Especial Cataluña

El medio ambiente no tiene ningún «procés»

La dinámica del procés ha monopolizado la vida política en Cataluña en los últimos meses, sustrayendo la atención de los problemas reales de los catalanes. Entre ellos están los problemas medioambientales en Cataluña, entre los que destacan el peligro de tres centrales nucleares o graves problemas de contaminación del aire y las aguas.

«Cataluña ha pasado en pocos años de ser un territorio con una legislación y gestión ambiental avanzada a tener graves carencias en estos mismos ámbitos», señalaba en 2011 un informe de Ecologistas en Acción. Desde entonces esos problemas se han agudizado, sin que una Generalitat centrada en el procés independentista les haya prestado la debida atención ni recursos suficientes.

Cataluña, uno de los territorios más nuclearizados del mundo

Cataluña alberga en su territorio tres reactores nucleares en activo, todas ellas en Tarragona: Ascó I, Ascó II y Vandellós II. Un cuarto reactor, Vandellós I fue clausurado tras el grave accidente de 1989, pero áun no ha sido desmantelado. Producen el 50% de la energía consumida en Cataluña, lo que convierte a este territorio en uno de los más nuclearizados del mundo, y por tanto, uno de los más expuestos a los peligros que conlleva esta energía.

Los dos reactores de Ascó y la central de Vandellòs «superan ampliamente el 50% del total de sucesos notificables de las centrales nucleares españolas registrados en los últimos años”, denuncia Greenpeace. «Imaginemos que un coche acumula 70 averías en 7 años, que ha tenido que ir al taller un promedio de una vez al mes; que muchas de estas averías se repiten contínuamente… ¿Consideraríamos que dicho automóvil es seguro? ¿o lo llevaríamos al desguace?», advierten Ecologistas en Acción respecto a las nucleares catalanas.«La defensa del medio ambiente y del desarrollo sostenible tienen que tener prioridad en la política catalana»

En Ascó y Vandellós -como en las del resto de España- se combina un peligroso cóctel de falta de transparencia, connivencia entre los monopolios eléctricos (Endesa e Iberdrola) y los organismos estatales que deben vigilarlos… que nos coloca ante un riesgo de incalculable magnitud. El potencial de destrucción de un accidente nuclear no tiene parangón con el de ninguna otra instalación energética o industrial.

El Govern se comprometió en septiembre al cierre de las nucleares catalanas en 2027, decisión que fue recurrida por el gobierno central ante el Constitucional. Una actuación que se corresponde con los intereses monopolistas de la oligarquía española: son dos de las centrales nucleares más potentes del país, que generan un 40% de la actual potencia nuclear de España. No podemos esperar diez años. Ni mucho menos consentir que los intereses de las eléctricas pongan en peligro la salud y el medio ambiente. Es preciso exigir el cierre inmediato de todas las centrales nucleares, en Cataluña y en el resto de España.

Detener la polución en el aire y las aguas

Desde hace varios años, la sombra del fracking -una técnica de extracción de gas consistente en destrozar la roca del subsuelo con agua a presión, arena y productos químicos- planea sobre Cataluña, con su enorme impacto sobre los acuíferos, y por tanto tanto sobre el medio ambiente, la agricultura y la salud humana. Las ambiciones de prospección de la multinacional británica Teredo Oils en las comarcas del Ripollès, Osona y la Garrotxa, fueron frenadas por una ley autonómica que prohibía esta práctica en Cataluña, aunque luego el Tribunal Constitucional la anuló en mayo de 2016. Entre la injerencia del gobierno de Rajoy y la firma del tratado de libre comercio con Canadá (el CETA) que protege especialmente los intereses de las multinacionales del fracking, la amenaza se ha redoblado.

La contaminación de las aguas, especialmente de ciertas zonas de costa de Tarragona, afecta gravemente al medio marino. La actividad petroquímica del polígono industrial, de la central de Vandellós o de las actividades de la plataforma petrolífera de Repsol -que acumula varias fugas de petróleo al mar- genera un gran impacto ambiental en esta zona de special sensibilidad y riqueza biológica.

Otro importante frente de batalla ambiental en Cataluña es la contaminación del aire (especialmente los niveles de dióxido de nitrógeno y partículas en suspensión), que en 2016 superaron los límites recomendados por la OMS debido al repunte del tráfico o a las emisiones de los complejos industriales. La polución es especialmente severa en el área metropolitana de Barcelona, agravada por la actividad de dos centrales térmicas de ciclo combinado: la del Besós y la del puerto de Barcelona.

Según Ecologistas en Acción la contaminación aérea «afecta a la salud del 64% de la población catalana. El Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental, señala que en Barcelona se podrían evitar 3.500 muertes prematuras anuales reduciendo la media anual de partículas en suspensión a 20 µg/m3. Cifras superiores a los muertos por accidentes de tráfico en Cataluña».

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