Todos los datos muestran que estamos ya en una recesión profunda que podría convertirse en una Gran Depresión Mundial, resultado de la confluencia de dos crisis, una financiera y otra económica, que han coincidido en el tiempo, creando la tormenta económica perfecta. La primera se debe al comportamiento de carácter especulativo del capital financiero (que quiere decir la banca y las cajas) y cuyo síntoma más visible es la falta de crédito, sin el cual la economía no funciona. Y esta falta de crédito se debe, según dice el propio capital financiero, a la escasez de dinero. Paradójicamente, los bancos y las cajas no tienen dinero.
Resulta que en la éoca expansiva (y especulativa) de la economía dieron prestado tanto dinero que ahora tienen dificultades en recuperarlo. También tienen problemas en conseguirlo de otros bancos. De ahí que estén ahora pidiendo dinero del estado para que puedan prestarlo. Es lo que llaman «problemas de liquidez», es decir, que necesitan más dinero para que puedan entonces prestarlo y así abrir el grifo del crédito. Y están recibiendo millones y millones de euros y libras esterlinas en Europa y de dólares en EE.UU. Nunca antes se había absorbido tanto dinero público por el capital financiero.Lo que los banqueros nos están pidiendo es que se socialicen las pérdidas para que la banca continúe sus ganancias. Los costes no sólo sociales y económicos de estas políticas privatizadoras del crédito, así como la privatización de los bancos públicos, han sido elevados. Durante el periodo 1945-1970, la época de mayor crecimiento económico del mundo, el Estado era en la mayoría de países la entidad responsable de garantizar el crédito, en gran parte, a través de la Banca pública. Fue en la época neoliberal durante la mal llamada liberalización del capital financiero (en que se privatizó el crédito y se dio plena autonomía a los bancos públicos centrales), que el crecimiento económico descendió siendo menor que en el periodo 1945-1970. La escasez de crédito determina un descenso de la actividad económica, Pero esta ralentización económica antecede la crisis financiera. La mayoría de personas de nuestras sociedades consiguen el dinero para poder comprar lo que necesitan y desean a través del salario. El gran secreto de los últimos treinta años es que el salario horario de los trabajadores de la manufactura (los mejor pagados y que se convierten en el punto de referencia para el nivel salarial de un país) ha ido descendiendo en la mayoría de los países ricos (la OECD). No se ha notado en las familias porque el número de horas trabajadas ha aumentado. Y el número de miembros que trabaja en las familias también ha aumentado (la entrada masiva de la mujer en el mercado de trabajo es el fenómeno social más importante de este periodo). Así y todo llegó un momento que ni con estos cambios podían las familias mantener su standard de vida. Para mantenerlo, debieron endeudarse.Y los que se beneficiaron de este endeudamiento eran principalmente los bancos y las cajas. Ahora bien, incluso así, llegó un momento en que ya no pudieron endeudarse más, en parte porque la oferta de crédito disminuyó (por las causas citadas anteriormente) y, más importante, porque no podían pagar las deudas. La mayoría tenía dificultades para llegar a fin de mes. Esta es la causa del problema que se llama falta de demanda. La gente no compra porque no tiene dinero. Y la economía se para.Las soluciones son varias y se repiten cada vez que la economía entra en recesión. En EE.UU., el primero en desarrollar medidas de estímulo de la economía fue el Presidente Roosevelt, y el último el Presidente Obama. El Estado es el primer responsable de estimular la economía para que ésta crezca y cree empleo. Ahora bien, esto puede hacerse de dos maneras. Una, preferida por economistas conservadores y liberales, es bajando los impuestos y dando dinero directamente a la gente. (Los 400 dólares y euros que Bush y Zapatero dieron a la ciudadanía). Ahora bien, tales medidas de estímulo tienen un impacto estimulante muy reducido, pues la mayoría de la población, que está enormemente endeudada, suele utilizar este dinero más para pagar sus deudas que para consumir e incrementar la demanda.Dos terceras partes de la población estadounidense utilizaron el dinero obtenido en las transferencias de 400 dólares del gobierno Bush para pagar sus deudas. El otro problema de estas transferencias es que el incremento de la demanda puede estimular la economía del país productor de los productos consumidos que puede no ser el que recibe las transferencias. Durante la Gran Depresión, el 92% del consumo estimulado por las transferencias públicas al ciudadano estadounidense se hizo en productos fabricados en EE.UU. Hoy tal porcentaje es sólo del 52%.La otra medida para estimular la economía a fin de que se cree empleo es que el Estado desarrolle políticas públicas para crear empleo directamente. El Presidente Roosevelt expandió enormemente el gasto público y gran parte de esta expansión fue para desarrollar la infraestructura física, humana y social del país que todavía existe en EE.UU. y que se conoce como el New Deal.Obama, en su propuesta de presupuesto federal (debatido ahora en el Congreso) invierte grandes cantidades para corregir el enorme déficit de infraestructuras existente en aquel país, además de invertir en las energías renovables y otras inversiones en investigación y desarrollo.Tal estímulo debieran pagarlo aquellos que se beneficiaron intensamente de las políticas liberales que les produjeron unos beneficios exuberantes. Obama lo está haciéndolo en parte, incrementando el impuesto de los ricos, el 3% de la población con renta superior (por encima de 250.000 dólares al año).Deberían aumentarse también los impuestos de las clases pudientes, corrigiendo las enormes desigualdades que existen en nuestro país. España es uno de los países, junto con EE.UU. y Gran Bretaña, que tiene mayores desigualdades de renta en los países desarrollados. Obama está intentando reducir aquellas desigualdades, gravando más a los grupos más pudientes. No ha habido tal intento por parte del gobierno Zapatero.Para saber el tamaño del estímulo económico, no pueden sumarse todos los gastos (gastos para ayudar a la banca, gastos para reducir los impuestos, gastos para crear puentes y gastos para la santidad y la educación) en el mismo capítulo y presentarlos como el esfuerzo que hace un país para estimular la economía. Esto es lo que hacen los medios y esto es lo que dicen los gobiernos y la Unión Europea, mezclando naranjas con plátanos y contándolo todo como si fueran nueces. Así, cuando el Sr. Barroso, Presidente de la Comisión Europea, dijo que la Unión Europea está haciendo un esfuerzo estimulante sin precedentes semejante al de EE.UU., con un aumento del gasto equivalente al 3,3% del PIB europeo, él estaba haciendo esto. De ahí que el Sr. P.N. Rasmussen, Presidente del Partido Socialista Europeo, le criticara, con razón, diciendo que estaba manipulando los datos. «Sr. Barroso -le dijo Rasmussen- no es cierto que la Unión Europea haya programado un plan de relanzamiento económico del 3,3% del PIB. Estímulo quiere decir nuevos fondos para estimular la economía y crear empleo. En realidad, sólo un 1,1% del PIB va a este fin».La Organización Internacional del Trabajo acaba de publicar un excelente informe The Finance and Economic Crisis: A Decent Work Response (que como siempre ha pasado desapercibido en la mayoría de medios) que desagrega los distintos elementos del gasto público destinado por los gobiernos a estimular la economía, analizando su impacto estimulante. China es el país que está invirtiendo más en estimular su economía (13,5% del PIB); en EE.UU. es un 5,5% y en España un 0,8% del PIB, uno de los más bajos de la UE, e Italia (donde acabamos de ver enormes protestas populares) es incluso más bajo (0,3%). Este tipo de gasto (que el informe define como estímulo fiscal) es distinto al gasto que los gobiernos hacen en ayuda a la banca. Y aquí vemos que España, que es uno de los países que gasta menos en estímulo fiscal y es de los que se gasta más en ayuda a la banca y cajas (14% del PIB). En realidad, España se gasta en términos porcentuales en ayuda a la banca más que EE.UU. (5,1% del PIB). Alemania, Francia y Gran Bretaña se gastan más que España: el 19,8%, 19% y 28,6% respectivamente. Ello corresponde al enorme poder que el capital financiero tiene en estos países. La Administración Obama se gasta más en estímulo fiscal (5,8% del PIB) que en ayuda a los bancos (5,1%).