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El frente antitroika crece en Portugal

La crisis económica que roe sin descanso Portugal tiene por el momento una consecuencia política que deja patente el último sondeo, publicado el sábado por el semanario Expresso: sólo las dos formaciones situadas a la izquierda de la izquierda, las que desde el principio se opusieron a la troika (BCE, FMI y UE) y a los rescates financieros, ganan posiciones y suben en las encuestas. La coalición en el poder desde hace casi dos años, la formada por el conservador PSD del primer ministro Pedro Passos Coelho y el centrista CDS/PP, del ministro de Asuntos Exteriores, Paulo Portas, no sería capaz de gobernar hoy, si se celebraran elecciones, debido al desgaste electoral. El Partido Socialista (PS) tampoco podría hacerlo en solitario. Su líder, António José Seguro, reelegido el sábado por un aplastante 95% secretario general, ha endurecido el tono y las críticas en las últimas semanas. Ha convocado una moción de censura y reclamado una renegociación del programa acordado con la troika (programa que firmó en abril de 2011 el socialista José Sócrates, entonces primer ministro, recuerda la derecha). Esta pesada herencia, su propia falta de carisma y la oposición tibia (cuando no meliflua) que ejerció en los primeros tiempos al frente del barco socialista son las causas, según muchos comentaristas de la vida política, de que el socialismo portugués no se haya beneficiado de la paulatina pérdida de apoyos de la derecha. Para gobernar ahora necesitaría o el apoyo de los centristas de Portas o el de la izquierda en bloque. Con todo, es el líder político más valorado del país, según este mismo sondeo, aunque con tendencia decreciente.

De cualquier forma, el fantasma de unas elecciones, reclamadas insistentemente por la oposición o de una dimisión masiva del Gobierno (que más de alguno pronosticó) tras el sonoro rechazo del Tribunal Constitucional al presupuesto en vigor, se aleja.

No habrá crisis de Gobierno. El previsible recambio de un número elevado de ministros para inyectar energía en un Ejecutivo desgastado que no ha hecho otra cosa que arbitrar medidas cada día más impopulares, se saldó la semana pasada con la sustitución de un ministro dimitido. El semanario citado explica que el tamaño de la crisis causada por la decisión del Tribunal Constitucional es tal y tal la premura de Passos Coelho en encontrar soluciones que dejaran conforme a la troika, que no ha habido tiempo de pactar con su socio gubernamental un baile de ministros.

Por ahora, los planes del Gobierno, aun a trompicones, salen: el viernes el Eurogrupo aprobó dar siete años más a Portugal para pagar los 78.000 millones de euros que pidió en 2011. Algo vital para no verse abocado, según reconoció el mismo Passos Coelho, a pedir un nuevo rescate que empujaría, probablemente, a Portugal fuera del euro. Para ello, el ministro de Finanzas, Vitor Gaspar, necesitó mostrar a sus socios que las medidas de ajuste por valor de 1.350 millones de euros que los jueces han prohibido van a ser sustituidas a toda velocidad… por nuevas medidas de ajuste que no puedan ser declaradas inconstitucionales. Para dejar todo esto claro, los representantes de la troika desembarcan hoy en Lisboa en una visita fuera de programa, consecuencia directa de la sentencia del Tribunal Constitucional y de los nuevos apuros presupuestarios del Gobierno. El primer ministro ya ha informado a la troika, por medio de una carta, de que para tapar el agujero, ahorrará cerca de 600 millones en gastos en todos los ministerios y otros 600 en gastos sociales. A los portugueses, eso sí, no les ha especificado —todavía— en qué exactamente, pero todos temen que el recorte venga por subir la edad de jubilación, despidos de funcionarios y tajos en los subsidios, entre otros horrores. El jueves, tras el Consejo de Ministros, comenzará a saberse quiénes son los afectados.

Mientras, la calle comienza a encenderse de nuevo. Tras unas semanas aparentemente tranquilas, sin manifestaciones de fuste, el sábado, la denominada Marcha contra el Empobrecimiento reunió a millares de personas frente al parlamento portugués. Es la primera de una nueva oleada que se avecina. Arménio Carlos, el secretario general del principal sindicato del país, la CGTP, terminó el acto con un desafío: “Que el próximo 1 de mayo sea un día nacional de lucha, uno de los mayores en la historia de Portugal”.

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