Ponencia de autogobierno del Parlamento Vasco

El delicado equilibrio del PNV

El Partido Nacionalista Vasco parece empeñado en perpetuar su doble condición de formar parte del problema y de la solución al mismo tiempo. La presentación de la ponencia de autogobierno en el Parlamento Vasco ha sido respaldada, únicamente por los nacionalistas del propio PNV y EH Bildu y rechazada por el resto, E-Podemos, PSE-EE y PP.

La ponencia de autogobierno fue presentada el pasado mes de julio con un acuerdo firmado por el PNV y EH Bildu.

En el texto plantea que se reconozca a Euskal-Herría (no a Euskadi) como sujeto político que incluya los siete territorios vascos. Propone una relación bilateral con España, representación en todas las instituciones de la UE y la creación de una circunscripción vasca para las elecciones europeas. Además, distingue entre ciudadanos residentes y “nacionales”; pretende instaurar el “derecho a decidir” y que se haga una consulta “habilitante” antes de presentar el texto definitivo en el Congreso de los Diputados y no después, como establece la legislación actual.

Caminando no mucho más allá sino directamente en contra de lo pactado con el PSE-EE (limitado a un aumento del autogobierno) en el acuerdo que dio lugar al gobierno de coalición que preside Urkullu.

Pero la situación política, en el conjunto de España y también en Euskadi, ha cambiado mucho desde entonces. En junio del 17, el PNV y EH Bildu pactaron la elaboración de la ponencia que se ha presentado; en mayo de este año ETA escenificó su disolución definitiva en Cambo (Francia); en junio, Pedro Sánchez ganó la moción de censura a Rajoy y en julio se presentó la propuesta para el autogobierno.

¿Existe el peligro de que en Euskadi se abra un nuevo frente que se sume a la “vía catalana” para cuestionar la unidad?

Así lo defiende abiertamente un sector del PNV, el encabezado por Joseba Eguibar. Pero no es ahora mismo el dominante. Quien sí lo representa, el lehendakari Iñigo Urkullu, ha afirmado en una reciente entrevista, en contra del sector de Egibar que “se trata de ser conscientes de cuál es el momento, y la realidad social”. Es plenamente consciente de que se dan una combinación de factores que no hacen posible el avance de la vía más soberanista.

En primer lugar, en Euskadi se da una distorsión muy parecida a la de Cataluña. Una mayoría parlamentaria que se asienta sobre apenas un tercio del electorado. Por otra parte, el último Euskobarómetro confirma la tendencia de retroceso del secesionismo. Una opinión que afecta a algo más de la mitad del electorado del propio PNV, lo que convertiría la posición de Urkullu en la mayoritaria, y a algo menos de la mitad del de EH Bildu.

Quienes mandan en el PNV recuerdan el resultado de la ofensiva desatada por Ibarretxe y Arzallus, que les llevó a perder el gobierno vasco. Y han tomado nota del estropicio a que ha conducido en Cataluña la vía unilateral. Por el contrario cuentan los éxitos que su “centralidad” les ha reportado, fortaleciendo su poder en Euskadi al tiempo que les permitía obtener prevendas incluso del gobierno de Rajoy.

De momento, el contenido del texto, y el apoyo formalmente cerrado de sus dirigentes, permite al PNV jugar a tres bandas. Por una parte, se trataría de colocar un listón muy alto para negociar con el Gobierno de Sánchez la mayor cantidad de competencias posibles. Por el otro, dar alas al sector más independentista para no dejar un espacio claramente diferenciado a EH Bildu y, en caso de prosperar la propuesta actual, algo bastante improbable, se asegura un pacto con los sectores más secesionistas.

Un equilibrio delicado en unos tiempos cambiantes. ETA no existe, el escenario nacional y europeo ha cambiado sustancialmente y queda por ver el “efecto Sánchez” en las próximas elecciones. En estas condiciones nada indica que el PNV esté valorando “volver a echarse al monte”. Pero sí existe el peligro real de que, con la habilidad jesuítica que caracteriza a los jelkides peneuvistas, capaz de jugar con varias manos de cartas al mismo tiempo, estén tomando posiciones para un nuevo tiempo donde un encauzamiento del “caso catalán” conduzca a una redistribución del poder territorial con una unidad más débil. Una solución para las grietas del momento… que podría larvar problemas más graves en el futuro.

Deja una respuesta