Paco Roca

El abismo del olvido

Uno de los mejores dibujantes del país vuelve a dedicar su tiempo a reivindicar la memoria con el mejor arte y una historia de promesas cumplidas y solidaridad

Paco Roca es una referencia indispensable del cómic español y mundial. Su obra se ha traducido en una docena de países, y sus novelas gráficas han dado el salto al cine y la televisión. Ha recibido los premios más importantes para un contador de historias a través de dibujos, desde el Premio Nacional de Cómic en 2008 al Goya al mejor guion adaptado por “Arrugas” en 2011, desde la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes en 2021 a los más importantes galardones del cómic internacional, como el Excellence Award de Japón, el Inkpot Award en la Comic-Con de San Diego o el Eisner a la mejor obra extranjera.

Lo entrevistamos para desgranar con él los detalles de su nueva obra, «El abismo del olvido» (Astiberri) y de sus próximos proyectos

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Tienes una larga relación con la memoria y tu estilo está asociado a ella. ¿Cómo te llego la historia y por qué decides hacerla?

Esto lo firmo con Rodrigo Terrasa, que es periodista de El Mundo y amigo mío hace muchos años. Él escribió un artículo sobre la exhumación de la fosa 126 de Paterna, y siempre que nos veíamos me decía que había una gran historia.

Quería tirar del hilo, localizar a familias, y como siempre vas liado, hasta que coincidió el momento de acabar un cómic y esperar al siguiente proyecto y me encajó. Entonces empezó a hablarme del tema y empecé a hablar con Pepica y me fascinó.

Rodrigo Terrasa y Paco Roca, autores del cómic

La memoria me interesa, comprender el presente mirando al pasado reciente. Es un tema muy politizado y cuesta dejar todo fuera y centrarte en los hechos. Es mucho el ruido que hay alrededor de las exhumaciones, en particular, y yo, que no soy creyente, quería entender por qué alguien decide dedicar tanto tiempo a sacar los huesos de un sitio y ponerlos en otro. Me resultaba ajeno, pero hacer los cómics me permite comprenderlo. Empecé a entender por qué del esfuerzo. No es revanchismo, ni nada político.

Le prometió a su madre que llevaría los huesos para que descansen con ella. Me di cuenta de que había mucho de lo que hablar, como poner cara a los fusilados, que no dejan de ser números y no cuentan para el discurso político, y entender por qué alguien como Pepica quería dar descanso a los restos de sus difuntos. Ya he escrito sobre esto, pero quedan muchas cosas por contar. Es una historia cuyas ramas llegan hasta nuestro presente.

Pero tú has llegado a decir que se nos ha obligado a olvidar…

No es bueno como personas, ni mucho menos como sociedad. Hemos vivido en el pasado y olvidarlo no es bueno. Mirar hacia atrás, reflexionar y dialogar sobre eso. Se nos ha hecho creer que era malo. Franco decía que no estábamos preparados para una democracia, y en la Transición, Fraga decía que no mirásemos para atrás sino para delante. Como si fuéramos diferentes porque corremos el riesgo de abrir heridas. Pero todos los países miran a su pasado, por ejemplo, en Francia sobre la Guerra Mundial, sobre los colaboracionistas que trabajaban en las fábricas alemanas, y también en Italia, Chile, Portugal, EEUU… Todos los países reflexionan sobre los errores del pasado y no es revanchismo, es natural en cualquier cultura. Tenemos el duelo de una parte de la sociedad que no ha podido hablar de lo que sucedió, porque durante la dictadura solo se respetó la memoria de una parte y se enterró la de la otra, ni mostrar el dolor, ni recordar, ni respetar lo que había sido la gente. En cuanto lo hemos intentado han aparecido voces contra eso. Es una falta de respeto con las víctimas y sus familias.

Comprender el presente mirando al pasado reciente”

El detalle de que Pepica hizo tal esfuerzo para aguantar las lágrimas ante su padre que no ha vuelto a poder llorar es conmovedor.

Como tantos otros, «Pepica sólo quiere un entierro digno para su padre».

Hemos tenido suerte de encontrar dos personajes como Pepica Celda y Leopoldo Badía. Pepica te cuenta el drama con frialdad absoluta y lo justifica con el drama infantil. Le prometió a su tía que no lloraría cuando fue a ver a su padre y no ha vuelto a poder llorar. Tampoco la ves sonreír, es una persona fría y como personaje, cuando lo llevas a la historia, es perfecto. Te cuenta un drama pero alejado de las emociones.

El personaje es impresionante, como la energía que tiene a sus 94 años. Una de las veces nos contó la anécdota de que cuando recuperó los huesos los tuvo en su casa y no los quería enterrar. Había cumplido su deseo y los tenía como una despedida, como un acercamiento que no había podido tener en todo este tiempo.

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Luego está la complicidad de Leoncio Badía, poniendo botellitas con sus nombres en los bolsillos de los fusilados para que los pudiesen identificar…

Intentamos contar lo que es un enterramiento para el ser humano, desde los comienzos de la cultura y la civilización, cuando se toma conciencia de que la muerte es el final. Por una parte necesitamos un entierro digno, no nos vale que esté tirado, necesitamos un respeto hacia ese ser querido, y necesitamos un ritual que sirva a los vivos como cierre, que sirva para llorar o tener un lugar físico para llorarle o parar hablarle, dependiendo de tus creencias. Eso se les negó, sobre todo a las mujeres. No pudieron tener el entierro digno para su gente, y no pudieron despedirse porque llegaban, ya los habían fusilado y los habían tirado a una fosa.

Se quedó con los huesos un tiempo como despedida”

Cuando hay un asesinato y no encuentran el cuerpo, hasta que no aparece no puedes pasar página. Esas familias, que suponían que sus familiares estaban muertos, no los habían podido despedir. Lo hemos visto en la pandemia, cuando se moría alguien querido y no podías ir al entierro, eso ha creado traumas a la gente, eso se le negó a estas familias. Así que hacían lo posible para ayudarse. Tenían una red, y si una mujer se enteraba de que iban a fusilar a alguien se avisaban, porque las distancias suponían un día de viaje. Era una solidaridad entre las mujeres que iba pasando de madres e hijas. Se ve en las asociaciones de víctimas, donde son mujeres quienes son las presidentas y quienes mantienen la memoria. Leoncio intentaba ayudarlas aunque fuera para consolarlas, con detalles que guardan, con un trozo de pelo, un botón, retales…

Aquí se cruza lo de la escena de ‘El ministerio del tiempo’, cuando Lorca dice que ‘he ganado yo, no ellos’, con que esa victoria no la disfrutan muchas familias porque no encuentran a los suyos.

Es complejo. Ojalá fuera tan blanco y negro. En cierta manera ganamos. A fin de cuentas tenemos una democracia y la dictadura fue un paréntesis. La guerra civil acabó con la democracia y 40 años después tenemos una Constitución que, en muchos aspectos, recoge la de la República.

Pero en todo sentido se perdió. No hemos tenido una ruptura, sino una Transición, y han quedado muchas leyendas y matices, y la memoria está contaminada por la política. Que haya gente que esté en contra de una exhumación, con víctimas de primera y segunda… no ha habido una aceptación de determinadas cosas, y la derecha y la ultraderecha no condenan la dictadura, es más, condenan la República como causante de la guerra civil.

Leoncio intentaba ayudarlas con detalles como un botón”

Es más dramático cuando te das cuenta que la memoria histórica es un tema político. Siempre se critica a las películas, libros o cómics que hablan sobre esto, diciendo que “ya están otra vez”, y sin embargo la memoria histórica siempre está entre las prioridades, sea favor o en contra. En la Comunidad Valenciana, dentro del nuevo gobierno, una de las condiciones de VOX es acabar con la Memoria porque va en contra de la reconciliación. Esto es una victoria de la dictadura, haber creado ese relato de silencio, de que no hay que hablar de esto.

De hecho, vas al lugar donde se fusilaba a la gente en Paterna, y está lleno de basura. Hay una corona con la bandera republicana marchita. En otro país sería un monumento a la memoria, pero aquí no.

Ha vencido la democracia y la justicia, pero en otras cosas no. Las condenas de juicios franquistas sin garantías siguen en pie, por ejemplo.

¿Te has tenido que enfrentar a tener que elegir hasta dónde cuentas? Porque lo que tiene la memoria es que te lleva a contar toda la verdad, a seguir hasta el final.

Sin duda. Por una parte corres el riesgo de caer en la mistificación de las cosas. Criticas unos aspectos pero no otros con la misma crudeza, y acabas justificando las cosas. La visión del franquismo era de blanco y negro, la democracia o cualquier pensamiento de izquierdas eran malo, sin matices. La historia ha ido cambiando pero sin ocultar que hubo crímenes en el bando republicano, y tratamos de abordarlo en el cómic. Hubo represión y muy sangrienta, aunque la franquista es tres veces la republicana, que se dio toda en dos o tres meses. La derecha siempre dice lo mismo, “pero si está Paracuellos”. Nadie oculta eso ya. Los investigadores cuentan toda la historia.

Prefieren no recordar porque llevan las de perder”

Y por otra parte, es un mantra de determinados sectores que prefieren no recordar para que no miremos más porque llevan las de perder. Puedes llegar a un perdón, pero hay que recordar y hacer justicia. No hace falta llevar a la cárcel a nadie, pero sí saber quién fue víctima y quién verdugo.

En el cómic también hablamos de los reclutas que fueron obligados a fusilar. Yo los veo como victimas de un régimen totalitario. La derecha no encuentra un pasado con el que sentirse cómoda porque apoyaron al régimen y, aunque son demócratas, blanquean el franquismo porque no encuentran un pasado con el que unirse.

Ahora no se trata de buscar culpables sino de honrar a las víctimas y a las razones por las que murieron, por defender la democracia, la República y su ideología. No se trata de quién fue el causante, sino de reconocer a las víctimas. Quienes piensan que las muertes fueron justificadas y que esa limpieza fue necesaria son sectores residuales. En Europa solo la ultraderecha, pero que en España haya un centro-derecha que los blanquea es una anormalidad.

¿Te lanzas ahora con un proyecto con Catwoman?

Es un cambio relativo. La premisa es colocar un personaje de DC en España. Coger a Catwoman, que era una ladrona de arte en sus inicios, y llevarla a un momento en el que se producía un expolio de obras de arte, en la guerra civil, y un caos en el que se queman iglesias, asaltan palacios, y quedan lugares con obras de arte sujetos a los bombardeos de uno y otro bando. Un entorno perfecto para contar una historia de robos de arte como aventura.

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