Nacionalizar la banca para poner los recursos al servicio de salir de la crisis creando riqueza y empleo

El muro

La manifestación del pasado 12 de diciembre, con la aparición en la escena polí­tica de la clase obrera, que concentró a más de 200.000 personas a pesar de la convocatoria vergonzante de los dirigentes de los sindicatos mayoritarios, junto con las movilizaciones en las semanas anteriores de autónomos y agricultores, han puesto de manifiesto la creciente sensibilización e indignación popular por la escalada de ataques a las condiciones de vida de las clases populares sobre las que un puñado de banqueros y monopolistas descarga implacablemente todo el peso de la crisis.

Amarados en el gobierno “amigo”, como diría Botín, de Zapatero la alternativa de la oligarquía financiera para salir de la crisis amenaza con dar una vuelta de tuerca más a las precarias condiciones de vida de millones de trabajadores. Una alternativa que tal y como concentraba en noviembre el Servicio de Estudios del BBVA (del que fue director el actual ministro de Industria y consejero de Zapatero), Miguel Sebastián, se concentra en:Primero, seguir manteniendo los planes de rescate bancarios diseñados por las cúpulas del Santander y el BBVA y ejecutados por el gobierno de Zapatero. Planes que se basan en que el Estado recurra a endeudar el país para financiar a la oligarquía bancaria, manteniendo, incluso incrementando, los 310.000 millones de euros que el gobierno ya ha puesto a su disposición.Segundo, proceder a un trasvase de riqueza desde la mayoría de la población a través de la subida de impuestos. Con la subida de 2 puntos del IVA aprobada por el gobierno, se encarece el consumo y, por lo tanto, disminuyen las rentas reales de la población, las pensiones y los salarios.Tercero, acelerar el trasvase de rentas salariales hacia las rentas del capital mediante una reforma laboral. Hacia ahí se encamina el cambio de posición del gobierno y las negociaciones abiertas con la patronal y los sindicatos para una reforma al “modelo alemán”. Bajo el pretexto de una reducción de jornada con ayuda del gobierno, se encubre una rebaja de los salarios que puede llegar hasta un 10% o un 15%.Cuarto, iniciar un proceso de recortes sociales camuflado como una “reducción del gasto público” de 6 puntos sobre el PIB para contener el déficit del Estado. La realidad es que en vez de entrar a fondo en atajar el despilfarro de las administraciones, los privilegios de los políticos y los gastos superfluos y clientelares, la reducción del gasto público recae sobre la rebaja de las pensiones (Así este año no hay paga extra por desvío del IPC y ya preparan la reforma que las recorte), el recorte de los servicios sociales (como los fondos de la ley de dependencia), de la atención sanitaria o los gastos de educación.Y quinto, dar un nuevo impulso a la concentración monopolista mediante una nueva liberalización de los mercados. Y es que la contradicción entre la oligarquía financiera y el gobierno de Zapatero (con el apoyo de las cúpulas de las principales fuerzas sindicales y políticas de izquierdas) por un lado, y la inmensa mayoría del pueblo por otro, se ha convertido en la contradicción principal a la que nos enfrentamos, en el muro principal que impide una salida a la crisis favorable a los intereses nacionales y de la inmensa mayoría del pueblo.Un ínfimo grupo de grandes bancos, encabezados por el Santander de Botín y el BBVA acumulan la inmensa mayoría de la riqueza nacional. En los últimos 10 años el proceso de concentración de la riqueza ha dado un salto gigantesco. La banca (y las Cajas) ha pasado de controlar 300.000 millones de euros de las empresas y el ahorro de las familias a 1 billón 700.000 millones de euros, un 170% del PIB nacional. Pero no sólo eso, en plena crisis han aumentado aún más su intervención para colocar todos los recursos del Estado y toda la capacidad de actuación del gobierno a su servicio, a costa de hipotecar España y descargas sobre el conjunto del pueblo, las pymes, los autónomos, el campo, los inmigrantes o la juventud los costes de la crisis.Cuatro millones y medio de parados y subiendo. Entre 500 y 1.000 pymes y autónomos cierran cada día estrangulados por falta de créditos. La renta agraria baja un 5% más este año.Es decir, no sólo controlan la inmensa mayoría de la riqueza que se genera en el país, sino que además disponen de los recursos del Estado que niegan a pymes, autónomos y la mayoría de los sectores populares. ¿Qué pasaría si todo el poder financiero que ellos concentran se pusiera al servicio de los intereses nacionales y de la mayoría de la población? Que España dispondría de recursos más que suficientes para dar una salida a la crisis favorable a los intereses generales del país y a la inmensa mayoría de la población. Una salida basada en la inversión productiva, en una apuesta decidida por la independencia energética desarrollando nuestras propias fuentes de energías alternativas y una redistribución de la riqueza más justa que mejorara las condiciones de vida de las amplias capas populares ahora precarizadas. En definitiva una salida que creara nuevas fuentes de riqueza y empleo.¡Los recursos están! Y bastaría con nacionalizar la banca para que los poderes públicos dispusieran de recursos más que suficientes para hacerlo. Y es lo que necesita con urgencia nuestro país. Ahora bien el problema está en las condiciones políticas para hacerlo. No sólo por la naturaleza del gobierno de Zapatero (convertido en el auténtico gobierno de Botín y el núcleo duro de la oligarquía) y de la “oposición PPopular”, sino también por la posición de subordinación y dependencia que las principales cúpulas sindicales y de la dirección de IU mantienen con la misma banca y el gobierno de Zapatero. Han apoyado los planes de rescate bancario y la línea de actuación del gobierno, manteniendo un silencio y una desmovilización vergonzante mientras las consecuencias de la crisis golpeaba implacablemente al pueblo trabajador. ¿Cómo van exigir ellos la nacionalización de los recursos de la banca?Sin embargo es imprescindible e inaplazable trabajar para cambiar esta correlación de fuerzas y crear unas condiciones políticas favorables a esta exigencia.

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