Colombia actualmente es el país más comprometido con la política norteamericana de «contención» al frente antihegemonista en Latinoamérica. Sus vecinos inmediatos, Venezuela y Ecuador, han sido objeto de constantes provocaciones tanto por Bogotá como por Washington. El incremento significativo de militares norteamericanos en Colombia creará aún más tensiones entre los países de la región con Bogotá. EEUU acordó con el gobierno colombiano distribuir tropas norteamericanas en, por lo menos, siete bases del país andino. El ministro de Defensa, el general Freddy Padilla anunció que el acuerdo tendrá una duración inicial de 10 años. La principal instalación militar es Palanquero, apenas a 100 kilómetros de Bogotá, a orillas del río Magdalena. Las tropas norteamericanas también operarán desde la base de Apiay en los llanos orientales de Colombia así como en Barranquilla, en la base Alberto Puowels, en la costa del Caribe.
El acuerdo militar entre los dos aíses incluye un incremento de visitas de naves de guerra norteamericanas a los puertos de Málaga, en el Pacífico, y Cartagena, en el Caribe. Los portavoces militares colombianos señalan que los nuevos arreglos le permitirán a EEUU reemplazar la base que opera en Manta, instalada en el norte de Ecuador. Washington tiene un total de 220 efectivos que hacían 8 vuelos diarios. Manta ha servido para identificar barcos y aviones sobre el espacio aéreo de Colombia y otros países de la región.A pesar del hermetismo, el documento oficial del Pentágono, «Estrategia hacia una ruta global» ofrece algunas pistas sobre las intenciones de EEUU. El documento fue presentado en abril de 2009 en la base aérea de Maxwell, en Alabama, EEUU. El documento señala que Palanquero puede servir como una «base para la seguridad cooperativa» desde donde se podrían «ejecutar operaciones móviles». En otras palabras, se convertiría en una plataforma para realizar operaciones militares en la región. Según el mismo documento, «la mitad del continente puede ser cubierto desde Palanquero por un transporte militar C-17 sin tener que reabastecerse».Desde el año 2000, EE.UU. ha destinado un total de 5.500 millones de dólares en ayuda económica y militar a la lucha de Colombia contra el narcotráfico y las guerrillas. Por su parte, el gobierno ecuatoriano desea el desmantelamiento de la base aérea estadounidense (utilizada para la guerra contra el narcotráfico) para el mes de noviembre. En principio, la primera opción fue Perú, pero debido a la seria oposición que comenzó a gestarse, el Pentágono, al parecer, se inclina por Colombia que, por intermedio de altos jefes militares y políticos, ya habría puesto a disposición de Estados Unidos un extenso territorio estratégico para que allí instale una nueva Base Militar más moderna y poderosa que la que existe en Manta.Expertos y asesores militares norteamericanos residentes en Colombia que, aparentemente, sin motivo han comenzado a crecer en número y en equipos técnicos y armamento, ya en grupos o ya como conjunto militar asesor-operativo, presionan de manera constante a los mandos militares de las Fuerzas Armadas de Colombia interesadas en mantener y ampliar los famosos Plan Colombia y Plan Patriota, para que a su vez presionen al gobierno de Uribe, a fin de que ceda territorios para allí instalar una nueva base militar que reemplace a la de Manta. Estados Unidos busca recuperar presencia política y militar en la región, defender sus intereses estratégicos y mostrar que las aguas de América del Sur forman parte de esos intereses. La intención de Estados Unidos es tener una fuerza operativa en América latina que responda ante cualquier eventualidad. Eso no va cambiar con el gobierno de Obama.El Golpe militar en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya es un intento por romper el avance del frente antihegemonista en Latinoamérica «por su eslabón más débil» y frenar su avance en Centroamérica para aislar al frente antihegemonista, que su mirada se dirija exclusivamente a un sur donde el eje andino conformado por Colombia, Perú y Chile se perfilan como cortafuegos al incendio que amenaza con arrasar el entramado de dominación, construido a sangre y fuego por el imperialismo norteamericano.