SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El mundo al revés

Aparentemente el Gobierno de Mariano Rajoy está conduciendo las negociaciones con Europa con más tino que el empleado en sus relaciones con Catalunya. En el primer caso, tantea con discreción en Bruselas y Berlín, urde visibles alianzas en París y Roma. Y sobre todo gana tiempo, tanto para decidir si opta o no por el rescate como para ver si puede sacar provecho de los cambios de la coyuntura económica. Atrás han quedado aquellos breves inicios de soberanismo pueril en los que el presidente del Gobierno presumía ufano de fijar en la Moncloa el objetivo de déficit del Estado, para acabar rectificando en silencio a los pocos días. Ahora, todo es sigilo, sonrisas y buenas palabras con los socios de la eurozona. El mal tono y el gesto desabrido parecen haber quedado reservados para el frente interno. Quizás porque ni en Berlín ni en Bruselas tienen sus ministros votos que captar y sí mucho dinero que pedir. Aquí, en privado se acongoja a los empresarios presagiando negros días si las cosas siguen por este camino y en público, en televisada rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, se jalea a las agencias de rating que degradan la deuda española porque, según el Gobierno, toman nota de la amenaza secesionista. Y tiene que ser el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien salga al paso y cargue contra la decisión de Standard and Poor’s. Aparentemente, para una parte del Gobierno la medida es razonable. El mundo al revés.Cualquiera que sea la causa, hasta esta misma semana, Luis de Guindos, el ministro de Economía, no había abierto la puerta a ninguna duda sobre la capacidad del Gobierno de alcanzar el objetivo de déficit del 6,3% para este año. Pese a que todo el mundo lo da por descontado. Guindos ha encuadrado la posible revisión de ese guarismo a que el conjunto de los socios europeos revisen en noviembre la situación de sus economías. La apuesta del equipo económico del Gobierno español es que habrá muchos países que no podrán cumplir sus promesas, además de España. Y, en un nuevo gesto que revela el cambio de conducción de los asuntos europeos, el Ejecutivo español ha optado por descartar la proclamación de que no podrá llegar, al contrario de lo que hizo cuando llegó al poder y descartó por irrealizable el objetivo previamente fijado.Ahora espera. Si se acumulan pasajeros en el vagón de los incumplidores, los mercados deberán ser más benévolos con todos y, ¿quién sabe?, hasta es posible que la Comisión Europea y la canciller Angela Merkel acepten que el conjunto del programa de austeridad y recortes de la eurozona debe ser revisado. Es lo que Berlín llama un análisis global de la situación, en lugar de ir caso por caso como ha venido ocurriendo hasta ahora.Por eso Guindos y los suyos intentan apurar al máximo las negociaciones y no precipitarse en la solicitud de rescate, no vaya a ser que a partir de noviembre las coordenadas de la política comunitaria se hayan desplazado y a Madrid le hayan pillado con una intervención ya firmada con las viejas referencias.Y aquí aparece la dama de blanco, la francesa Christine Lagarde, responsable del Fondo Monetario Internacional, apoyando la tesis de la modificación de los calendarios. La tesis de fondo es ya de sobra conocida por todos. La austeridad generalizada no genera crecimiento; al contrario, provoca más contracción y no sólo impide reducir la deuda, la hace crecer. Condena a los ciudadanos de los países afectados a una tarea hercúlea e imposible. Cada vez más austeridad y recortes para, al fin, deber más dinero que al principio. La novedad de la semana es que esa idea sea defendida ya por el FMI, lo que revela un cierto desplazamiento del consenso internacional.Entre los grandes protagonistas de la película, el único que ha reiterado la tesis de que la euroanorexia es buena ha sido el alemán Schäuble, precisamente en réplica directa a Lagarde.

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