GRECIA: BRUSELAS IMPONE NUEVOS RECORTES A CAMBIO DEL TERCER RESCATE

EL CORSí‰ DE HIERRO DE LA TROIKA

Derribar al único gobierno europeo que ha tenido la osadí­a de levantar la bandera de la soberaní­a nacional, desobedeciendo las imposiciones de Washington y Berlí­n y convocando un referéndum ganado frente a las brutales condiciones que imponí­a la Troika (ganado por más de 20 puntos por el NO), e impedir que el ejemplo de Syriza se extienda y prenda por los paí­ses del Sur de Europa, es el verdadero objetivo de las principales potencias europeas -sobre todo Alemania- y de EEUU.

De momento esa batalla no la ha ganado el hegemonismo. El gobierno de Tsipras resiste, negándoles la victoria, y hace complicadas maniobras para amortiguar las brutales exigencias que tiene qe cumplir para no caer un el ‘default’ finaciero que haga quebrar Grecia y precipite su caída. Pero el corsé de hierro del FMI y Bruselas hace daño, y mucho.

Encorsetado por las intransigentes exigencias de Bruselas -y especialmente de Berlín, cuyos bancos (poseedores de la tercera parte de la deuda griega) no quieren ni oir hablar de moratorias ni de quitas- y obligado a acceder a los 86.000 millones de euros imprescindibles para evitar el colapso finaciero, el gobierno heleno ha hecho una vez más de equilibrista en el filo de la navaja.

Por un lado cumpliendo, en cifras macroeconómicas, con el brutal ajuste que le exigen los matones financieros de la Troika. Un recorte de 5.400 millones de euros anuales, para conseguir en 2018 un superávit primario del 3,5 % del PIB, tal y como le exhorta el memorándum del tercer rescate firmado en verano. De no hacerlo, Grecia se vería abocada a la bancarrota en menos de un mes, derribando al gobierno de Syriza, el gran objetivo oculto de los hombres de negro.

Por otro lado, el gobierno de Syriza se esfuerza en suavizar todo lo que puede las draconianas medidas que le exige la hidra comunitaria, descargando el grueso de los recortes sobre las rentas más altas y evitando o amortiguando el golpe sobre las clases más empobrecidas, ya de por sí muy castigadas tras media década de un brutal saqueo contra sus condiciones de vida y de trabajo. “Nos comprometimos a reformar el sistema de pensiones sin reducir las pensiones principales y lo conseguimos”, dice Tsipras. El recorte de las pensiones -unos 800 millones de euros- ha recaído en las jubilaciones más altas y el gobierno ha insistido que no recortará “ni un solo euro” a las pensiones más comunes, aquellas que afectan a las rentas más bajas. De igual manera, la subida de impuestos, el aumento de las cotizaciones y de tasas recae sobre las capas de medianos y altos ingresos, y trata de dejar exentos a los más empobrecidos.

«DERRIBAR AL ÚNICO GOBIERNO EUROPEO QUE HA TENIDO LA OSADÍA DE LEVANTAR LA BANDERA DE LA SOBERANÍA NACIONAL ES EL OBJETIVO OCULTO DE LA TROIKA»

Pero los recortes son recortes, y las medidas -obligadas por el brutal chantaje de la Troika y completamente contrarias al ideario y el programa de Syriza- surten el efecto político deseado por las oligarquías extranjeras, desgastando y deteriorando progresivamente el enorme prestigio popular de Syriza. Aunque la mayoría gubernamental, constituida por Syriza y Griegos Independientes (ANEL), se mantuvo unida y consiguió aprobar el paquete de medidas por 153 votos a favor, frente a los 143 que votaron en contra, en las calles azota la indignación y las movilizaciones populares.

La oposición, encabezada por Nueva Democracia, que gobernó el país hasta el triunfo de Syriza, aprovecha esto de la manera más oportunista. Los que aplicaron sumisa y obedientemente todas las recetas del FMI y de Bruselas -imponiendo recortes por valor de 73.000 millones de euros entre 2010 y 2014 y llevando al país heleno a una auténtica crisis humanitaria- acusan a Tsipras de imponer un “tsunami de impuestos”, y piden sin cesar su dimisión.

La táctica del primer ministro griego es ganar tiempo, moviéndose con sigilo y habilidad en el sistema de contradicciones internacional, y buscando conseguir una quita de la asfixiante deuda griega. A pesar de la intransigencia alemana, el FMI es favorable a este extremo, y el Eurogrupo ha incluído en su agenda estudiar seriamente una reducción de la deuda de Atenas. La batalla de Grecia sigue su curso.

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