El azar de un mundo multipolar

«Los sistemas polí­ticos mundiales multipolares son mucho más difí­ciles de controlar que los sistemas unipolar o bipolar, porque en un mundo de diversas culturas, religiones y logros económicos inevitablemente habrá diferencias fundamentales entre potencias similares sobre lo que el mundo debe ser»

Un sistema internacional que ya no es una Pax Americana es, ues, muy inestable. Las normas y los deseos de las potencias emergentes como China e India están en conflicto tanto con las de los demás como con las de Estados Unidos y la coalición de países que integran la Unión Europea. Económicamente, China y la India se benefician inmensamente del sistema de libre comercio y libre mercado, por lo que se puede esperar que actuarán para asegurar su continuación indefinida. Su poder militar está aumentando, pero aún no son directamente una amenaza para la hegemonía anterior, los Estados Unidos. Sin embargo, el pronóstico de que para el 2027 más o menos el PIB de China superará al de los EEUU tiene un corolario importante: con una población cuatro veces superior, también en ese momento podría alcanzar el poder militar de EEUU. (ASIA TIMES) DIARIO DEL PUEBLO.- El récord que la tasa de cambio del yuan alcanzó contra el dólar en el último día de 2010 reviste un gran valor simbólico. Pero el papel emergente y el alza prevista del yuan comportan cambios más trascendentales. El ascenso de China a la posición de segunda economía mundial puede ser uno de los acontecimientos globales más notables de la primera década del siglo XXI. Y aunque no se pueda afirmar que China substituirá a Estados Unidos como mayor economía en otra década más, el alza gradual del yuan fue un tema dominante en 2010, período en el que Beijing comenzó a trasladar sus prioridades, pasándolas de las exportaciones e inversiones al impulso del consumo doméstico, como forma de propulsar el desarrollo económico. Hong Kong. Asia Times El azar de un mundo multipolar Martin Hutchinson La reciente decisión de Francia de vender una compañía de helicópteros avanzados con los equipos más modernos a Rusia es otro indicio de que no sólo las viejas certezas de la Guerra Fría guerra se han ido, sino que también lo han hecho las supuestamente benignas del mundo "globalizado" de 1991-2010 centralizado en torno a Estados Unidos. El nuevo orden mundial multipolar que parece estar emergiendo es un asunto mucho más peligroso, y no está del todo claro cómo debe ser tratado, política o económicamente. Los sistemas políticos mundiales multipolares son mucho más difíciles de controlar que los sistemas unipolar o bipolar, porque en un mundo de diversas culturas, religiones y logros económicos inevitablemente habrá diferencias fundamentales entre potencias similares sobre lo que el mundo debe ser. Antes de 1789, las diferencias podían ser resueltas a través de guerras pequeñas y no muy perjudiciales (aunque la Guerra de Treinta Años 1618-1648 puso de manifiesto que la beligerancia podía escaparse de cualquier control). Desde 1945, una guerra mundial se ha convertido en una posibilidad devastadora, pero ha sido mantenida bajo control primero por el sistema bipolar de 1945-91 y luego por la falta de un serio desafío a los Estados Unidos. Sin embargo, la experiencia de la caída en la guerra del sistema político multipolar imperante antes de 1914 demuestra que incluso cuando la guerra es tan desagradable como para que no haya ningún beneficio neto para cualquiera de los participantes principales, en un sistema multipolar no hay garantía absoluta contra el surgimiento de una guerra. Hay varias razones para esto. En un sistema multipolar, en general, no hay normas acordadas por el cual la aparición de nuevas potencias mundiales, o la consolidación de las ya existentes, pueda ser negociada y estabilizar los conflictos. El sistema más eficaz para garantizar una solución de este tipo fue la Cuádruple / Santa Alianza, creada por el príncipe Metternich y Lord Castlereagh en el Congreso de Viena 1814-1815. La cual representaba un acuerdo entre las principales potencias del mundo para someter las controversias a congresos ordinarios y para eliminar los brotes de alteración radical por dondequiera que ocurrieran. La alianza fue posible sólo porque las cinco grandes potencias (incluyendo a los vencidos, la Francia realista) estaban cansadas de dos décadas de guerra y acordaron que el nuevo orden fuera llevado a efecto por un Congreso de Viena que necesitaba tiempo para establecerse, sin ser interrumpido por los intentos populares de derrocar a los gobiernos existentes. La Santa Alianza sólo duró siete años como una fuerza efectiva porque una vez que la paz se había restablecido, no resultó ser muy adecuada al consenso entre las grandes potencias en cuanto a qué acuerdos políticos y sociales se permitirían, en particular con los nuevos estados independientes de América Latina. Sin embargo, en ese momento, su trabajo había sido hecho y Europa se mantuvo libre de una guerra general durante el siguiente siglo. No hay tal cuerpo eficaz hoy. Las Naciones Unidas no sólo es un mínimo común denominador de casi 200 naciones, con una burocracia corrupta cuyo principal objetivo es expandirse, sino que han demostrado en repetidas ocasiones ser totalmente ineficaces en la prevención de conflictos. Por lo tanto, a medida que las principales nuevas potencias ascendentes entren en conflicto, incluso moderado, con las grandes potencias que se benefician del statu quo actual, no existe un órgano útil que puede mediar entre ellos. El problema se agrava hoy, como lo hizo antes de 1914, por la existencia de potencias regionales cuyo objetivo principal es destructivo. No pudiendo debido a su régimen político/económico prosperar en un mundo pacífico de libre cambio y de mercados libres, y teniendo cierta clase de agravios desde hace mucho tiempo contra el sistema, intentan provocar un conflicto con la esperanza de beneficiarse de él. En 1914, Serbia era uno de esas potencias menores. Tenía un rencor de larga data contra el Imperio Austro-Húngaro y un deseo de territorio extra extraído de sus vecinos. Cerrada en sí misma, sin salida al mar y mal gobernada por una dinastía que había tomado el poder en 1903 a través del asesinato de sus predecesores, también tuvo pocas oportunidades de convertirse en una sociedad próspera a través de los medios pacíficos del libre mercado. Con el fin de alcanzar sus metas expansivas, el gobierno serbio jugó en su afiliación paneslava con Rusia y llevó a cabo ataques terroristas contra objetivos de Austria como el Archiduque Francisco Fernando. Con éxito, provocó una guerra mundial y obtuvo ganancias enormes de la paz posterior, imponiendo su jurisdicción sobre Macedonia, Montenegro, Bosnia, Eslovenia y Croacia, los tres últimos fragmentados de los restos de la destrucción del Imperio Austro-Húngaro. Desde el punto de vista de Serbia y de la dinastía Karadjordjevic, su estrategia perturbadora fue un triunfo (por lo menos hasta la Segunda Guerra Mundial). Desde el punto de vista del bienestar humano, fue un desastre. El éxito de Serbia, sin embargo, no hubiera sido posible en un mundo unipolar o bipolar, incluso, porque no habría tenido la oportunidad de utilizar su capacidad de destrucción que se alimenta de las rivalidades de las grandes potencias. Huelga decir que en el orden mundial actual existe un número de tales poderes destructivos, que no pueden, debido a sus propios fracasos políticos y económicos, lograr la prosperidad en un mercado libre, y que por lo tanto tratan de perturbar el orden mundial existente. Su nivel de peligro para la economía política global varía. Corea del Norte y Myanmar, por ejemplo, están tan aisladas que pueden hacer poco daño si no es mediante la agresión militar directa, que si se lleva demasiado lejos sería suicida. Otros países como Irak y Siria tienen vínculos entre sí y con los grupos terroristas que los hacen mucho más formidables. Los cuatro son países que tienen vecinos que han alcanzado la prosperidad económica mediante gobiernos capaces, pero las libertades económicas y políticas necesarias para producir la prosperidad serían una amenaza mortal para sus regímenes. Rusia es un caso límite. Hasta aproximadamente 2005, parecía que Rusia podría alcanzar la prosperidad a través de sus propios esfuerzos y sus inmensos recursos naturales. Desde esa fecha, se ha vuelto cada vez más claro que bajo el actual gobierno ruso, la prosperidad es poco probable ya que la cleptocracia del régimen y el desprecio de los derechos de propiedad hacen que sea imposible que prospere el mercado libre. Mientras que el precio del petróleo, principal producto de exportación de Rusia, siga siendo alto, lo más probable es que los intereses del régimen servirán para que Rusia permanezca dentro del "concierto" de la comunidad internacional de potencias y se adhiera a las normas internacionales. En caso de una disminución de los precios del petróleo, que ponga a la economía rusa en dificultades, la tentación para el régimen ruso de volver a la agresión militar y el irredentismo bien puede resultar irresistible. Un sistema internacional que ya no es una Pax Americana es, pues, muy inestable. Las normas y los deseos de las potencias emergentes como China e India están en conflicto tanto con las de los demás como con las de Estados Unidos y la coalición de países que integran la Unión Europea. Económicamente, China y la India se benefician inmensamente del sistema de libre comercio y libre mercado, por lo que se puede esperar que actuarán para asegurar su continuación indefinida. Su poder militar está aumentando, pero aún no son directamente una amenaza para la hegemonía anterior, los Estados Unidos. Sin embargo, el pronóstico de que para el 2027 más o menos el PIB de China superará al de los EEUU tiene un corolario importante: con una población cuatro veces superior, también en ese momento podría alcanzar el poder militar de EEUU. No hace falta mucha imaginación para prever escenarios en los que un poder destructivo vea una oportunidad en la exacerbación de las rivalidades entre las grandes potencias, China, India, Estados Unidos y la coalición europea, para promover sus propios objetivos. Una posibilidad sería el éxito de Rusia en dividir la Unión Europea, ganando aliados tal vez en Francia, Alemania y algunos países pequeños para hacerse militarmente una gran potencia por derecho propio. Otra posibilidad sería que uno u otro de los Estados islámicos destructivos se aliaran con los terroristas, para usar a China, Rusia y otros aliados para promover sus intentos de destruir a Israel. Una tercera posibilidad se plantearía si Pakistán se convirtiera en un poder destructivo y explotara la potencial rivalidad de la India y China. Las pesadillas son infinitas, y todas ellos serán más probables a medida que el predominio relativo de los Estados Unidos disminuya. El único medio por el cual uno u otro de estos escenarios de pesadilla se puedan evitar es que las grandes potencias se alineen en un acuerdo del tipo de la Cuádruple / Santa Alianza, limitando y suavizando los conflictos entre ellas y presentando un frente unido en contra de cualquier intento de destruir la tranquilidad del orden internacional. Sin embargo, la formación de un acuerdo en sí tiene peligros. Si la alianza es incompleta, como ocurrió en las alianzas de los años anteriores a 1914, se produce en los países excluidos de la misma la reacción de agruparse en una contra-alianza y aumentar el nivel general de tensión. La entente anglo-francesa de 1904 no era una defensa útil contra la guerra, ya que exacerbó los temores de "cerco" de la Alemania guillermina y terminó por producir el resultado exactamente contrario de lo que se suponía iba a resguardar. Sólo mediante la inclusión de Alemania, Rusia y Austria con Gran Bretaña y Francia en una alianza global que garantizara el orden mundial podría haber sido una defensa eficaz contra los importantes conflictos que se desataron. Antes de 2020, el predominio económico y militar de EEUU es probable que siga siendo suficiente para impedir el estallido de un conflicto mayor. Después de 2050, si la paz se ha conservado, el mundo multipolar habrá desarrollado mecanismos para protegerse contra la destrucción. Sin embargo, los 30 años entre esas dos fechas puede ser peligroso. ASIA TIMES. 5-1-2011 China. Diario del Pueblo El ascenso del yuan El récord que la tasa de cambio del yuan alcanzó contra el dólar en el último día de 2010 reviste un gran valor simbólico. Pero el papel emergente y el alza prevista del yuan comportan cambios más trascendentales. El ascenso de China a la posición de segunda economía mundial puede ser uno de los acontecimientos globales más notables de la primera década del siglo XXI. Y aunque no se pueda afirmar que China substituirá a Estados Unidos como mayor economía en otra década más, el alza gradual del yuan fue un tema dominante en 2010, período en el que Beijing comenzó a trasladar sus prioridades, pasándolas de las exportaciones e inversiones al impulso del consumo doméstico, como forma de propulsar el desarrollo económico. El índice central de la paridad del yuan se consolidó en un récord de 6.6227 por dólar el viernes, marcando no sólo una subida del 3 por ciento del valor del yuan en 2010, sino que también constituyó un aumento de más del 24 por ciento desde que se desechó la tasa fija, en julio de 2005. En el ámbito nacional, el alza del yuan envía una señal clara al público de que las autoridades chinas están decididas a luchar contra la inflación a toda costa. La inflación en China se elevó a un récord de 28 meses al tocar el 5,1 por ciento en noviembre, con lo cual aumentaron los temores del público de que los precios podrían elevarse aún más y erosionar su poder adquisitivo. Sin embargo, al permitir que el yuan ganara en valor con respecto a la divisa estadounidense por 11 días consecutivos a finales de 2010, los diseñadores de políticas chinos han neutralizado las preocupaciones de que un yuan altamente valorado pudiera lastimar en demasía a los exportadores chinos, lo cual demostró la importancia de contener la inflación. En el frente global, la nueva evaluación del yuan demuestra cuán miopes, por no decir irresponsables, han sido quienes han culpado a la moneda china por el desequilibrio en la economía mundial. El enfoque gradual de China respecto a la nueva evaluación de su moneda responde a la transformación de su modelo de crecimiento. China ha estado intentando por años promover el consumo doméstico, convirtiéndolo en un factor dominante de desarrollo económico, pero el progreso alcanzado en este sentido resultó insuficiente en la década pasada, como modo de inclinar perceptiblemente las tasas de cambio de divisas extranjeras a favor de consumidores chinos sobre los exportadores. DIARIO DEL PUEBLO. 5-1-2011

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