Selección de prensa nacional

El cuento de la lechera

Crece la inquietud en las filas del PP, y de sus medios afines, a medida que se acerca el 7-J. Lo insustancial de los debates protagonizados por su primer candidato, Mayor Oreja, unido a la eficacia de los ví­deos del PSOE -con una radicalización de su discurso que nada tiene que ver con sus hechos de gobierno, pero cuyos importantes efectos de medio y largo plazo valdrí­a la pena detenerse a valorar- hacen pensable que, a poco que el PSOE consiga movilizar a una parte de su electorado, la pronosticada victoria del PP se convierta en un espejismo.

Eso al menos es lo que transcribe Ignacio Camacho en ABC –uno de los ocos columnistas inequívocamente partidarios de Rajoy que quedan en el periódico conservador tras la defenestración de su anterior director– al hablar del “cuento de la lechera”. Después de semanas y meses de dar por segura la victoria del PP ante el inocultable desgaste del gobierno por su nefasta gestión de la crisis, vuelve a aparecer en la derecha el vértigo de la derrota, o de una victoria tan ajustada, que políticamente sería considerada poco más que un fracaso. Algo que, según Ignacio Camacho, ha vuelto a estimular la disidencia nunca derrotada en el seno del PP. Ya el diario El Mundo, y en particular su director, Pedro J. Ramírez, viene advirtiéndolo desde hace días: todo lo que no sea una victoria por goleada del PP, en las actuales circunstancias económicas, sociales y políticas, habría que considerarlo como una nueva demostración de la incapacidad de Rajoy para recuperar el poder para la derecha. Tesis ratificada ayer por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, al afirmar que no se conforma con una victoria inferior a diez puntos. Con este propósito, El Mundo introducía en la última encuesta realizada por Sigma Dos para este medio una pregunta verdaderamente maquiavélica. Ante la posibilidad de una derrota de PSOE o PP se preguntaba cómo deberían reaccionar Zapatero y Rajoy: no darle importancia a la espera de las generales de dentro de 3 años o tomar medidas para recuperar la credibilidad y la confianza de los electores. Mientras más de los dos tercios de votantes de Zapatero consideraron que no debía darle importancia al resultado del 7-J, más del 60% de los votantes del PP respondieron que, en ese caso, Rajoy debería convocar inmediatamente primarias en el PP –una de las opciones que oportunamente se presentaba a los encuestados– para elegir a un nuevo presidente y otra dirección. La aparente ilógica de la lógica política española ha vuelto a aparecer en el ecuador de la campaña. Hace sólo unas semanas todo el mundo daba por bueno que el 7-J era Zapatero y su gestión de la crisis económica el que se la jugaba. A 5 días de la cita electoral, son los propios medios de la derecha los que están dando la vuelta a este pronóstico para asegurar que es el futuro político de Rajoy el que está en juego. Con respecto a la quiebra de General Motors, un tema que ha ocupado ayer y hoy protagonismo en los editoriales de la prensa española, merece la pena destacarse el artículo que escribe hoy en El Periódico de Catalunya el economista J. A. Bueno. En él, se pregunta por qué el gobierno Zapatero no ha sido más activo y diligente, buscando participar en primera línea en el rescate de Opel, tras su separación de la casa matriz GM. Pregunta que tiene buenas dosis de sentido común, ya que España es el segundo país europeo, tras Alemania, donde Opel tiene su mayor implantación, con un 13% del total de puestos de trabajo que tiene la automovilística en Europa.. Y donde, por tanto, más intereses hay en juego. El hecho de que la decisión de la escisión y venta de Opel ha estado movido fundamentalmente por criterios políticos, en el que ha destacado sobre todo la hiper activa gestión de la crisis que ha hecho el gobierno alemán, sorprende que el español se haya resignado asumir el papel de “convidado de piedra”, rezando para que la resultante final de las negociaciones fuera favorable al mantenimiento de la factoría de Figueruelas y s producción actual. Algo que, pese a ser la unidad de producción más eficiente y competitiva de Opel en toda Europa, está todavía por verse. Dado que la misma naturaleza política de las negociaciones, hacen pensable que las posteriores decisiones en cuanto a producción y localización de las plantas estén sometidas también a exigencias políticas y no simplemente económicas. La toma de control mayoritario de la nueva Opel por un consorcio austriaco-canadiense aliado a un grupo inversor de capital ruso directamente ligado al Kremlin, pone sobre el tapete la inquietante perspectiva de que Europa central y Oriental (en detrimento de otros lugares como Bélgica y España) pasen a ser el centro de gravedad de la fabricación de Opel. Opinión. ABC EL CUENTO DE LA LECHERA Ignacio Camacho UNA encuesta de Julián Santamaría que vaticina un empate con ligera ventaja socialista ha venido a recordarle al PP la versión demoscópica del cuento de la lechera, tras la hemorragia de optimismo de un fin de semana lleno de pronósticos favorables. Santamaría, antiguo gurú felipista, tiene fama merecida de ser, si no el pitoniso que más acierta, el que menos se equivoca, sin que su inequívoca inclinación política merme su prestigio profesional. Y lo que su sondeo viene a advertir es que, a poquito que la campaña-basura incentive la participación, el zapaterismo puede aguantar el tirón y salir vivo de la prevista emboscada. Y que la campaña de los vídeos envenenados tiene más efecto del que a simple vista parece. La posibilidad de que Rajoy embarranque ha estimulado la disidencia. Ayer, en lo de Herrera, le pregunté a Esperanza Aguirre con qué resultado se conformaba y soltó a bote pronto, sin pensarlo un segundo, que con no menos de diez puntos de ventaja. La respuesta llevaba veneno, porque ésa fue la diferencia de Aznar en el 94, con un millón y medio de votos por delante. Luego lo matizó con retórica más corporativa, pero el dardo estaba lanzado. Los críticos del marianismo le están poniendo el listón alto. Con tres o cuatro puntos se mantendrán callados o rezongarán en voz baja, pero con menos le van a apretar las tuercas al líder, cuyo liderazgo despierta en las encuestas un entusiasmo bastante descriptible. En ese sentido, Rajoy se juega más que Zapatero: de puertas adentro no le vale más que una victoria clara que le borre los estigmas de «loser», de perdedor nato. Para sondear la moral pepera he llamado a un oficial del estado mayor de la calle Génova y le he planteado si piensan en serio en la posibilidad de palmar. «Nosotros, no», me contesta. «Vamos a ganar por un mínimo de dos puntos, y eso que Mayor no es el mejor candidato. En la derrota sólo piensan ellos». En el cainismo de la política, «ellos», o sea, la otredad sartreana, no son los socialistas, sino los disidentes internos. «Pero Rosa Díez, que era su esperanza, no responde como les gustaría. A su candidato no lo conoce nadie y no pasará de un escaño». El interlocutor es amigo, pero me quedo con la duda de si me habrá endilgado una respuesta de conveniencia; los periodistas no podemos tener amigos en la política. Una vez tuve uno y acabó aconsejándome que me comprara un perro. Claro que los políticos ni siquiera pueden ser amigos entre ellos. Son más sinceros los enemigos: vienen de frente y traen la intención de liquidarte escrita en la mirada. Rajoy lleva tiempo pendiente de la retaguardia; si hubiese podido disponer de la energía que le consume ese esfuerzo para emplearla contra los socialistas quizá ya tuviese ganadas las elecciones. El domingo se enfrenta a dos bandos, y el minoritario es el más peligroso porque le pone zancadillas para después acusarlo de romper el cántaro. ABC. 2-6-2009 Opinión. El Periódico GENERAL MOTORS, PUNTO Y APARTE J. A. Bueno Sin lugar a dudas la entrada en situación concursal (chapter 11) de General Motors es un hito muy relevante en la actual crisis global: 101 años de historia tirados por la borda de un fabricante de automóviles que ha sido durante cerca de 80 años el mayor del mundo, que emplea a cerca de 300.000 personas y que, sobre todo, representa el más genuino estilo de vida norteamericano. Sus marcas Cadillac, Pontiac, Chevrolet… son tan americanas como la Coca-Cola. Cae un icono y habrá que ver el impacto de esta caída en la evolución de la crisis global. Esta suspensión de pagos es la tercera en volumen de la historia norteamericana tras Worldcom y Lehman Brothers, pero el impacto en empleo, y en imagen, es probablemente mayor que las anteriores. Es, no obstante, una decisión esperada y que viene precedida por la suspensión de pagos de Chrysler, hace ahora un mes. En ambos casos se ha decidido tomar este duro camino para forzar a un acuerdo a los tenedores de bonos (bonistas). Se cumple, aquí sí, la ley del mercado: quien la hace, la paga. La empresa ha recibido, y recibirá, dinero público para evitar su liquidación y por ello se nacionaliza. Los accionistas lo han perdido casi todo y los bonistas no le irán a la zaga a la hora de contabilizar pérdidas. Mientras dura esta situación, la empresa continuará operando con normalidad, pero en paralelo tendrán lugar intensas negociaciones en las que General Motors se deshará de muchas de las obligaciones contraídas en el pasado. Accionistas, bonistas, bancos, proveedores… todos los acreedores renunciarán, bajo la tutela judicial, a parte de sus derechos con el objetivo de que la nueva General Motors sea viable. En una suspensión de pagos el objetivo es facilitar que las empresas tengan futuro, aun a costa de sacrificios de los acreedores. Este no es será el final de la empresa, y menos en Estados Unidos, pero es innegable que tendrá un gran impacto y que la nueva GM será más eficiente, pero también más pequeña. La Administración de Obama parece dispuesta a reestructurar la industria del automóvil en profundidad, cueste lo que cueste. Cabe señalar que, probablemente, el siguiente paso sea la creación del germen de una nueva sanidad pública para recuperar parte de los derechos sanitarios de los trabajadores y sus familias. La suspensión de pagos arrastrará a varios proveedores y generará desempleo, lo que repercutirá en una nueva caída del consumo por la pérdida generalizada de confianza. También habrá que ver su impacto en el mercado de valores y, sobre todo, en el de bonos. De momento Ford acaba de anunciar la emisión de bonos al 10,75%, cuando los tipos de interés están a cero. La renta fija no tiene riesgo… salvo cuando lo tiene, y entonces este es muy alto, por lo que es normal que los precios suban tanto. Varios analistas norteamericanos marcaban como un hipotético fondo de esta recesión el momento en el que suspendiese pagos General Motors. Ese momento ha llegado y está por ver si este punto es el final de la caída o simplemente otro escalón de una bajada interminable. De momento, el dinero para las empresas se encarece y la confianza recae, algo que, desde luego, no ayudará a la recuperación. Durante años, las suspensiones de pagos de fabricantes de automóviles eran extrañísimas. Hoy se encuentran en esta situación Chrysler, Saab y SsangYong, además de General Motors. Mientras que Saab ha sido abandonada a su suerte, Opel se ha entregado a un proveedor canadiense, Magna, financiado por un banco semipúblico ruso, Sberbank, que, a su vez, tiene una participación de control en el mayor fabricante de coches ruso, Gaz, propiedad de un magnate muy cercano a Putin, todo ello avalado por el Gobierno alemán… Complejo escenario para que el futuro de la planta de Opel en Zaragoza se base solo en su excelente productividad. Las administraciones aragonesa y española tendrán que empeñarse a fondo para evitar la pérdida de capacidad o incluso el cierre. Cabe preguntarse si no hubiese merecido la pena que el Gobierno español tratase de tener más protagonismo antes de que el control pasase a manos de rusos y alemanes. Sirva como ejemplo Canadá, que va a ser accionista de General Motors por participar en su rescate. AL TIEMPO que los gobiernos europeos tratan de que no se cierre ninguna planta a cualquier precio, parece que al Gobierno norteamericano no le importa. La industria norteamericana nunca más será la misma… (….) Nadie supo prever las consecuencias para la economía mundial de la caída de Lehman Brothers en septiembre del año pasado. Esta vez el presidente Obama cuenta con el apoyo de un excelente equipo técnico. Confiemos en que ahora sí se hayan contemplado todos los escenarios posibles, por la cuenta que nos trae. EL PERIÓDICO. 2-6-2009 Editorial. El País INTERVENCIÓN CALCULADA General Motors (GM), uno de los tres iconos americanos de la prosperidad del capitalismo, junto con Citibank y Coca-Cola, será nacionalizada temporalmente a través de un minucioso proceso legal y financiero que incluye, en primer lugar, la declaración de quiebra, la aportación pública de 30.000 millones de dólares al capital del grupo automovilístico y el control del 60% del capital de la empresa reducida que salga de la quiebra. Obama lo explicó ayer a la nación: no era posible permitir la desaparición de General Motors -ni de Chrysler- por las consecuencias devastadoras para el empleo y la imagen del país; GM se salvará y el Estado actuará en la compañía como un "accionista renuente". Una vez que la compañía se consolide, los poderes públicos abandonarán su Consejo de Administración. Los mensajes pueden ser discutibles, pero tienen la virtud de su claridad. Empujada por la profundidad de la crisis, la Administración de Obama ha cambiado por completo los criterios de la etapa anterior. Frente a la desregulación ideológica de Bush, Obama practica el intervencionismo sin complejos. La condición es que la empresa o grupo rescatado tengan relevancia estratégica y económica. Entiende el presidente que para conjurar la recesión es necesario aplicar recursos públicos y romper el miedo psicológico a una nacionalización parcial y temporal por razones de fuerza mayor. La gravedad de la recesión es tal que dos de los tres símbolos del capitalismo citados están sometidos a tratamiento intensivo con capital público: Citigroup ha recibido una inyección de 45.000 millones y su recuperación se vigila atentamente desde el Departamento del Tesoro. Frente a las opiniones ortodoxas que se rasgan las vestiduras por la violación de los códigos no intervencionistas hay que oponer la singular eficacia de las operaciones de salvación y la pericia política para resolver un problema tan complejo como separar GM y Opel y salvar luego a cada una por separado. En épocas atribuladas, la resolución para actuar es la mejor virtud. Ni a Obama ni a Angela Merkel les ha faltado. Queda por comprobar si los gestores de la nueva GM y de la recompuesta Opel son capaces de resolver el problema del exceso de producción automovilística global. El mercado mundial necesita nuevos agentes para jugar con Japón. GM y Opel pueden ser dos de ellos; y Fiat-Chrysler, cuya fusión se aprobó ayer, otro. EL PAÍS. 2-6-2009

Deja una respuesta