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El discurso del rey

Que el rey de España haga un llamamiento por la unidad nacional para superar la profunda crisis del país es un acontecimiento. La última vez que el Rey Juan Carlos intervino abiertamente en la política española fue para reducir el intento de golpe de febrero de 1981 contra la joven democracia que emergía de la dictadura de Franco. La actual crisis de la eurozona y española, con una economía en contracción y récord de desempleados, y la crisis constitucional que se avecina por el separatismo catalán, todas juntas equivalen a una emergencia nacional por lo menos tan grave como aquella.En 1981, el joven rey apareció en la televisión a medianoche y ordenó a los conspiradores que se retiraran. Su carta abierta esta semana es poco probable que sea tan decisiva. La monarquía se ha visto empañada por el escándalo. Y el rey está tratando de suplir la habilidad política de la que el actual gobierno de Mariano Rajoy parece carecer.A pesar de ganar por mayoría absoluta en las elecciones generales del pasado noviembre, el Sr. Rajoy y su Partido Popular de centro-derecha prefieren gobernar por decreto, desdeñando cualquier necesidad de construir consensos, o incluso informar correctamente al público. El propio primer ministro habla muy pocas veces, ni en público, ni en el Parlamento, ni a la prensa. Inicialmente se aprobaron reformas valiosas, por ejemplo la reforma laboral, pero a menudo parece ser un oportunista sin sentido de la oportunidad.Peligrosamente, el gobierno retrasó su primer presupuesto hasta las elecciones en Andalucía – que el PP perdió. La sospecha es que el señor Rajoy está retrasando cualquier solicitud de rescate de la UE hasta después de las elecciones en Galicia, su región natal, y el País Vasco el próximo mes. Para ser justos, Madrid no ha visto aún ni un centavo de la ayuda para sus bancos de 100 mil millones de euros que la UE acordó en junio. Sin embargo, el malestar es profundo.El rey Juan Carlos, en su carta, manifestó dos puntos básicos. Advirtió contra «las quimeras» –universalmente visto en España como una advertencia frente al separatismo– y reivindicó el espíritu de unidad tras la «transición democrática» desde la dictadura.Sin embargo, es tarea del gobierno buscar compromisos con los catalanes y los vascos. Rajoy se reúne hoy con Artur Mas, el jefe del gobierno autónomo de Cataluña. A menos que pueda hacer un gesto plausible hacia las demandas catalanas, el separatismo se convertirá en imparable, a pesar de lo que diga el rey.El Rey Juan Carlos es el adecuado para referirse a la transición de Franco. Pero para hacer frente a la emergencia actual, España necesita un acuerdo nacional multipartidista como los Pactos de la Moncloa de 1977 que delinearon el camino de España hacia la democracia. Y eso es también trabajo de los políticos, no del monarca.

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