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El becerro de oro de la deuda empresarial

La venta, por parte de Los Albertos, de un 3,4% de ACS, una de sus participadas históricas, no es más que otro ejemplo del mal que aqueja a buena parte de las grandes empresas españolas, el mismo que sufre el Estado: el exceso de deuda.Aunque la economía española fue capaz de promover un puñado de grandes multinacionales como nunca habían existido en nuestro país, muchos de ellas acabaron deslumbradas por el crecimiento fácil basado en las operaciones corporativas financiadas a crédito y no fueron capaces de advertir a tiempo que las tornas estaban cambiando, y que la burbuja de dinero fácil estallaba. Y que la deuda, que en un pasado reciente suponía casi un timbre de gloria, volvía a representar, quizá más que nunca, un pasivo.Puede que el caso más paradigmático sea el de Sacyr, con su desembarco en autopistas, Repsol o Eiffage, que le llevaron a acumular una deuda de 20.000 millones de euros. Pero otras constructoras siguieron un camino similar, intentando emular grandes negocios, como el protagonizado por Acciona con Endesa, aunque con un final muy diferente. Pero el virus de la deuda no afectó sólo al sector del ladrillo, aunque es quien lo está pagando más caro. Otras grandes, como Telefónica, ha visto cómo su nivel de deuda, provocado por las adquisiciones y su agresiva retribución al accionista, le sitúan en la diana de las agencias de ráting, obligándola al doloroso trance de suspender su dividendo.

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