Selección de prensa nacional

El gobierno se enroca

La polvareda levantado por la ministra de Defensa Carme Chacón al anunciar públicamente la retirada de las tropas españolas de Kosovo constituye hoy el principal centro de atención de la gran mayorí­a de medios de comunicación españoles. Pero que sea el centro de atención no quiere decir, ni mucho menos, que ninguno de ellos aclare el quid de una cuestión que tiene indignadas a las cancillerí­as de medio mundo y perplejos a la mayorí­a de analistas y comentaristas españoles.

¿Qué es lo que ha llevado a Chacón a cometer ese error de bulto? La ministra se defiende diciendo que ella misma había informado a sus colegas de la OTAN de la decisión, lo que es difícilmente creíble dada las reacciones de éstos, ninguno de los cuales, que se sea, tiene una especial animadversión personal contra la ministra. Y si, tal y como apuntan todos los indicios, hizo pública una decisión sin informar previamente de ella, ¿qué es lo que buscaba exactamente Chacón? Las interpretaciones que hacen la mayoría de los medios no resisten un mínimo análisis Achacarlo todo a un "error de cálculo político" al no medir las consecuencias políticas de su acción, es un argumento demasiado inconsistente, sobre todo referido a alguien que, como Carme Chacón representa en el gobierno una de las principales líneas políticas de apoyo al proyecto de Zapatero, la cúpula de un PSC demasiado calculador como para cometer estos errores de bulto.Pero incluso, aunque así fuera ello tampoco explica la parte sustancial del asunto, ¿qué es lo que se buscaba con este movimiento? El argumento de ABC de que la ministra y Zapatero perseguían con este gesto tapar la crisis económica no tiene demasiado peso. Ni la retirada de un pequeño contingente de una pequeña región europea tiene la dimensión necesaria para ocultar los efectos de la crisis, ni la medida tiene un recorrido suficiente para hacerla olvidar, siquiera coyunturalmente. Tampoco va demasiado lejos el argumento de El Mundo, en el sentido de apuntarse un tanto "antimilitarista" dirigido a buscar reconciliarse con una parte del electorado socialista, en unos momentos de desgaste político por la crisis, con la retirada de Kosovo. Ni entre el electorado socialista ni en ningún otro, con la que está cayendo, la cuestión de Kosovo ni la presencia de militares españoles en misiones exteriores parece que esté entre sus principales prioridades ni preocupaciones.Con lo que volvemos al punto de partida sin haber encontrado una explicación razonable que satisfaga un mínimo análisis racional. A no ser que, en efecto, el revuelo y la polvareda levantada tuviera como objetivo preparar y hacer "más digerible" a la opinión pública española una ampliación de la participación española en Afganistán mucho más ambiciosa –y potencialmente costosa en vidas humanas– de la anunciada hasta ahora. Ampliación en un doble sentido, de aumentar el número y la presencia de tropas españolas en Afganistán y ampliación de su radio de acción, hasta ahora restringido a zonas de "retaguardia" y operaciones logísticas y de reconstrucción, pero sin participar en primera línea de frente en el teatro de operaciones de la guerra propiamente dicha. Sólo algo así, dirigido a vencer la inquietud y de una opinión pública reticente –cuando no abiertamente contraria– a una mayor implicación en Afganistán, sería capaz de explicar por qué dos de los mayores "pesos pesados" del gobierno –Chacón y el propio Zapatero– se implican en una tormenta política así, aunque sea en un vaso de agua.Intercambiar la participación militar española en una región que se ha saltado los mandatos de la ONU al declarar unilateralmente su independencia por una mayor participación en una operación "bendecida" por la ONU, sí tendría peso suficiente para explicar lo sucedido. Pero de esto, curiosamente, nadie dice nada.Editorial. El MundoLA INCREÍBLE AUTOEXCULPACIÓN DE LA MINISTRAUN AÑO DESPUES de ser nombrada ministra, Carmen Chacón compareció ayer por primera vez ante los medios para responder a las críticas que ha sufrido estos días por la forma de anunciar la retirada de los soldados españoles en Kosovo. Ello ya dice mucho sobre la opacidad con la que está gestionando su departamento.Carmen Chacón no reconoció ni el más mínimo error y se amparó en que la salida de nuestras tropas es una decisión «inamovible» de «todo el Gobierno», que se llevará a cabo de «forma escalonada y coordinada». Según sus palabras, el Ministerio de Defensa ha procedido «como hacen otros países». La ministra aseguró que ella en persona había informado al secretario general de la OTAN y a los principales aliados en varias ocasiones de su intención de abandonar Kosovo. La edulcorada versión de Carmen Chacón choca, en primer lugar, con los hechos. Ni Miguel Angel Moratinos, ministro de Exteriores, ni el embajador ante la OTAN, ni el embajador en EEUU estaban informados de la retirada. Se enteraron cuando la ministra se lo comunicó a los soldados. Eso no pasa «en otros países».Y si no estaban informados los responsables de la política exterior, difícilmente podían conocer la decisión del Gobierno el secretario general de la OTAN, sus altos mandos militares o los embajadores de los países aliados, que expresaron su unánime indignación en la reunión del pasado viernes en Bruselas por la retirada unilateral de Kosovo. Todo indica que esa decisión la tomaron a solas y sin conocimiento de nadie más la ministra de Defensa y el propio Zapatero en una reunión celebrada en Moncloa el miércoles pasado. Pensaron seguramente que se iban a apuntar un gran tanto político, sin calibrar la reacción de EEUU y la OTAN (…) La insistencia de Carmen Chacón en que todo el Gobierno estaba de acuerdo en salir de Kosovo y en que el asunto había sido debatido no es creíble, entre otras razones, porque ella misma se había manifestado en sentido contrario el pasado 10 de diciembre, cuando afirmó que las tropas seguirían en Kosovo hasta que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara una nueva resolución (…)El propio Moratinos dijo el pasado 6 de marzo. «No es el momento de retirar las tropas de Kosovo». Esta frase concuerda con lo que el ministro ha defendido siempre en público y en privado, que consiste en que la salida de Kosovo tiene que producirse de común acuerdo con la OTAN y los principales aliados.Que la misión de la OTAN esté realizando tareas que no estaban previstas en la resolución de la ONU, como la formación de policías, no es excusa para romper la baraja y marcharse unilateralmente. Habría bastado con negarse a realizar esas funciones.En este contexto, sólo cabe calificar de ridículas las declaraciones de ayer de Trinidad Jiménez, que afirmó que Carmen Chacón está siendo víctima de ataques «cargados de machismo». A juzgar por sus palabras, no se puede criticar la política de defensa porque su titular es una mujer. Cuando las ministras Bibiana Aído y Magdalena Alvarez cometieron graves meteduras de pata, también se refugiaron en idéntica excusa para no reconocer sus errores, de la misma forma que en el PP no faltaron quienes tacharon de «machismo» el mero hecho de preguntar a Ana Mato por el Jaguar de su entonces marido. Y es que se ha convertido en habitual invocar este latiguillo cuando no se tienen argumentos.EL MUNDO. 24-3-2009Editorial. El CorreoDESCRÉDITO EXTERIORLas declaraciones de la ministra Carme Chacón, asegurando que la decisión de retirar las tropas de Kosovo es de todo el Gobierno e inamovible, pueden responder más al fondo del asunto que a la gestión realizada por la titular de Defensa al anunciar públicamente el propósito del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero en una visita al contingente español. La mezcla de descoordinación y desavenencias que ha traslucido el Gobierno resulta demasiado elocuente como para que el mensaje de unidad de Chacón pueda negar la existencia de diferentes criterios a la hora de conciliar la decisión española con los compromisos adquiridos respecto a los socios de la Alianza Atlántica. Por otra parte, la decepción mostrada por éstos exigiría algo más que la ratificación oficial de la decisión y el mentís de las discrepancias. La ministra de Defensa precisó ayer que España había asumido la participación en una misión anterior a la declaración de independencia de Kosovo, orientada a salvaguardar la seguridad de los habitantes de la región y garantizar el regreso de los desplazados. Misión que según sus palabras ha sido ya cumplida. Pero al reconocer que la misma se desarrolla junto a otra posterior a la independencia, a la que España no se habría comprometido, dentro de una única operación, y al precisar que la retirada del contingente español será paulatina y coordinada con los demás miembros de la OTAN desplegados allí, viene a señalar la inconveniencia o precipitación de su anuncio del pasado jueves.El argumento de que los integrantes de la misión debían ser los primeros en tener noticia de su pronto regreso a casa constituye una razón poco convincente si se tiene en cuenta, además, el carácter militar de la operación. Los titubeos y las contradicciones de fondo o forma se proyectan siempre como indicios de debilidad en el ámbito de las relaciones internacionales. De ahí que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero deba aclarar con urgencia su posición en relación con sus actuales compromisos y con aquellos otros que pudiera corresponderle promover ante las Cortes Generales.Pero aunque procurar una política de Estado en materia exterior es, en primer lugar, responsabilidad del Gobierno, resulta recomendable que el primer partido de la oposición coincida con él en la defensa de los intereses de España en el ámbito internacional.EL CORREO. 24-3-2009Editorial. ABCEL GOBIERNO SE ENROCADESPUÉS de un error tan flagrante como el que ha cometido la titular de Defensa, cualquier ministro de un país democrático estaría sólo esperando una salida honorable, mientras que su inmediato superior, el presidente del Gobierno, intentaría a toda costa desvincularse de tamaña metedura de pata. En lugar de ello, Carme Chacón se niega a reconocer la evidencia, hace como si no se diera por enterada de las críticas que han llovido desde dentro y fuera del país y, lejos de rectificar, traslada la responsabilidad al conjunto del Gobierno y, por consiguiente, se la endosa al propio presidente, José Luis Rodríguez Zapatero.La tesis de que el anuncio intempestivo de la retirada de Kosovo fue «una decisión de todo el Gobierno» significa, en efecto, que el presidente se hace plenamente responsable de ella y que entonces no se trató de una simple equivocación atribuible a la ministra, sino de una disposición adoptada con todo conocimiento de causa por el Consejo de Ministros, con todo lo que ello implica. Esta versión agrava las cosas y se sostiene solamente obligando al ministro de Asuntos Exteriores a decir ahora que estaba el corriente cuando es evidente que no es cierto, y dejando a los pies de los caballos al secretario de Estado de la Presidencia, Bernardino León, que se esforzó públicamente por minimizar los daños de una decisión de la que ahora el presidente asume alegremente toda la responsabilidad.Probablemente, lo único que quería sacar el Gobierno de todo esto es, nuevamente, ocluir la información sobre la crisis económica, a la que hace tiempo que asiste como si se tratase de un fenómeno natural, esperando que escampe mientras se limita a intentar que los ciudadanos miren hacia otro lado.El problema es que mirando hacia donde ha querido el Gobierno, lo que se empieza a ver son los efectos muy serios que esta decisión puede tener, no solamente en términos de desprestigio internacional, sino ya con cifras concretas que miden la inquietud de los empresarios españoles que estaban intentado consolidar su presencia en el difícil mercado norteamericano. De todo esto y de lo que veremos en el futuro se ha hecho responsable el presidente del Gobierno. Es más que evidente que se hace necesaria su comparecencia para explicar qué ha pasado y, puesto que se atribuye la autoría del desaguisado, asumir públicamente todas sus consecuencias.

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