El peligroso sueño de la estabilidad

Las discusiones sobre el origen, la continuidad y el alcance de la crisis económica siguen provocando encendidos debates.

La Comisión Europea se ha atrevido a dar por superada la crisis, argumentando que gracias a las “importantes decisiones políticas” tomadas ahora “los bancos son más fuertes, la inversión está aumentando y las finanzas públicas están en mejor forma”.

Resulta indignante que Bruselas mida el final de la crisis por las cuentas de resultados de los grandes bancos, y no por la continuidad de las rebajas salariales o los recortes sociales.

¿Pero qué respuesta encuentra por parte de algunos sectores de la izquierda?

Recientemente, Nacho Álvarez, secretario de Economía de Podemos, ha publicado un artículo titulado “El eterno retorno de la fragilidad financiera”.

Está escrito en un lenguaje crítptico, aquel que los economistas utilizan para que el resto de la humanidad no podamos comprender nada de lo que dicen. Pero, a pesar de ello, nos proporciona una síntesis de la versión que, sobre el origen y el significado de la crisis, se nos pretende presentar como “una respuesta desde la izquierda”.

Primero afirma que la extensión de la crisis a partir de 2008 fue el resultado de que “la política económica se ha afanado en apuntalar los pilares del neoliberalismo”. Esto es lo que explica “el eterno retorno a la fragilidad financiera”, que hemos vuelto a vivir estos días con una nueva conmoción en las bolsas mundiales.

Esta explicación es como si, ante la oleada de crímenes de un asesino múltiple, se culpara a “las ideas violentas difundidas”, y no se hiciera nada por detener al homicida.

No fue el “neoliberalismo” quien descolgó el teléfono para llamar a Zapatero y ordenarle ejecutar la primera oleada de recortes. Fue el presidente norteamericano, Barack Obama. Tampoco fue una determinada política económica, sino la ofensiva combinada del FMI, la Comisión Europea y las agencias de calificación quienes nos impusieron el rescate financiero y el memorándum de 40 medidas que se ha convertido desde entonces en el programa de gobierno de Rajoy, impuesto desde el exterior.

No es el neoliberalismo, es el dominio norteamericano, que tiene el poder para trasladar la factura de la crisis sobre los países dependientes. Por eso EEUU, a pesar de haber provocado la crisis, ha salido mejor parado, con un PIB que ha aumentado un 26,15% respecto al que tenían antes de 2008. Mientras el resto de países que dependemos de EEUU todavía no hemos podido recuperar el nivel de PIB previo a la crisis.

Pero Nacho Álvarez insiste en defender que el problema radica en que “la crisis de 2007 no produjo los cambios que sobrevinieron a la crisis de 1929. No hubo cambio de paradigma intelectual, y la orientación liberal de la política económica ha seguido imponiéndose”.

El responsable de la política económica de Podemos reclama, como sucedió a partir de 1933, como repuesta al crack del 29, una mayor intervención del Estado en la economía que resuelva el desaguisado provocado por el neoliberalismo.

Pero ese nuevo “paradigma intelectual” que Nacho Álvarez reclama puede tener monstruos escondidos en el armario.

Hubo una contraofensiva desde el Estado en los años treinta frente a la hecatombe a que condujo el crack bursátil. Una de sus caras fue el “New Deal” de Roossevelt, que sentó las bases para que EEUU pudiera convertirse en una superpotencia. La otra fue el nazismo. El Estado alemán pasó a controlar de forma absoluta la economía, incluso creando directamente monopolios como Volkswagen.

No hace falta recordar que esta masiva intervención del Estado para salir de la crisis en los años treinta no condujo precisamente a una salida progresista.

Comprobando los resultados cuando hoy el Estado actúa (rescate bancario, socialización de la deuda de bancos y monopolios para convertirla en deuda pública que todos debemos pagar…) lo mejor es que intervenga lo menos posible.

Todo el pensamiento de Nacho Álvarez culmina en proponer como una alternativa de izquierdas frente a la crisis la que se diseñó en Harvard, uno de los grandes centros de pensamiento de la superpotencia norteamericana.

Cogiendo como modelo las medidas defendidas por Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, dos economistas que formaron parte de la plana mayor del FMI, diseñando los planes de ajuste que luego serían impuestos en los diferentes países.

Reinhart y Rogoff nos proponen medidas como reestructuraciones controladas de la deuda -las mismas que se aplicaron en Grecia y acabaron hundiendo el país-, inflacción moderada -para poder seguir manteniendo bajos salarios- y “represión financiera” -no esperen que eso signifique nacionalización de bancos sino solo reducir un poco los tipos de interés para que los deudores puedan seguir pagando a los grandes bancos norteamericanos-. Ahora, Reinhart y Rogoff proponen en definitiva, una política que contenga mínimamente el caos provocado por la voracidad del capital norteamericano… con el objetivo de volver a una “estabilidad” donde Wall Street pueda seguir saqueándonos sin tantos problemas.

En EEUU también hay economistas neokeinesianos que se enfrentan al neoliberalismo, como Paul Krugman. Él fue el que “recomendó” -el eufemismo que se utiliza para no decir exigir cuando EEUU se dirige a nosotros- que “los españoles deben rebajar sus salarios al menos en un 25%”.

Los “anti neoliberales” del establishment norteamericano no entrañan menor peligro para nosotros que los defensores del neoliberalismo.

El problema es que quien dice presentar una alternativa de izquierdas coja a Harvard como modelo.

4 comentarios sobre “El peligroso sueño de la estabilidad”

  • Veo poco afinada la crítica a Nacho Álvarez, aunque a grosso modo la comparto. Cuando él habla del neoliberalismo no sé está refiriendo sólo a ideas sino a políticas: privatizaciones, desprotección comercial, etc. Muy cierto es que la importación de ese discurso desde EEUU, país que no sufre ningún imperialismo exterior, rss totalmente desastrosa para un país degradado, jibarizado y saqueado como España. En eso el artículo es muy certero.

  • No me parece un procedimiento ni científica ni políticamentre adecuado criticar una propuesta recogiendo freses sueltas y descontextualizadas de las amplísimas hemerotecas accesibles por Internet, no proponiendo además ninguna alternativa tras la crítica

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