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El Artista antes Conocido como Prince

Como suele ocurrir, se reeditarán sus discos y se le reivindicará como autor de canciones famosas, pero no se resaltarán sus contribuciones musicales y mucho menos por que permaneció silenciado los últimos 25 años, pese a que no dejó de grabar discos y celebrar conciertos.

El rock es negro. Pocas son las estrellas de rock negras en comparación con las blancas, pero por pocas que sean, conservan la esencia del rock & roll, una de las músicas mas mestizas del siglo XX. Como hicieran Elvis Presley y los pioneros del Rock de los años 50, Prince fusionó la música popular del momento y creó una concepción musical nueva que cambió la forma de entender el rock en la década de los 80, y como lo hicieran los pioneros, se convirtió en un fenómeno de masas que cuanto menos chocaba con sus contemporáneos. No en vano, Prince llamo a su banda de apoyo “The revolution”.

La coctelera humana.

Muchos dicen ver en Prince el baile provocador de Michael Jackson, la guitarra psicodélica de Jimy Hendrix o el ritmo eléctrico de las bandas negras de funky de los años 70. Buscado o no, y aunque existe un parecido físico razonable, lo mas similar a Prince es el pianista de rock & roll Little Richard. Lo que Richard hizo en los años 50, Prince lo hizo en los 80. Littel Richard marchó de su Georgia natal, donde según él no entendían su música, a la ciudad de Nueva Orleans. La ciudad más europea del sur de los EEUU, donde la música de los negros se mezcla con la tradición musical francesa y española. Allí se empapó del rico patrimonio musical de la ciudad sureña y como si fuera una coctelera destiló una música diferente. Un rock cargado de fuerza, ritmo, sensualidad y alegría que se extendía como un reguero de pólvora entre los jóvenes que lo escuchaban. Littlel Richard es el autor de “Tutty Frutty” y de su grito de guerra “auambabulubabalambambu”. Las autoridades de los estados del sur de EEUU no podían admitir que sus jóvenes blancos se volvieran locos al grito de un negro ataviado con trajes de colores chillones y peinado con un tupé, e interpretaron sus canciones con artistas blancos como Pat Boone. Pero su música no sonaba igual, perdía magnetismo. En la actualidad Littel Richard sigue tocando y no es extraño verle en los desfiles de los carnavales de Nueva Orleans con su piano encima de una carroza enloqueciendo a la gente con su ritmo trepidante.

Sus canciones te van atrapando en un ritual que celebra el placer

Prince, multiinstrumentista e hijo de músicos de jazz, mete en su coctelera una gran variedad de estilos musicales a los que a menudo va introduciendo algunos nuevos, como si agregara un nuevo ingrediente a la receta. En su música podemos escuchar rock & roll, soul, pop, jazz, funky, góspel y timbales de sala latina. Convenientemente agitado y destilado crea un sonido novedoso y distintivo. Surge de una forma natural, no como algo prefabricado. Una concepción de la música que no entiende de etiquetas, y como en la vida, las cosas se van mezclando y dando lugar a algo nuevo.

En esa agitación, la música se carga de sensualidad. Otro de los elementos característicos de Prince. Donde el ritmo, las melodías, el baile, su forma de cantar (a veces a gritos y otras a susurros) y la misma temática de sus canciones van atrapando al oyente en un ritual que celebra el placer y la diversión. A pesar de que algunas de sus canciones hayan sido censuradas en EEUU, le han hecho conectar con gente de todo el mundo y convertirlo en un fenómeno mundial.

Cuando se rompió la máquina de hacer dinero.

Prince es una de las grandes estrellas de la música de los 80. Al nivel de Madonna, Michael Jackson o Bruce Springsteen. Hacía giras mundiales interminables llenando estadios de un extremo a otro del mundo. Era capaz de convertir un disco experimental como “Parade” de 1986 en un superventas al incluir la canción “Kiss”, que luego versionaría Tom Jones.

Pero, ¿qué hace que de la noche a la mañana Prince pase del Olimpo al ostracismo? Mucha gente piensa que dejó la música y que se dedicó a vivir de rentas. Nada mas lejos de la realidad.

En 1999, la multinacional Warner, que editaba sus discos, le prohíbe publicar su “Black álbum”, un disco experimental lleno de sampleados y pistas de jazz. No es la primera vez que le prohíbe comercializar material propio alegando que bajarán las ventas. En ese momento, Prince rompe el contrato con la multinacional y se enzarza en una batalla legal de más de 10 años, que el músico perderá. En esa guerra contra el magnate del entretenimiento, Prince perderá los derechos de autor de sus canciones, los royaltis de sus discos e incluso el derecho de uso de su propio nombre.

Prince no deja de trabajar. Inventa un símbolo, mezcla de masculinofemenino, con el que se presenta al público y sus fans le llaman “El Artista antes Conocido como Prince” o simplemente el “Artista”. Desde los estudios de su casa en Minneapolis continúa grabando discos que vende desde su página web, regala en sus conciertos o vende en Francia, Suecia, Inglaterra o Alemania como suplemento dominical de algunos periódicos.

Las grandes discográficas nunca consiguieron domesticarle

Respecto a los conciertos, ha seguido girando por EEUU, algunos países de Europa y Japón, combinando los conciertos masivos, con los “aftershows”, conciertos en pubs y pequeñas salas que realizaba pocas horas después en la misma ciudad, y que ya empezó a realizar en los últimos años de los 80.

Ahora, con su muerte, como sucedió con David Bowie, al que las grandes discográficas nunca consiguieron domesticar, la Warner hará caja con la muerte del genio de Minneapolis, al que llegó a enterrar en vida.

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