«Si la situación en la que se encuentra España es crítica por la inestabilidad de los mercados financieros internacionales y las crecientes presiones sobre la deuda nacional, la tesitura en la que se ha colocado el partido que sustenta al Gobierno respecto a la sustitución de Zapatero como candidato no es menos grave. Y no solo por la inestabilidad que esta última supondría para la primera.»
Abrir unas elecciones rimarias en las que presumiblemente dos candidatos, miembros ambos del actual Ejecutivo, se enfrentasen por las agrupaciones socialistas de toda España supondría un riesgo incontrolado y un obstáculo añadido a la responsabilidad primera del Gobierno, y la razón única que justifica que no se adelanten las elecciones. Esto es, continuar con ahínco los planes para devolver la estabilidad financiera a este país y proseguir con las reformas. Si los socialistas creen que la ciudadanía entendería otro proceder, entonces es que su desconexión con la sociedad española alcanza un grado tal que amenaza con arrebatarles el papel central que siempre han desempeñado en la política española. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- España, sin embargo, se halla en estado de excepción desde hace un año. En estado de emergencia, por decirlo de una manera más suave. La severa derrota del PSOE genera una cadena trófica en la que cada debilidad se alimentará de la siguiente. Una cadena en la que todos los eslabones serán débiles. Las turbulencias financieras pueden provocar una situación imposible de gobernar. Y la posición de los grandes empresarios, a los que Zapatero ha congregado en una cámara corporativa sin antecedentes en España, puede ser determinante. El banquero Emilio Botín le animó hace dos meses a agotar la legislatura. ¿Mantendrá la misma posición en las próximas semanas? EL MUNDO.- ZAPATERO defendió ayer ante la dirección de su partido la misma posición que mantuvo en la noche electoral: hay que agotar la legislatura y abrir cuanto antes un proceso de primarias para elegir candidato, pasando la página del batacazo en las urnas. Esta posición fue expresada con meridiana claridad por José Blanco, que fingió ignorar la gravedad de los resultados y aseguró que el presidente seguirá al frente del Gobierno hasta marzo. Según sus palabras, «la enorme responsabilidad» de continuar las reformas «está por encima de cualquier reacción emocional». Blanco se equivoca porque quienes piden un adelanto electoral no están siendo víctimas de una «reacción emocional», como él dice, sino que están haciendo un análisis objetivo de la situación en la que ha quedado Zapatero tras la debacle del domingo. ABC.- El problema ha dejado de ser Zapatero, aunque sea Zapatero el que encarna el problema. El PSOE es el problema. Los socialistas han perdido el rumbo ante la opinión pública y sólo desean ganar tiempo para remendar sus rotos internos, aun a costa de dañar más a España. Porque esto —más daño, más desconfianza— es lo que supone mantener al frente del país a un Gobierno sin autoridad política alguna, obligado a gestionar, entre otros retos, un recorte del déficit público, del que participa ahora una mayoría aplastante de comunidades gobernadas por el PP. Las reformas pendientes son un sarcasmo cuando se utilizan como excusa para no convocar anticipadamente elecciones generales. Precisamente, lo que han dichos los ciudadanos es que no quieren que el PSOE gestione la crisis, ni confían en el Gobierno para hacer reformas. Editorial. El País Doble emergencia El Comité Federal del Partido Socialista fijará en su reunión del próximo sábado el calendario de las primarias de las que saldrá el sucesor de Rodríguez Zapatero como candidato a las elecciones generales oficialmente previstas para marzo. Según matizó el vicesecretario general, José Blanco, la convocatoria de los comicios internos no significa necesariamente que vayan a tener lugar. Esta observación solo puede interpretarse en un sentido: existen voces dentro del partido que desaconsejan una operación cuyos beneficios podrían ser muy escasos en comparación con el coste de ofrecer una imagen de división, tras la derrota municipal y autonómica del domingo. Son voces sensatas. Zapatero sigue siendo el secretario general del Partido Socialista y presidente del Gobierno. Es de sobra conocido que personalizar los éxitos conlleva el riesgo de tener que hacer otro tanto con los fracasos, y ese es el riesgo que precisamente se materializó el domingo, cuando una parte sustancial del electorado socialista decidió no movilizarse para cerrar el paso al Partido Popular. Desencantado con la gestión del Gobierno central, el electorado hizo recaer el castigo sobre los candidatos municipales y autonómicos, independientemente de los méritos o deméritos de su gestión en las plazas respectivas. La derrota socialista ha sido de una magnitud que pocos confesaban esperar pero que todos temían. Más allá del debate sobre si la asunción de responsabilidades queda zanjada con la renuncia de Zapatero a ser cabeza de cartel, los socialistas necesitan con urgencia interiorizar que se encuentran ante una doble emergencia y que ni sus votantes, ni la sociedad en general, están dispuestos a abrir un nuevo compás de espera hasta que ellos resuelvan sus problemas internos. Si la situación en la que se encuentra España es crítica por la inestabilidad de los mercados financieros internacionales y las crecientes presiones sobre la deuda nacional, la tesitura en la que se ha colocado el partido que sustenta al Gobierno respecto a la sustitución de Zapatero como candidato no es menos grave. Y no solo por la inestabilidad que esta última supondría para la primera. Abrir unas elecciones primarias en las que presumiblemente dos candidatos, miembros ambos del actual Ejecutivo, se enfrentasen por las agrupaciones socialistas de toda España supondría un riesgo incontrolado y un obstáculo añadido a la responsabilidad primera del Gobierno, y la razón única que justifica que no se adelanten las elecciones. Esto es, continuar con ahínco los planes para devolver la estabilidad financiera a este país y proseguir con las reformas sin peligrosas cesuras temporales, así como asegurar la estabilidad parlamentaria para todo ello. En definitiva, mantener el rumbo en un momento de grave peligro de zozobra. Si los socialistas creen que la ciudadanía entendería otro proceder, entonces es que su desconexión con la sociedad española alcanza un grado tal que amenaza con arrebatarles el papel central que siempre han desempeñado en la política española. Cerrar bien, con rapidez y sin heridas la elección del candidato resulta imprescindible, además, para que este disponga de tiempo suficiente para construir un discurso y un programa que sirva de cortafuegos ante el incendio del domingo pasado y para aspirar a movilizar a sus votantes (y exvotantes) el año que viene. José Blanco aseguró ayer que el Partido Socialista iniciará el proceso para llegar a las elecciones con un nuevo liderazgo y un nuevo programa. Es un reto mayor, no solo para el PSOE, sino para todo el sistema democrático. Lo que está en juego es la existencia misma de una alternativa y de un contrapoder a lo que se va perfilando poco a poco como una situación de hegemonía del Partido Popular. **************************************** Editorial En la cuerda floja La solvencia de la economía española está de nuevo en cuestión. El diferencial de la deuda respecto al bono alemán subió ayer hasta los 263 puntos básicos -cerró en 249,9- mientras el Ibex 35 sufría pérdidas significativas (cayó el 1,41%). Las causas de la grave amenaza sobre la deuda española se acumulan. Algunas son de carácter difuso, como la percepción de que Grecia tendrá que reestructurar su deuda; otras responden a la inquietud por la situación de Italia, cuya deuda situó ayer Standard & Poor’s en perspectiva negativa. Pero hay dos motivos directos por los que empieza a sufrir el castigo de los inversores. La primera es la suposición de que el Presupuesto español tiene una desviación en el objetivo de déficit previsto para este año, hipótesis que el Gobierno debería desmentir o explicar con rapidez; la segunda es la posibilidad de que el elevado nivel de deuda autonómica se convierta en un dogal para el sistema financiero. En favor de la desconfianza está el hecho de que en las elecciones del domingo los candidatos evitaran irresponsablemente tratar del crecimiento desmedido del endeudamiento de autonomías y municipios. Es muy improbable que el PP, el ganador, disponga de un plan económico para contrarrestar el deterioro financiero de las autonomías y Ayuntamientos donde gobierna; y tampoco que el Gobierno central tenga la capacidad para imponer un ajuste en las finanzas autonómicas. El Gobierno dispone de pocas opciones frente a la presión de los acreedores. O desmiente los temores de los mercados y demuestra que el objetivo de déficit público se cumplirá o expone un plan adicional de estabilidad fiscal que corrija las desviaciones (si existen) con nuevas restricciones del gasto, subidas de impuestos y una concreción rápida de las reformas pendientes (cajas, laboral). Si no ataja esta convulsión financiera, puede llegar una situación tan insostenible que sea necesario anticipar las elecciones. Y no porque las reclame el PP. EL PAÍS. 24-5-2011 Opinión. La Vanguardia En manos del Directorio Enric Juliana El PSOE comienza a aterrizar en la más dura de las realidades que ha conocido desde la dimisión de Joaquín Almunia la noche del 12 de marzo del año 2000. Y el Partido Popular descubre, después de recontar una a una todas las banderitas azules, que esta vez Mariano Rajoy no le debe la victoria a la derecha-derecha madrileña. Les jeux sont faits. La conjunción de adversidades es infernal para el Gobierno, pero José Luis Rodríguez Zapatero aún sueña con agotar la legislatura y marchar tranquilo a León. No es seguro que lo consiga. España entra en el más extraño de los paréntesis en un momento nuevamente crítico para la moneda europea. Grecia, Portugal, España… y ayer la rebaja del rating de Italia. La borrasca vuelve a ser intensa y puede que el último renglón de la agenda electoral española lo acabe escribiendo el Directorio Europeo, esto es, la desigual relación de fuerzas y angustias entre Madrid, París y Berlín. Zapatero lo sabe. El presidente tenía que evitar el pánico el domingo por la noche. Fijó la posición tras reconocer su derrota con gallardía y aceptando preguntas de los periodistas. No habrá elecciones anticipadas y se mantiene en pie la convocatoria de primarias en el PSOE. El grupo dirigente socialista se ha impuesto como primera tarea evitar que en las próximas semanas estalle el maltrecho fuselaje del partido. Las grescas en el PSOE suelen ser duras. En términos de poder político real, estamos asistiendo al mayor retroceso que ha vivido el Partido Socialista Obrero Español desde su salida de la hibernación en 1976. Zapatero, deseoso de preservar lo que pueda de su legado, intentará controlar el ritmo de la crisis interna. Lo lógica –si es que esta existe en política– dice que no sería descabellado elegir primero al nuevo líder, mediante unas primarias exprés, para evaluar después las posibilidades reales de agotar la legislatura. España, sin embargo, se halla en estado de excepción desde hace un año. En estado de emergencia, por decirlo de una manera más suave. La severa derrota del PSOE genera una cadena trófica en la que cada debilidad se alimentará de la siguiente. Una cadena en la que todos los eslabones serán débiles. Las turbulencias financieras pueden provocar una situación imposible de gobernar. Y la posición de los grandes empresarios, a los que Zapatero ha congregado en una cámara corporativa sin antecedentes en España, puede ser determinante. El banquero Emilio Botín le animó hace dos meses a agotar la legislatura. ¿Mantendrá la misma posición en las próximas semanas? En este contexto de extrema gravedad, Alfredo Pérez Rubalcaba es el candidato de la experiencia. El vicepresidente pedirá un inmediato cierre de filas al PSOE, como primer paso para salir en busca de un resultado digno. Carme Chacón necesitaba un resultado menos catastrófico para pedir a las bases del PSOE que disfrutasen con el riesgo de la innovación. La ministra de Defensa se postula como una prolongación femenina y creativa del zapaterismo. Su oferta necesita tiempo y una buena ingeniería mediática. Aunque nunca se ha postulado formalmente como candidata, ahora tiene difícil la marcha atrás. En Madrid, cuando uno/a inspira y dice “¡voy!”, va. Su rostro, ayer, era de preocupación. Mariano Rajoy ya ha pedido la convocatoria de elecciones anticipadas. El grupo dirigente del PP exhala satisfacción. Una lectura reposada de los resultados ofrece un dato muy interesante: esta vez Rajoy no le debe la victoria a la derecha de Madrid. Las novedades más interesantes vienen de las organizaciones del PP mejor conectadas con el cuartel general de la calle Génova (Andalucía, Catalunya, Castilla-La Mancha, Baleares, Aragón, Galicia, Murcia, Castilla y León, Cantabria…). La victoria de María Dolores de Cospedal es un triunfo de Rajoy. En Madrid y Valencia, el PP ha tocado techo –un techo muy alto– y comienza un cierto descenso. Pese a su gran resultado, Esperanza Aguirre ha perdido dos puntos porcentuales, dando entrada a ocho diputados de UPyD en la Asamblea regional. En el Ayuntamiento de Madrid, Alberto Ruiz- Gallardón pierde seis puntos, tres concejales y también da entrada a UPyD (cinco concejales). En la Comunidad Valencia, la otra gran referencia, Francisco Camps ha noqueado al PSOE perdiendo tres puntos porcentuales. El único traspié se ha producido en Asturias, donde Francisco Álvarez- Cascos ha humillado al PP. Cascos es la excepción que confirma la regla. Si el resultado hubiese sido otro en Castilla-La Mancha, Rajoy tendría hoy un problema. LA VANGUARDIA. 24-5-2011 Editorial. El Mundo Un cadáver que se niega a ser enterrado ZAPATERO defendió ayer ante la dirección de su partido la misma posición que mantuvo en la noche electoral: hay que agotar la legislatura y abrir cuanto antes un proceso de primarias para elegir candidato, pasando la página del batacazo en las urnas. Esta posición fue expresada con meridiana claridad por José Blanco, que fingió ignorar la gravedad de los resultados y aseguró que el presidente seguirá al frente del Gobierno hasta marzo. Según sus palabras, «la enorme responsabilidad» de continuar las reformas «está por encima de cualquier reacción emocional». Blanco se equivoca porque quienes piden un adelanto electoral no están siendo víctimas de una «reacción emocional», como él dice, sino que están haciendo un análisis objetivo de la situación en la que ha quedado Zapatero tras la debacle del domingo. La fuerte derrota sufrida por el PSOE es un voto de castigo al presidente que le inhabilita para seguir en unos momentos en los que España atraviesa la crisis económica más profunda de su historia reciente. Los mercados dictaron también su veredicto al elevar la prima de riesgo con el bono alemán a 254 puntos, el nivel más alto desde enero, en un contexto de serias dudas sobre la capacidad de la economía española para hacer frente al fuerte endeudamiento público y privado. Ayer mismo, las grandes empresas pidieron al presidente que reforme la negociación colectiva o que disuelva las Cámaras. En el mismo sentido, Rajoy subrayó que este país «no está en condiciones» de aguantar 10 meses sin elecciones. Tras la desastrosa gestión de la crisis, Zapatero no es el gobernante que puede inspirar confianza a los mercados ni goza de la autoridad política suficiente para tomar las medidas de ajuste que se requieren. Todo ello se complica todavía más con la inminente convocatoria de elecciones primarias para elegir candidato para las generales. Zapatero quiere que las primarias se celebren cuanto antes, a poder ser a comienzos de julio, lo que favorecería al aspirante que parece tener el apoyo del aparato del partido: Rubalcaba. De hecho, la lucha por la sucesión comenzó ya ayer con la advertencia de Trinidad Jiménez -muy próxima tanto a Zapatero como a Rubalcaba- a Carme Chacón: «El Gobierno es algo coral. Todos estamos en la misma situación». Y eso que la ministra de Defensa y eventual candidata sólo había pedido una «reflexión» sobre el desastre electoral. Siempre hemos dicho que las primarias son el procedimiento más democrático para elegir a los candidatos de los partidos. Pero ello sólo vale si se respetan los procedimientos y hay igualdad de oportunidades. Lo que el aparato del PSOE plantea es un simulacro para que Rubalcaba pueda ser la alternativa a Rajoy en las elecciones. En esa clave hay que interpretar el reproche de Trinidad Jiménez a Chacón. Pero el principal problema de Zapatero es ahora su fuerte derrota, que le deja en una situación de debilidad para resolver los problemas de su partido y afrontar la crisis económica. Ello se agravaría todavía más en una situación de bicefalia con Rubalcaba como candidato. A todo esto se suma que el presidente tendrá que pactar de ahora en adelante las decisiones sobre recorte de gasto con una gran mayoría de comunidades y ayuntamientos gobernados por el PP, con los que difícilmente puede llegar a acuerdos, aunque sólo sea por los gravísimos problemas de financiación que ya tienen. En estas condiciones, lo lógico y lo coherente es que Zapatero antepusiera los intereses de la nación a los de su partido. Pero no parece que tenga intención alguna de adelantar las elecciones, entre otras razones porque todo indica que no se quiere dar cuenta de que es ya un cadáver político para muchos dentro y fuera de su partido. EL MUNDO. 24-5-2011 Editorial. ABC El PSOE rompe con los ciudadanos EL PSOE ha seguido la pauta marcada por Rodríguez Zapatero en su declaración a los medios tras conocerse la derrota socialista. Uno y otro han procesado los datos electorales como un problema de partido que requiere sólo respuestas partidistas. Para el PSOE, la derrota del 22-M únicamente merece abrir un proceso de primarias para elegir candidato, descartar un congreso extraordinario para designar secretario general y negarse por completo a disolver el Parlamento. Esta actitud enfermizamente partidista del PSOE es también una de las causas de su derrota. Los electores no se han creído que el respaldo a sus siglas fuera necesario para apuntalar unas reformas que no cuajan. Dicho de otro modo, los votantes quieren al PSOE fuera del Gobierno. El problema, por tanto, ha dejado de ser Zapatero, aunque sea Zapatero el que encarna el problema. El PSOE es el problema. Los socialistas han perdido el rumbo ante la opinión pública y sólo desean ganar tiempo para remendar sus rotos internos, aun a costa de dañar más a España. Porque esto —más daño, más desconfianza— es lo que supone mantener al frente del país a un Gobierno sin autoridad política alguna, obligado a gestionar, entre otros retos, un recorte del déficit público, del que participa ahora una mayoría aplastante de comunidades gobernadas por el PP. Las reformas pendientes son un sarcasmo cuando se utilizan como excusa para no convocar anticipadamente elecciones generales. Precisamente, lo que han dichos los ciudadanos es que no quieren que el PSOE gestione la crisis, ni confían en el Gobierno para hacer reformas. Por eso, la reacción del PSOE de responder a su desahucio con medidas de consumo interno sólo ratifica la ruptura de este partido con la sociedad española. El camino a derrotas aún más severas se ensancha. Esta expectativa es la que hizo que ayer, de nuevo, Guillermo Fernández Vara y José María Barreda, arrastrados —más el segundo que el primero— por la caída de Zapatero, plantearan, respectivamente, la posibilidad de un adelanto electoral y la necesidad de una profunda revisión en el PSOE. Plantearon, en definitiva, qué es lo que representa en este momento Rodríguez Zapatero para el socialismo español y qué pretende el PSOE al aislarse aún más con discursos endogámicos. Ambos saben bien que el problema ya no es el presidente del Ejecutivo y que, agotados los recursos políticos de una nueva crisis de gobierno y de la renuncia del presidente, al PSOE sólo le queda pasar por las urnas y vivir a fondo la crisis legada por Zapatero. ABC. 24-5-2011