La segunda semana de febrero, en un acontecimiento sin precedentes, el presidente de la Corte de Justicia de la provincia amazónica de Sucumbíos, en Ecuador, condenó a la empresa petrolera Chevron a pagar 8.6 mil millones de dólares (unos 6.6 mil millones de euros) para reparar los destrozos ambientales causados durante su permanencia en la región. Texaco, que fuera comprada por Chevron, operó en el norte de la Amazonía ecuatoriana durante 26 nefastos años, entre 1964 y 1990, lapso en el que no sólo expolió los recursos energéticos a un precio ridículo, sino que contaminó la vegetación y los ríos de la zona, lo que repercutió en enfermedades mortales para sus habitantes.
Las comunidades indígenas ecuatorianas iniciaron el juicio en 1993 en cortes norteamericanas y una década más tarde el roceso fue trasladado a Ecuador. Tras 18 años, la justicia le ha dado la razón a las comunidades indígenas ecuatorianas, que no han cesado en su empeño por que la multinacional pague por el enorme perjuicio –en algunos casos irreparable- causado en la región y sus gentes. Chevron (en aquel entonces Texaco) durante su expolio en suelo ecuatoriano vertió más de 18 mil millones de galones de desechos tóxicos en la Amazonía. Producto de la contaminación murieron cientos de habitantes de cáncer y se exterminó a nacionalidades indígenas residentes en la zona (ver recuadro”Impacto de la actividad petrolera sobre la salud”). Y, aunque toda la maquinaria legal y de poder de la compañía -dentro y fuera de Ecuador- está a toda marcha para evadir el fallo, la sentencia por sí misma ya es un triunfo del pueblo ecuatoriano y las comunidades indígenas afectadas. Del monto total del fallo condenatorio de 8.6 mil millones de dólares, el juez asignó 5.3 mil millones a al tratamiento de suelos; 1.4 mil millones a un sistema de salud para las comunidades; 800 millones para tratamiento de enfermos, entre otros. Sin embargo, las comunidades afectadas -aunque consideran que es una sentencia histórica- no están de acuerdo con ella (esperan un monto tres veces superior) y piensan apelar ante la Corte Suprema ecuatoriana. Han explicado que el daño ambiental causado por Texaco es superior al de Brithis Petroleum en el Golfo de México y que el monto del fallo condenatorio no fue fijado por los demandantes, sino por el propio juez, ya que el juicio fue planteado por una cuantía indeterminada. Además, aseguran que para emitir su fallo, el juez Zambrano no tomó en cuenta los informes del perito Richard Cabrera, cuestionados por Chevron y anticipó que pedirá que lo haga la segunda instancia. Pero aunque el fallo sea apelado para obtener una indemnización acorde con el daño causado por la trasnacional petrolera, el país y el gobierno ecuatorianos están de enhorabuena. El presidente ecuatoriano ha declarado que es el juicio más importante en la historia del país y Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente señaló: “A partir de ahora, las empresas petroleras y mineras tendrán que cuidarse y no seguir afectando la naturaleza y la vida de los seres”. Efectivamente, la sentencia contra Chevron muestra un camino a seguir y puede estimular más demandas de este tipo en todo el Continente, donde las petroleras durante décadas han hecho “de las suyas” con total impunidad. Así actuó Chevron durante el juicio Los procedimientos de Chevron para librarse de los cargos que se le imputan han dado lugar a capítulos enteros de todo tipo de chantajes, mentiras, manipulaciones y amenazas (como debe ser para una compañía petrolera de este calibre). Para la muestra un botón. En el 2009 Chevron tuvo que admitir, en una acción sorprendente, que sus abogados se reunieron con un ecuatoriano que grabó unos videos que supuestamente muestra in fraganti a los abogados de la empresa discutiendo un soborno, material que la empresa trató de usar para enturbiar el juicio. Chevron creó y publicitó tales videos (los subió a YouTube), para menoscabar y empañar el proceso judicial en Ecuador. Incluso, intentó a través de una gran campaña de medios de comunicación, vincular al juez con el escándalo. Finalmente, el abogado principal de Chevron para la causa en Ecuador, Tim Cullen, tuvo que admitir públicamente que los abogados de Chevron se reunieron con el contratista autor de los videos para discutir sobre sus películas manipuladas. La admisión de Cullen, contradecían las declaraciones anteriores que afirmaban que la compañía no sabía nada de la grabación secreta. Tras el escándalo, el autor de los videos, fue trasladado con su familia a EEUU, donde la compañía paga su manutención y ha conseguido un gran trabajo. Uno de los abogados demandantes, Donziger afirmó: “Es claro que Chevron no está cooperando con la investigación que hace el gobierno del Ecuador, y que está ocultando información y testigos críticos, controlándolos desde los EEUU.” No es de sorprender que una compañía petrolera a la que no le importa, en absoluto, envenenar el medio ambiente y a la gente, actúe de esta manera para librarse de unos cargos judiciales y tener que pagar una indemnización. Sabemos también que la justicia está hecha a la medida de los sectores oligarcas y monopolistas, sin embrago, la sentencia en el caso Chevron demuestra que desde la organización popular y la persistencia se puede conseguir acorralar a estos enemigos de los pueblos. Impacto de la actividad petrolera sobre la salud Aunque Chevron niega que fruto de su actividad en la región amazónica miles de personas han enfermado, diversos estudios a lo largo de 20 años demuestran todo lo contrario. Algunas de las conclusiones del estudio Maldonado–Narváez (2003), sobre 1520 personas y 342 visitas a instalaciones petroleras indica que: – El 60% de los pozos y el 100% de las estaciones donde se realiza actividad petrolera, hay familias que viven a menos de 500 metros de las instalaciones, y que el 42% de ellas viven a menos de 50 metros. – El 82.4% de la población se ha enfermado en alguna ocasión por la contaminación: el 96% de los enfermos reportan problemas de la piel, 75% problemas respiratorios, 64% problemas digestivos, 42% problemas en los ojos. – Los problemas en la salud se deben al deterioro general del ambiente. El 75% de la población estudiada usa el agua contaminada. Un agua fétida, salada, de color y/o con petróleo en superficie. Esta agua contaminada se bebe, se usa para cocinar y bañarse, no por el desconocimiento de peligros, sino porque la población ha quedado sin ninguna otra opción para el consumo. De igual manera el aire está contaminado por la presencia de mecheros que arden durante las 24 horas. Estos gases producen enfermedades y alteran la calidad de vida de la población. – La principal causa de muerte es el cáncer en un 32% del total de muertes, 3 veces más que la media nacional de muertes por cáncer (12%) de Ecuador y 4 a 5 veces superior a Orellana (7.9%) y Sucumbíos (5.6%). La tasa de mortalidad por cáncer de la población estudiada asciende a 13.6/10.000 habitantes, el doble que en la sierra, el triple que en la costa y 6 veces superior al de las provincias amazónicas. Particularmente la incidencia de cáncer de estómago, leucemia, hígado, intestino, útero y huesos está aumentada. Posiblemente estos datos sean en realidad más altos debido a la falta de diagnósticos adecuados (19%). – El mayor tiempo de estancia junto a las instalaciones petroleras aumenta el número de cáncer en la población. Se duplica a los 20 años y se triplica en adelante. La distancia influye en la aparición de cáncer, pues el 57% de éstos aparecen en familias que viven a menos de 50 metros de los pozos o estaciones, y sólo un 5.7% de las familias con algún enfermo de cáncer tomaba el agua a más de 250 metros de donde se encuentra la fuente de contaminación. – El principal elemento de contaminación es el petróleo. De una producción de 400.000 barriles por día (bpd) cada año se derraman más de 32.000 barriles a los ríos, solo en el 2001 se dieron 75 derrames, esto supone el equivalente en varios años a varias veces la carga del hundimiento del Exxon Valdez. – La contaminación es permanente, creciente y acumulativa. Las instalaciones petroleras están en territorios que fueron indígenas. Son 8 las nacionalidades indígenas de la Región Amazónica ecuatoriana que están afectadas así como 6 áreas protegidas que no están exentas de estas actividades. Por otra parte, el estudio “Yana Curi” encontró una tasa de abortos espontáneos 2.5 veces más alta en comunidades de la Amazonía ecuatoriana que están expuestas a contaminación petrolera que en comunidades similares que no están expuestas. En 2004, un estudio fue publicado en el International Journal of Occupational and Environmental Health reportando tasas de leucemia en niños de 0 a 4 años de edad que viven en zonas de explotación petrolera, tres veces más altas que en otras partes del país. Otra investigación determinó que el cáncer en residentes que viven cerca de pozos petroleros 150% más alta que en residentes en zonas sin actividades petroleras. (Información obtenida del portal Web http://www.texacotoxico.org/, de consulta recomendable para conocer más sobre el caso de Chevron Ecuador) Ecuador: defensa soberana y contrastes preocupantes El presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció ayer que propondrá a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) -de la que el propio mandatario ejerce la presidencia pro tempore- la creación de un frente común para paliar el creciente poder de las trasnacionales, “que nos creen todavía su patio trasero, (su) colonia; que creen que pueden pisotear nuestra dignidad y soberanía”. El correlato de tales señalamientos es un fallo emitido por la Corte Penal de Arbitraje de la Haya, en Holanda, que obliga al gobierno de Quito a pagar 700 millones de dólares a la petrolera estadunidense Chevron -la cual enfrenta una demanda millonada por daños ambientales en territorio ecuatoriano- luego de determinar supuestas violaciones al tratado bilateral de inversiones entre Estados Unidos y Ecuador. Este escenario de confrontación entre los intereses de una nación y los de una trasnacional tiene su origen en el desconocimiento, cada vez más recurrente, de los principios básicos de la soberanía de los estados por parte de las grandes corporaciones, y permite ponderar el enorme peso y la capacidad de presión y de chantaje que estas han alcanzado en años recientes como consecuencia de su vasto poder económico, en un contexto mundial en que el volumen de ventas de las empresas más grandes del mundo supera-el tamaño de las economías de muchos estados. Por no ir más lejos, debe mencionarse que las ganancias totales de Chevron durante 2009 -unos 10 mil 500 millones de dólares- resultan muy superiores al producto interno bruto de Haití -ubicado en 7 mil millones de dólares, según cifras de 2008-, el país más pobre del hemisferio occidental y actualmente devastado por el terremoto del pasado 12 de enero. (La Jornada, México, 4 de Abril 2010) “En el que podría ser el fallo de mayor cuantía en una demanda medioambiental, un juez ecuatoriano ordenó el lunes a la petrolera estadounidense Chevron Corp. pagar US$9.500 millones para limpiar la contaminación en la selva tropical del país. No es lo único. Si la compañía no se disculpa públicamente dentro de un plazo de 15 semanas, el juez determinó que tiene que pagar el doble. El veredicto pone punto final a un capítulo de un drama legal que se ha desarrollado en los tribunales de Ecuador y Estados Unidos durante casi dos décadas, lapso en el que las partes se han acusado mutuamente de cometer irregularidades. (…) La compañía aseguró el lunes que apelará la decisión y resaltó que no pagará la multa ni ofrecerá disculpas como solicitó el juez. "Creemos que es ilegítimo e inejecutable", dijo el portavoz de Chevron, Kent Roberston, respecto al fallo. "Es el producto de un fraude y es contrario a la legítima evidencia científica". (The Wall Street Journal, 14 de Febrero del 2011) Dramas recientes En búsqueda del máximo beneficio, las petroleras han demostrado no tener ningún tipo de escrúpulo. Todos recordamos el desastre del Exxon Valdez, cuando el derrame del petrolero en 1989, vertió 37 mil toneladas de petrolero, en Prince William Sound, Alaska. Los daños a la fauna que se produjeron en esta zona aún se siguen estudiando. Recientemente, en mayo del pasado año, el desastre del golfo de México costó la vida a 11 trabajadores de la plataforma petrolera Deepwater Horizon y afectó gravemente las costas de EEUU. Pero mientras la British Petroleum (BP), causante del desastre, además del gran cubrimiento mediático, se le obligó a depositar inmediatamente una fianza de 20.000 millones de dólares para hacer frente a una parte de las responsabilidades que deberá afrontar, en otros países más humildes no ocurre lo mismo. Texaco (ahora Chevron) abandonó Ecuador “de rositas” dejando un desastre ambiental superior al de las costas norteamericanas por parte de BP. Tienen que pasar décadas para que los medios de comunicación y los tribunales hagan caso a sus demandas. Ya sabemos que la información y la justicia están en manos de la oligarquía (que incluye al sector energético). En Nigeria desde 1958 la compañía petrolera Shell empezó la explotación del subsuelo del delta del río Níger, y desde esa fecha la contaminación de suelo, vegetación y agua no ha cesado. Se calcula que en los últimos 50 años se derramaron en Nigeria unas 30 o 40 veces el petróleo vertido en el golfo de México. Muchas comunidades de la zona protestaron e iniciaron juicios contra la petrolera pera detener el desastre ambiental y hacer pagar a la compañía por el daño causado. Sin embrago, en 1995, bajo el Gobierno del dictador Sani Abacha, fueron ejecutados nueve miembros del Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni. Posteriormente, una masiva protesta pacífica del pueblo Ogoni contra la Shell fue reprimida por el ejército nigeriano con el resultado de más de mil personas muertas. En los tribunales de Nigeria se han presentado más de 500 casos de contaminación contra Shell Nigeria, pero pocos de ellos se han abierto camino en el laberinto judicial. En julio del 2010, Shell, fue condenada en Nigeria a “dejar como estaba” una zona que contaminó. El derrame empezó en 1970. La demanda se planteó en el 2001, cuando Nigeria salió de la dictadura militar. Tras 10 años de espera, el juez Ibrahim Buba ha condenado a Shell a pagar 105 millones de dólares, a una sola comunidad, por una superficie dañada de 255 hectáreas (2.5 km2). La condena a Chevron es muy importante, no sólo para Ecuador y sus comunidades indígenas, pues abre a puerta a otros juicios y nuevas resoluciones favorables contra las multinacionales en otros lugares del mundo.