Instigado por varias potencias imperialistas

El ignorado genocidio en República Democrática de Congo

Apenas ocupa titulares, pero hay un cruento genocidio en marcha en República Democrática de Congo. Una milicia, la M23, apoyada por Ruanda, y por las potencias occidentales de EEUU, Reino Unido, Francia e Israel, está masacrando por millones a la población del este del país.

Mientras los ojos del mundo miran con horror a la Franja de Gaza, mientras la atención informativa se va alejando paulatinamente de Ucrania, y mientras cruentas guerras como la de Sudán del Sur apenas sí se cuelan en los telediarios… hay genocidios de trágicas dimensiones que permanecen completamente ignorados. Uno de ellos está ocurriendo ahora mismo en las regiones orientales de la República Democrática de Congo, con la implicación de varias potencias imperialistas a través de Ruanda: EEUU, Francia, Reino Unido, Israel, Polonia y Bélgica

Romelu Lukaku, jugador belga del Roma, protestando con este gesto por el genicidio en República Democrática de Congo

«Hay un genocidio en curso en República Democrática de Congo. Han bombardeado dos veces en la últimas semanas. Pero ¿habéis visto alguna noticia? ¿Cómo es posible que 10 millones de personas hayan sido asesinadas, que millones de personas hayan sido desplazadas, que un millón de mujeres hayan sido raptadas y violadas y que todo eso no ocupe ni una sola mención en los telediarios?». Así lo denuncia un vídeo que se ha hecho viral en las redes de la tiktoker y afroactivista española Itquinndy.

Lo que denuncia es tan real como silencioso. Más de diez millones de personas han sido asesinadas en la República Democrática de Congo -antiguo Zaire, anteriormente llamado Congo Belga, no confundir con su vecino occidental República de Congo- en las guerras que sin descanso asuelan al país desde la desaparición del dictador Mobutu Sese Seko, en 1997. Y 6,9 millones de congoleños se han visto obligados a abandonar sus hogares debido a la violencia, según la ONU.

Las regiones del este, -Kivu del Norte e Ituri- limítrofes con Ruanda y Uganda, son el principal escenario de los enfrentamientos, que cuenta con no menos de 130 milicias que se disputan entre sí las grandes riquezas mineras congoleñas. La R.D. de Congo es el cuarto productor de diamantes del mundo, además de sacar de las entrañas de la tierra ingentes cantidades de cobre, oro, hierro, cobalto y manganeso.

Una milicia, la M23, apoyada por Ruanda, y por las potencias occidentales de EEUU, Reino Unido, Francia e Israel, está matando por millones a la gente en el este de República Democrática de Congo

Pero por encima de todas las demás riquezas, está el coltán o columbotantalita, que junto al cobalto son minerales claves para el funcionamiento de todos los aparatos electrónicos y la tecnología aeroespacial. El oriente congoleño guarda el 80% de las reservas conocidas de coltán del planeta.

«Una milicia, la M23, apoyada por Ruanda, y por las potencias occidentales de EEUU, Reino Unido, Francia e Israel, está matando por millones a la gente en el este de República Democrática de Congo», denuncia la activista. Otro ejemplo es la milicia islámica ugandesa ADE.

Estas sangrientas milicias, con la ayuda directa de las fuerzas armadas ruandesas o ugandesas, se han hecho con el control de extensas áreas del oriente congoleño, perpetrando todo tipo de matanzas y atrocidades contra la población civil, realizando limpiezas étnicas para forzarles a huir de las zonas ricas en recursos, o bien obligando a cientos de miles de personas -incluidos niños, mujeres y ancianos- a trabajar en condiciones de semiesclavitud en las minas a cielo abierto. Los que se niegan o se rebelan son decapitados, torturados o mutilados, y sus mujeres violadas. Los campos de refugiados se han convertido en auténticos y gigantescos guetos de miseria, en los que se agolpan millones de personas desesperadas por conseguir algo qué comer y sin perspectivas de futuro.

Protestando ante la barbarie, la población de República Democrática de Congo está quemando banderas de EEUU y de la UE denunciando la complicidad imperialista ante este genocidio, y en ciudades europeas como París, la diáspora congoleña se manifiesta ante la embajada de Ruanda, Uganda o de las potencias occidentales que les patrocinan.

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El «divide et domina» de las potencias imperialistas

¿Quién gana con la balcanización de África Central?

Protestas contra la implicación norteamericana y europea en el genocidio

Desde su independencia del cruel y genocida dominio de la corona belga en 1960, la historia de la República Democrática de Congo (RDC) ha sido una sucesión casi perpetua de cruentas dictaduras -como la de Mobutu Sese Seko (1965-1997)-, inestabilidad política, golpes de Estado y conflictos armados. Una historia casi calcada a la de países vecinos como Uganda o Ruanda.

En la base de esta «balcanización de África Central» encontramos un sustrato de tensiones étnicas, heredadas de siglos atrás. Pero no podemos entender la turbulenta sucesión de conflictos armados que azota de manera endémica a esta región del planeta sin partir del papel determinante de la intervención imperialista. Son las grandes potencias imperialistas -EEUU y Francia principalmente, pero también Reino Unido, Bélgica (antigua metrópolis), Israel, y en tiempos más recientes, la creciente influencia rusa- las que permanentemente exacerban y utilizan las tensiones étnicas y sociales en pos de sus intereses geopolíticos o económicos.

Quizá el mejor ejemplo sea Ruanda, el país que ahora es utilizado como principal «sicario» en la zona, y que sufrió una cruenta guerra civil en los años 90 cuyas consecuencias están directamente relacionadas con el actual genocidio en marcha en la RDC. Este sangriento conflicto entre dos etnias -los hutus y los tutsis- en realidad escondía una guerra proxy o subsidiaria entre EEUU y Francia por el control de las inmensas riquezas mineras de la región.

Son las grandes potencias imperialistas las que permanentemente exacerban y utilizan las tensiones étnicas y sociales en pos de sus intereses geopolíticos o económicos.

Desde que llegara al poder mediante un golpe de Estado en 1973, la República Francesa de Giscard d’Estaing y Mitterrand sostuvo y tuteló al sanguinario líder hutu Juvenal Habyarimana, amparando su brutal racismo hacia la etnia tutsi, que acabó desembocando en uno de los mayores genocidios de la historia moderna. Entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994 el gobierno hutu asesinó a cerca de un millón de personas, el 70% de esta etnia.

Protestas contra la implicación francesa en el genocidio

Esta matanza sirvió de excusa a EEUU para potenciar su «ayuda» al rebelde Frente Patriótico Ruandés (FPR), codirigido por el actual presidente ruandés, el tutsi Paul Kagame, que acabó tomando el poder. Las tropas francesas organizaron la llamada Operación Turquesa que, ante la inminente toma del poder en Ruanda por parte de los tutsi, creó un «pasillo humanitario» hacia el vecino Zaire -hoy República Democrática del Congo- para que se refugiaran allí decenas de miles de ruandeses de la etnia hutu, temerosos de represalias.

Esto salvó muchas vidas, pero también permitió que huyeran, mezclados con ellos, los responsables del genocidio contra los tutsis. Las tensiones entre los refugiados ruandeses hutu y la población nativa del este zaireño, -los banyamulenge, también tutsis- no tardaron en ser aprovechadas por las potencias imperialistas para volver a balcanizar la rica región oriental del RDC, generando el sangriento caos de matanzas étnicas que hacen que el coltán y otras tierras raras acaben fluyendo, gracias a las matanzas y la semiesclavitud, desde las guerrillas y los señores de la guerra a las cuentas de beneficios de grandes corporaciones mineras occidentales.

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