SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

El César que llega

EUFEMISMOS aparte, España, Italia, Francia, Portugal, Holanda… son virreinatos del Imperio que encabeza Barack Obama. Nuestro paí­s alberga en su territorio bases americanas que exceden con mucho la capacidad militar de las Fuerzas Armadas españolas.

A diferencia de otros Imperios históricos, los Estados Unidos de América salvan la dignidad nacional de sus virreinatos, permitiéndoles mantener una apariencia de independencia y soberanía. Eso sí, cuando llega el momento de las grandes decisiones en materia militar o económica, los compromisos internacionales de alcance, los aliados de Estados Unidos hacen lo que a Estados Unidos conviene, lo que Washington decide.

Sería injusto no reconocer que, en líneas generales, la gran nación americana ha mantenido una política en favor de la democracia y la libertad, en defensa de los derechos humanos. Eso sí, se ha aliado con las dictaduras cuando le ha resultado conveniente. A lo largo de mi dilatada vida profesional he presenciado el apoyo de Estados Unidos al dictador Chiang Kai-chek de China, al dictador Suharto de Indonesia, al dictador Marcos de Filipinas, al dictador Trujillo de República Dominicana, al dictador Ne Win de Birmania, al dictador rey de Arabia Saudita, al dictador Salazar de Portugal, al dictador Franco de España…

En representación del Imperio, el César Eisenhower se abrazó en Madrid con el caudillo Franco, consolidando la dictadura que se estableció en 1939 tras la guerra incivil cuando el Ejército vencedor secuestró en su favor la soberanía nacional, que la Monarquía de todos defendida por Don Juan III desde el exilio y encarnada después por su hijo y heredero Don Juan Carlos I devolvió en 1978 al pueblo español.

El reconocimiento de la realidad histórica, no impide la afirmación de que a España y a los españoles les conviene la mejor relación posible con el Imperio. La potencia militar de Estados Unidos es de tal calibre, su fuerza económica tan absorbente y, sobre todo, su capacidad tecnológica tan deslumbrante y definitiva que, aceptando la realidad de la nueva Edad Digital, podremos vivir mejor a la sombra de la nación más poderosa que han conocido los siglos. Solo a un político sin rumbo se le pudo ocurrir la grave ofensa de permanecer sentado mientras en un acto oficial desfilaba la bandera de los Estados Unidos. El americano medio se sintió herido en su dignidad.

El desdén con que Estados Unidos reaccionó no ha favorecido nada a España. Menos mal que la sabiduría de José Manuel García-Margallo ha restablecido la situación. Son muy numerosas las gestiones que, con mano izquierda y habilidad diplomática, el político español ha llevado a cabo en los últimos años. Y, aunque tarde, Barack Obama ha anunciado por fin que visitará en España al Rey Felipe VI y a la persona que ostente en esas fechas la presidencia del Gobierno. Antes, eso sí, se dará un garbeo por la base de Rota, que lo cortés no quita la prepotencia.

Aunque se hayan producido quejas y lamentos en cadena a cargo de determinados grupos, la verdad es que los españoles aguardan sin entusiasmo pero con esperanza al César que llega.

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