«Las conversaciones por canales alternos han producido hasta el momento un acuerdo por el que los talibanes emitirían una declaración política sobre su relación con Al Qaeda. Aclarando que les proporcionan protección en Afganistán de acuerdo con las tradiciones afganas de hospitalidad. Los talibanes explicitarán su posición de censurar el terrorismo internacional y de no apoyar la violencia en los países musulmanes. Sobre todo, indicará claramente que los talibanes son un movimiento autóctono que lucha contra las fuerzas de ocupación extranjera, con una agenda de expulsarlos fuera de las fronteras afganas.»
En el asado, la actitud intransigente de los talibanes se basó en dos cuestiones básicas. Querían un renacimiento de los Emiratos Islámica de Afganistán –tal como existía antes de la invasión de EEUU– y no estaban dispuestos a adoptar una posición clara sobre el terrorismo internacional. Los talibanes también han insistido en que previamente todas las tropas extranjeras abandonen Afganistán antes de que las conversaciones puedan comenzar. Los servicios de inteligencia de Pakistán, sin embargo, han creado una oficina especial para tratar directamente con la cancillería paquistaní, que a su vez servirá de enlace con el ejército, a través del cual fluyen todos los aspectos del diálogo. (ASIA TIMES) THE WALL STREET JURNAL.- Dos años después del colapso de Lehman Brothers, el impacto de la crisis financiera se puede apreciar en casi todos los rincones de los mercados. La predilección de los inversionistas por fuentes estables de ingresos ha producido una ola de compra de bonos de todo tipo, desde los del Tesoro estadounidenses a los llamados basura, pese a las advertencias de que se está gestando una "burbuja de bonos". Muchas bolsas, y en particular las de Estados Unidos, no han recuperado las pérdidas generadas después del 15 de septiembre de 2008, cuando Lehman se declaró en bancarrota. El Promedio Industrial Dow Jones aún está casi 900 puntos por debajo de su nivel previo a la crisis de Lehman. Hong Kong. Asia Times Los talibanes ceden a medida que las conversaciones se aceleran Syed Saleem Shahzad El proceso de adaptación de los talibanes a la mesa de negociaciones está cobrando impulso, con los Estados Unidos y sus aliados incrementando los esfuerzos para sacar a Estados Unidos del pantano afgano. En principio, los talibanes han acordado establecer claramente su posición respecto de varias cuestiones a fin de que las conversaciones formales con Washington sean aceptable internacionalmente. En particular, los talibanes explicarán su postura sobre al-Qaeda. Esto ha surgido a raíz de la tradicional cena del iftar (ruptura del ayuno) celebrada en los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudita durante el mes sagrado musulmán del Ramadán con los representantes de los talibanes. En años anteriores, estas cenas han sido puramente formales, pero este mes han dado lugar a un intercambio positivo de ideas en el que los talibanes han presentado sus opiniones y los americanos las suyas, con los saudíes y el ejército paquistaní transmitiendo los mensajes. El punto de inflexión que llevó a estos intercambios llegó a principios de este año. En primer lugar, el mulá Abdul Ghani Baradar, comandante supremo de los talibanes en Afganistán, fue detenido en la ciudad portuaria paquistaní de Karachi, en una incursión de los funcionarios de inteligencia paquistaníes y de EEUU. Pakistán se niega a entregarlo para que sea interrogado. El ejército de Pakistán, a continuación, demoró el lanzamiento de una ofensiva en la zona tribal de Waziristán del Norte para acabar con los militantes islamistas, en particular la red Haqqani de gran alcance. Sin embargo, el ejército dijo que ayudaría a intensificar los esfuerzos de EEUU para hacer participar a los talibanes en las conversaciones de paz. Los primeros resultados comenzaron a surgir este Ramadán. Asia Times ha sabido que las conversaciones por canales alternos han producido hasta el momento un acuerdo por el que los talibanes emitirían una declaración política sobre su relación con Al Qaeda. Aclarando que proporcionan protección a al-Qaeda en Afganistán de acuerdo con las tradiciones afganas de ser hospitalario. Fue la presencia de Osama bin Laden y sus campos de entrenamiento de al-Qaeda en Afganistán, lo que condujo a EEUU a invadir el país a finales de 2001 en represalia por los ataques a EEUU el 11 de septiembre 2001. Los talibanes explicitarán su posición de censurar el terrorismo internacional y de no apoyar la violencia en los países musulmanes. Sobre todo, indicará claramente que los talibanes son un movimiento autóctono que lucha contra las fuerzas de ocupación extranjera, con una agenda de expulsarlos fuera de las fronteras afganas. "Esta es la primera vez que la situación ha llegado a este nivel y es el resultado de varios meses de esfuerzos sin previo aviso, pero incansables del ejército pakistaní, con el consentimiento de los líderes militares de EEUU que con mucha paciencia y diligencia han permitido al ejército de Pakistán crear este entorno en el que los talibanes se sientan cómodos, y que ahora estén mostrando flexibilidad en su actitud", dijo un alto funcionario de seguridad paquistaní cercano a las negociaciones a Asia Times. El año pasado, el emisario al más alto nivel del líder talibán Mullah Omar, Syed Tayyab Agha, fue invitado a Riad, pero cuando se enteró de que Arabia Saudita tenía como objetivo hablar con los talibanes a instancias de Washington de inmediato suspendió el diálogo, por instrucciones del mulá Omar, y regresó a Pakistán. En el pasado, la actitud intransigente de los talibanes se basó en dos cuestiones básicas. Querían un renacimiento de los Emiratos Islámica de Afganistán –tal como existía antes de la invasión de EEUU– y no estaban dispuestos a adoptar una posición clara sobre el terrorismo internacional. Los talibanes también han insistido en que previamente todas las tropas extranjeras abandonen Afganistán antes de que las conversaciones puedan comenzar. Durante las conversaciones en los Emiratos Árabes Unidos este Ramadán, representantes de los talibanes indicaron que estaban dispuestos a aceptar una estructura política con más amplia base en Afganistán. Los talibanes siguen siendo hostiles a los líderes muyahidines anteriores, como el profesor Abdul Rab Rasool Sayyaf, actual líder de la oposición en el parlamento, Yunus Qanooni, presidente de la Asamblea Nacional, el profesor Burhanuddin Rabbani, un ex presidente que ha organizado algunas reuniones de paz del presidente Hamid Karzai con las jirgas; el hombre fuerte de Uzbekistán, el general Abdul Rashid Dostum, y todos aquellos que lucharon contra los talibanes. Sin embargo, los talibanes se han puesto de acuerdo para discutir con grupos de personas asociados con estos hombres con la condición de que tengan "una reputación limpia y nunca hayan estado involucrados en derramamientos de sangre". Desde el 11-S, los talibanes han dudado en adoptar una posición clara hacia al-Qaeda. Inicialmente, los líderes de los talibanes negaron toda participación por parte de Bin Laden en los ataques a EEUU, e instaron a Washington que presentara pruebas para un juicio. Incluso después de que Al-Qaeda se atribuyó la responsabilidad del 11-S, los talibanes evitaron discutir el tema. Ahora, por primera vez, los talibanes han acordado elaborar una declaración que describa a qué atenerse en cuanto a la estrategia internacional de al-Qaeda se refiere. Durante las conversaciones en los Emiratos Árabes Unidos, se aclaró que los talibanes no permitirían ningún campamento de adiestramiento de terroristas internacionales en su territorio. Sin embargo, el Talibán ha señalado que si una persona cruza la frontera de Kandahar (Afganistán), entra en Chaman (una zona de Pakistán) y lleva a cabo un acto de sabotaje, no sería responsabilidad del gobierno afgano, que sólo sería responsable dentro de sus fronteras. Ni el gobierno afgano ni el gobierno de Pakistán reconocen oficialmente su conocimiento de la iniciativa por canales alternos con los talibanes. Los servicios de inteligencia de Pakistán, sin embargo, han creado una oficina especial para tratar directamente con la cancillería paquistaní, que a su vez servirá de enlace con el ejército, a través del cual fluyen todos los aspectos del diálogo. ASIA TIMES. 15-9-2010 EEUU. The Wall Street Journal Bajo la sombra de la crisis de Lehman Brothers Tom Lauricella y Mark Gongloff Dos años después del colapso de Lehman Brothers, el impacto de la crisis financiera se puede apreciar en casi todos los rincones de los mercados. La predilección de los inversionistas por fuentes estables de ingresos ha producido una ola de compra de bonos de todo tipo, desde los del Tesoro estadounidenses a los llamados basura, pese a las advertencias de que se está gestando una "burbuja de bonos". Muchas bolsas, y en particular las de Estados Unidos, no han recuperado las pérdidas generadas después del 15 de septiembre de 2008, cuando Lehman se declaró en bancarrota. El Promedio Industrial Dow Jones aún está casi 900 puntos por debajo de su nivel previo a la crisis de Lehman. El precio de las acciones de firmas financieras estadounidenses, el epicentro de la crisis, es casi un tercio menor al de hace dos años. Desde agosto de 2008, los inversionistas han retirado cerca de US$203.000 millones de los fondos de renta variable especializados en los mercados desarrollados, según EPFR Global, 8,5% de los US$2,4 billones (millones de millones) que tienen estos fondos. En su lugar, los inversionistas han gravitado hacia los mercados emergentes cuyas economías, menos endeudadas y con mejores perspectivas de expansión, se han vuelto el motor del crecimiento mundial. Además, los inversionistas hicieron disparar los precios del oro en 64%, en un intento por contar con un seguro contra el potencial impacto inflacionario de largo plazo de los altos déficits fiscales y las bajísimas tasas de interés usadas para reanimar las economías. Ya sea que se trate de la magnitud de la crisis financiera, la década perdida de los inversionistas en acciones estadounidenses o la creciente injerencia del Estado en la economía y los mercados, los inversionistas siguen viviendo bajo la sombra de Lehman. "La caída de Lehman Brothers sigue estando muy presente", señala Jason DeSena Trennert, estratega jefe de inversión de Strategas Research Partners. A la hora de evaluar el estado de ánimo de los inversionistas "cuesta sobreestimar su importancia", agrega. La actual postración del mercado bursátil contrasta con lo ocurrido después de otras crisis. Dos años después del crash de 1987, el Dow Jones estaba 400 puntos por encima del cierre previo al Lunes Negro, un alza de 20%. Recientemente han surgido indicios de que los inversionistas han empezado a perder el entusiasmo por los bonos y están, lenta y cautelosamente, volviendo a la bolsa. El Dow acumula un alza de 4,5% en lo que va del mes y se ubica en 10.544,13 puntos, tras una seguidilla de buenas noticias económicas. El bono del Tesoro a 10 años ha caído y su rendimiento llega a 2,742%. No obstante, ya ha habido falsas señales de una recuperación bursátil. Muchos inversionistas pensaron a comienzos de año que lo peor ya había pasado pero luego se produjo la crisis de la deuda europea, un claro recordatorio de los riesgos generados por el excesivo endeudamiento de los países. Uno de los efectos inesperados de la crisis es el auge de la deuda de las economías emergentes. Aunque es considerada de mayor riesgo, promete un robusto crecimiento económico frente a las perspectivas de EE.UU., Europa y Japón. Ashish Sha, codirector de crédito global de Alliance-Bernstein, cree que, a la larga, las acciones van a tener un mejor desempeño que los bonos porque son más baratas. "Habrá un crecimiento inferior en los lugares sobreendeudados y eso será principalmente en los mercados desarrollados", agregó. THE WALL STREET JOURNAL. 15-9-2010