Ayer nos enteramos que el Instituto de Crédito Oficial (ICO) afirma, a través de su presidente, Aurelio Martínez, que apenas se usará el 55% de los 37.000 millones de euros que este organismo público ha puesto este año a disposición de empresas y familias. El citado Aurelio Martínez se ha atrevido a pronosticar que sólo «llegaremos a 20.000 millones a finales de año». Si no fuera por la gravedad de la situación que están atravesando tantas y tantas familias, tantas y tantas pequeñas y medianas empresas, se podría pensar que es una inocentada, que este señor nos está gastando una broma de mal gusto, de humor negro. Pero no es así. Es el frío reconocimiento del loco funcionamiento del sistema financiero. Entendámonos. La banca puede, y es lo que está haciendo, estrangular financieramente el sistema de créditos otorgados por el ICO. Como el dicho bíblico, «el hombre (ICO) propone y Dios (la banca) dispone».
El ICO nos dice que hasta el 15 de mayo, ha facilitado la concesión de 6.000 millones, un 60% más que en el mismo eriodo de 2008. Pero que sólo es un 16% de lo previsto para este año cuando estamos casi a la mitad. El propio Aurelio Martínez lo explicó con el lenguaje helado de los burócratas sin rostro. Se debe “al escaso interés de las entidades en promocionar algunas líneas o a que otras, como el aplazamiento de hipotecas a parados (sólo suma 32 millones) chocan con que cajas y bancos prefieren renegociar ocho productos a la vez”. Hablemos claro. La banca, aprovechándose de su situación de intermediario monopolista entre el ICO, y las familias y empresas, sólo dan créditos ligados a unas condiciones usureras y a un interés desorbitado.Hay que acabar con esto. El ICO debe prestar el dinero directamente a las pequeñas y medianas empresas para que puedan invertir, y a las familias para que puedan enfrentar las hipotecas. Y debe hacerlo a un interés igual al del Banco Central Europeo.