Literatura

El adiós de Benedetti

Uruguay está de luto, pero también España y toda Hispanoamérica. La muerte de Benedetti ha causado una honda conmoción. Se ha ido el poeta, el narrador, el ensayista, pero también un testigo del horror y un adalid de la esperanza. Su poesí­a sencilla y comprensible conectó con el sentir popular. Su aúra de resistente le abrí­a puertas y corazones. Vivió el exilio y la derrota sin resignación. Empujó a la izquierda hasta llevarla al gobierno en Uruguay. Cantó al amor y a la amistad, en una poesí­a a la que cabe definir como «fraterna». Tras su marcha, nos queda su inmensa obra.

Benedetti había nacido en Patio de los Toros (Uruguay) en 1920. Tenía, or tanto, 88 años. Y estaba en plena creación: Su último libro, el poemario “Testigo de uno mismo”, se publicó el año pasado. Su vida atravesó el siglo, y como todo hispanoamericano del siglo XX fue testigo y víctima obligado de la violencia, del exilio, de la derrota, de genocidios y golpes de Estado, de la destrucción de su país y de la aniquilación de muchas esperanzas, de la muerte de compañeros y amigos…, pero también del reverso de todo esto: la camaradería, la solidaridad, la amistad, la hospitalidad, la generosidad… Todo esto recoge y enhebra su poesía, recorrida por un intenso sentimiento de fraternidad. Aunque estudió unos años en el liceo alemán de Montevideo, Benedetti tuvo que dejar los estudios a los catorce años para ponerse a trabajar, siguiendo así los pasos de otros grandes escritores uruguayos, como Onetti o Levrero. Como ellos, también, pasó algunos de sus años de formación en Buenos Aires, la gran metrópoli sudamericana de los años cuarenta. En 1945 publicó su primer libro de poemas: “La tierra indeleble”, que nunca quiso reeditar. En 1956 publicó “Poemas de la oficina”, el libro que le haría famoso. Entretanto, bajo el influjo del poeta Baldomero Fernández Moreno, su poesía había evolucionado hacia “la sencillez y la claridad”, en una línea que lo emparenta con autores como Nicanor Parra o Ernesto Cardenal. En los años sesenta y principios de los setenta, Benedetti se vinculó intensa y estrechamente con la izquierda política del continente, inmersa en una política revolucionaria. Por eso, el golpe militar de 1973 le forzó a un doloroso exilio, que Benedetti cumplió primero en Cuba y, a partir de 1976, en España, donde encontró una “segunda patria” y millones de lectores. Amén de incontables libros de poesía, Benedetti escribió de todo: artículos de prensa, ensayos, teatro y narrativa. Era especialmente apreciado como cuentista. Sus poemas fueron musicados por Serrat o Viglietti. Algunas de sus novelas y relatos fueron llevados al cine. Recibió innumerables premios en numerosos países, entre ellos el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el José Martí. Hasta el día de su muerte respaldó el proceso de cambio que impulsa la izquierda en Uruguay. Su figura humana y sus versos le acabaron convirtiendo en el poeta más popular de Hispanoamérica desde Neruda. Por qué cantamos Si cada hora viene con su muerte si el tiempo es una cueva de ladrones los aires ya no son los buenos aires la vida es nada más que un blanco móvil usted preguntará por qué cantamos si nuestros bravos quedan sin abrazo la patria se nos muere de tristeza y el corazón del hombre se hace añicos antes aún que explote la vergüenza usted preguntará por qué cantamos si estamos lejos como un horizonte si allá quedaron árboles y cielo si cada noche es siempre alguna ausencia y cada despertar un desencuentro usted preguntará por que cantamos cantamos por qué el río está sonando y cuando suena el río / suena el río cantamos porque el cruel no tiene nombre y en cambio tiene nombre su destino cantamos por el niño y porque todo y porque algún futuro y porque el pueblo cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que cantemos cantamos porque el grito no es bastante y no es bastante el llanto ni la bronca cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota cantamos porque el sol nos reconoce y porque el campo huele a primavera y porque en este tallo en aquel fruto cada pregunta tiene su respuesta cantamos porque llueve sobre el surco y somos militantes de la vida y porque no podemos ni queremos dejar que la canción se haga ceniza.

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