corporaciones de infraestructuras (Honeywell, Jacobs Engineering, Quanta Services) en el plan de estímulo económico que promete Biden. 

Aún es pronto para definir con precisión cómo se concretará la línea de Biden, adecuándose a las condiciones concretas del desarrollo actual del declive norteamericano y de la emergencia de rivales como China, pero parece que va a heredar un rasgo fundamental de sus predecesores Obama o Bill Clinton: la búsqueda de una suerte de «hegemonía consensuada», que dé primacía al uso de los instrumentos políticos, económicos y diplomáticos, sin desdeñar la agresión bélica. 

Bajo una forma u otra, ni Trump ni Biden son “personajes”, sino representantes de esas mismas “clases dirigentes” que les han permitido llegar a la Casa Blanca.

2 comentarios sobre “El por qué del enfrentamiento en la política norteamericana”

  • Todavía no hay nada decidido en estas elecciones donde ha salido a la luz el odio, violencia entre fracciones, y dónde la democracia jamás existió en EEUU al igual que en este mundo globalizado que pretende cambiar de amo y dar la bienvenida a la socialfascista China. La cara de bellotas que se os quedará cuando Trump haya sido reelegido, que es lo más probable, y la imprudencia y precipitación de dar notícias falsas. Me recuerda la famosa foto del antes y el después del Procés cuando Puigdemont declaró la Independencia de 1 minuto con la celebración de la gente, y luego la decepción al minuto de haber sido todo un timo. Ya no sois diferentes, UCE sino simples voceros de esa coalición neofascista supuestamente llamada «izquierda», que es la izquierda títere alimentada por Soros.

  • Genial el articulo David. Si, la prensa oficial espanyola nos pone a Trump como un maniaco que ha llegado a la Casa Blanca, con sus excentricidades. Como ponen a Hitler de chalao o Kruschev de loco a Stalin, pero nunca hablan de los monopolios a los que representan. Hombre, es pronto para decirlo, pero imagino que la linea Biden sera mas pacifica, ya que como bien dices representa a la burguesia monopolista dinamica comercial (y a Microsoft, Google o Netflix les interesa la estabilidad para vender en todo el mundo )

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