«El clima del debate entre los aliados sobre el papel que debe jugar la OTAN en Libia se tensó tanto ayer que hasta la prevista aprobación por los embajadores de la participación en el embargo naval de armas a Libia ha quedado pospuesta hasta hoy, en medio de profundas diferencias entre quienes reclaman que la Alianza asuma el liderazgo, quienes prefieren verla en un papel subsidiario y quienes han hecho saber que mientras los demás no se aclaren ellos suspenden su participación en la operación Amanecer de la Odisea»
Turquía, sacudida or la intensidad de los bombardeos de la coalición para liberar el espacio aéreo libio, exige que el plan de operaciones sea revisado para evitar al máximo bajas entre los civiles de un país musulmán. Esos recelos turcos unidos a las aparentes objeciones de la Liga Árabe permitieron ayer sacar pecho a Guido Westerwelle, el ministro alemán de Exteriores, y defender su abstención en el Consejo de Seguridad (junto con China, Brasil, India y Rusia). "Nosotros calculamos el riesgo", declaró en Bruselas, donde los Veintisiete debatieron sobre Libia. "Si a los tres días de que empezara la intervención ya vemos a la Liga Árabe criticarla, creo que no anduvimos desencaminados". (EL PAÍS) EL MUNDO.- LAS PRIMERAS fisuras entre los aliados aparecieron ayer pese a que los ataques aéreos de la coalición sobre Libia han conseguido su principal objetivo inmediato: detener el avance de las fuerzas de Gadafi sobre Bengasi. Ello ha evitado una cruenta venganza del líder libio, que había prometido ser implacable con los rebeldes. David Cameron se jactó en el Parlamento de haber conseguido destruir totalmente las defensas antiaéreas del régimen de Trípoli, pero de forma un tanto sorprendente el general estadounidense Carter Ham declaró que el fin de esta operación no es derrocar a Gadafi ni apoyar a los rebeldes, sugiriendo que su país actúa exclusivamente por razones humanitarias. PÚBLICO.- Los países que bombardean Libia al amparo de la ONU se han empeñado en negar que el objetivo de sus ataques sea derrocar a Gadafi y algunos de los mandos militares han afirmado que el éxito de la misión no es incompatible con su permanencia en el poder. El ataque de este lunes a uno de los palacios del dictador vendría a desmentir esta premisa, sobre todo después de que la explicación al bombardeo sea que el coronel organizaba desde allí el movimiento de sus tropas. El argumento es conceptualmente irreprochable: en la medida en que Gadafi pueda dirigir a su Ejército desde el baño estaría justificado cualquier acción contra los retretes presidenciales. Libia. El País Las disputas sobre la participación de la OTAN dividen a los aliados R. Martínez de Rituerto El clima del debate entre los aliados sobre el papel que debe jugar la OTAN en Libia se tensó tanto ayer que hasta la prevista aprobación por los embajadores de la participación en el embargo naval de armas a Libia ha quedado pospuesta hasta hoy, en medio de profundas diferencias entre quienes reclaman que la Alianza asuma el liderazgo, quienes prefieren verla en un papel subsidiario y quienes han hecho saber que mientras los demás no se aclaren ellos suspenden su participación en la operación Amanecer de la Odisea. Ante esta situación, y cuando comenzaba la tercera noche de ataques de los aliados sobre Trípoli, el presidente de EE UU, Barack Obama, ha dicho desde Santiago de Chile -dentro de su gira por América Latina- que espera "transferir" el mando de la operación al resto de países en unos cuantos días. A los aliados les enfrenta el detalle de si la OTAN debe participar y con qué condiciones en la zona de exclusión aérea sobre Libia, mientras existen posiciones encontradas sobre la función que la Alianza debe desempeñar en todo el proyecto. Turquía, sacudida por la intensidad de los bombardeos de la coalición para liberar el espacio aéreo libio, exige que el plan de operaciones sea revisado para evitar al máximo bajas entre los civiles de un país musulmán. Esos recelos turcos unidos a las aparentes objeciones de la Liga Árabe permitieron ayer sacar pecho a Guido Westerwelle, el ministro alemán de Exteriores, y defender su abstención en el Consejo de Seguridad (junto con China, Brasil, India y Rusia). "Nosotros calculamos el riesgo", declaró en Bruselas, donde los Veintisiete debatieron sobre Libia. "Si a los tres días de que empezara la intervención ya vemos a la Liga Árabe criticarla, creo que no anduvimos desencaminados". El secretario general de la Liga, Amr Musa, a quien el domingo se atribuyeron las críticas, se desdijo ayer con el argumento de que todo había sido un malentendido fruto de una mala traducción. Alemania encabeza un frente de tibios en lo militar en el que también figuran Polonia y alguno otro pequeño país. Varsovia se escuda en esa división y en su presidencia de la UE en el segundo semestre de 2011 para anunciar que participará exclusivamente en labores de asistencia humanitaria en Libia. Francia y el Reino Unido (la Cámara de los Comunes aprobó ayer con una mayoría aplastante -557 votos contra 13- una resolución de respaldo a la participación de las Fuerzas Armadas británicas), puntas de lanza de la participación europea en Libia, tienen diferente criterio sobre el futuro papel de la OTAN. El primer ministro británico, David Cameron, quiere que la Alianza asuma cuanto antes el liderazgo de Amanecer de la Odisea, mientras los franceses, aparentemente celosos de su protagonismo, ofrecen sólo un papel subsidiario para la Alianza. "La coordinación la hace Estados Unidos en estrecha colaboración con Francia y el Reino Unidos", declaró Alain Juppé, ministro francés de Exteriores. "La OTAN está dispuesta a apoyar dentro de unos días". La preferencia por el papel de apoyo la justifica Juppé en el hecho de que "hay muchos países que dudan en ponerse bajo la bandera de la OTAN", referencia no velada a los países árabes que sólo Francia esgrime, como hace notar un embajador aliado. "No es la OTAN la que ha tomado la iniciativa. El control político lo ejercen países árabes, americanos y europeos. Otra cosa es que en el futuro haya alguna planificación de la OTAN". Francia admite que la operación militar que se desarrolla en Libia carece de un mando integrado y que, por ahora consiste en un conjunto de "operaciones coordinadas" llevadas, respectivamente, por los tres países que comandan la operación, esto es, Estados Unidos, Reino Unido y Francia, informa Antonio Jiménez Barca desde París. Francia tiene claro, por otra parte, que la OTAN no debe mandar la operación. Juppé considera que la Alianza Atlántica "deberá intervenir dentro de unos días, pero como apoyo". De la misma opinión fueron los portavoces del Estado Mayor y del Ministerio de la Defensa que ayer hablaron a la prensa: "La OTAN podría dar su apoyo". ¿Dispararía Francia a Muamar el Gadafi si supiera dónde se encuentra? "No, la respuesta es no. La resolución de la ONU ni de lejos ni de cerca prevé esa hipótesis", respondió ayer el portavoz del ministerio de la Defensa, Lauren Teisseire. El portavoz adjunto del Ministerio de Defensa francés, el general de brigada Philippe Pontiès, declaraba ayer que la coordinación de las operaciones es un asunto "extraordinariamente complejo" pero que sí existe ya "a nivel de ministerios de Defensa" de los países que intervienen. "Por el momento las operaciones se desarrollan conforme a la resolución" de la ONU y es "evidente que el mando integrado facilitaría los intercambios; hoy de momento esta coordinación que hay funciona, aunque la integración haría los intercambios más fluidos", añadió el portavoz. "Estamos en una operación querida por las Naciones Unidas, aplicada por una coalición ‘ad hoc’ a la que la OTAN podría eventualmente dar su apoyo", agregó. "Su rol sería en un perímetro de apoyo". Según apuntan medios locales, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se desplazará hoy a la base aérea de Solenzara, en la isla de Córcega, de donde salen parte de los aviones galos que participan en la operación contra Libia. Al parecer el presidente viajará a la isla francesa del Mediterráneo acompañado por el ministro de Defensa, Gérard Longuet. La base de Solenzara forma parte del operativo francés que, según informaciones ofrecidas hoy por las autoridades galas, hasta el lunes ha incluido un total de 55 salidas de aviones francesas, con un total de 400 horas de vuelo, para cumplir con los términos de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU. Italia reclama a la OTAN Italia, por su parte, reclama a la OTAN más que planificación: quiere que coordine ya las operaciones militares si desea que Roma siga ofreciendo su bases, las más próximas a suelo libio. "La OTAN debe tomar la iniciativa", dijo el ministro Franco Frattini. "Si la OTAN no asume rápidamente la coordinación de las operaciones militares tendremos que plantearnos que Italia asuma la responsabilidad de sus propias bases". Frente al criterio italiano de que la Alianza asuma la coordinación, la jefa de la diplomacia española, Trinidad Jiménez, dice que "a España le parece bien que la operación se haga en coordinación con la OTAN, no que la OTAN sea la que coordine". Ante el guirigay, Noruega ha optado por tomar distancia. La participación de sus seis cazas F-16 estacionados en Creta "deberá esperar a nuevas ordenes y haya un sistema de mando, lo que llevará varios días", anunció la ministra de Defensa, Grete Faremo. Irlanda, en cambio, ha hablado de posición neutral, certificando la distancia con respecto a la caída de Gadafi. La presidenta irlandesa, Mary McAleese, dijo ayer que la neutralidad militar de Irlanda impedirá participar directamente en las operaciones militares que se están llevando a cabo en Libia. De visita oficial en España, McAleese calificó de alentador que Naciones Unidas y la UE hayan reaccionado a la crisis libia y comentó que una zona de exclusión aérea se crea para proteger la vida de los habitantes, por lo que insistió en el "total apoyo a la comunidad internacional" en su intento de proteger los derechos del pueblo libio, "tan herido y tan afectado". Estos desencuentros no deberían impedir hoy a la OTAN hacerse cargo de la operación de embargo de armas, esencialmente naval, pero fuentes diplomáticas no se atreven a vaticinar cuándo habrá un acuerdo sobre la exclusión aérea. Washington, Londres, Roma y otras capitales consideran que la coalición internacional es una estructura de emergencia creada para cumplir con la resolución de la ONU que pasados unos días debe ceder la primacía a la OTAN. Nueva reunión de la ONU Por otra parte, el Consejo de Seguridad de la ONU, se reunió de nuevo este lunes por la tarde (hora española). Una sesión convocada por China, que ocupa su presidencia de turno, después de recibir este fin de semana una carta del ministro de Exteriores libio, Musa Kusa, en la que pedía una reunión de urgencia del organismo para detener los bombardeos internacionales contra el régimen de Gadafi. Una petición que ha sido desestimada por los miembros del máximo órgano de seguridad de Naciones Unidas. El organismo sí que ha acordado mantener la reunión ya prevista para este jueves. Una sesión en la que se analizará la situación en Libia una semana después de su autorización a establecer una zona de exclusión aérea y el uso de "todas las medidas necesarias" para proteger a la población civil. Fuentes diplomáticas han anunciado que tanto el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como algunos de los países que intervienen en la operación informarán en ese encuentro de la evolución de la operación en el país. EL PAÍS. 22-3-2011 Editorial. El Mundo División entre los aliados frente a Gadafi LAS PRIMERAS fisuras entre los aliados aparecieron ayer pese a que los ataques aéreos de la coalición sobre Libia han conseguido su principal objetivo inmediato: detener el avance de las fuerzas de Gadafi sobre Bengasi. Ello ha evitado una cruenta venganza del líder libio, que había prometido ser implacable con los rebeldes. David Cameron se jactó en el Parlamento de haber conseguido destruir totalmente las defensas antiaéreas del régimen de Trípoli, pero de forma un tanto sorprendente el general estadounidense Carter Ham declaró que el fin de esta operación no es derrocar a Gadafi ni apoyar a los rebeldes, sugiriendo que su país actúa exclusivamente por razones humanitarias. Casi al mismo tiempo, Robert Gates, secretario de Estado de Defensa, aseguraba que EEUU dejará de coordinar la intervención en Libia «en los próximos días», mientras que Italia anunciaba que reconsiderará la aportación de sus bases si la OTAN no asume la dirección de las operaciones militares. Alemania y Turquía se oponen expresamente a ello, lo que pone en evidencia las diferencias que están surgiendo en el seno de la coalición. Todo parecía estar mucho más claro la semana pasada cuando Sarkozy, Cameron y Zapatero afirmaban abiertamente que el objetivo de esta operación era poner fin al régimen de Gadafi y facilitar una transición democrática en Libia. Ahora la situación es bastante más confusa, entre otras razones, porque Obama se ha desmarcado de sus aliados europeos y dice que el objetivo de la ofensiva no es «echar del poder» al dictador. Ello plantea crudamente el dilema sobre el objetivo y los medios de esta misión que desgraciadamente siguen sin estar definidos. Si el objetivo inicial era desalojar del poder a Gadafi, ello no parece compatible con el espíritu y la letra de la resolución de la ONU que autoriza a establecer una zona de exclusión aérea con fines humanitarios pero prohíbe expresamente la intervención en tierra, sin la cual será muy difícil derrocar al dictador. Todo indica que hay una contradicción entre la resolución de la ONU, que sólo logró salir adelante tras un complicado consenso, y las expectativas creadas en la opinión pública europea de que la acción aliada provocaría la caída del régimen de Gadafi. Resulta también difícil de explicar por qué ahora Europa quiere desembarazarse de un tirano con el que ha hecho lucrativos negocios (Berlusconi firmó hace dos años un acuerdo de cooperación con Gadafi), mientras miraba para otra parte cuando otros dictadores sanguinarios masacraban a su población. ¿Por qué no actuó contra Mugabe y ahora sí contra Gadafi? A todo ello se suma la ambigüedad de Obama, que no quiere verse implicado en una nueva guerra, la falta de apoyo de Rusia y China a la intervención aliada y el rechazo masivo de los países árabes y africanos a los ataques, que han reforzado las dudas sobre el sentido de la ofensiva. A nuestro juicio y dada la compleja situación, los aliados deben moverse estrictamente dentro del marco de la resolución de la ONU que comporta un uso proporcional de la fuerza para proteger a la población. No faltará quien argumente que no se puede dejar pasar esta ocasión para acabar con un personaje tan siniestro como Gadafi, pero ello es imposible si no se hace mediante un consenso que ahora no existe. Aprovechar el mandato de la ONU para liquidar al dictador libio sólo provocaría un rebrote de los movimientos antioccidentales en África y Oriente Próximo. Por tanto, la coalición debería ser respetuosa con la legalidad internacional y la sensibilidad de los países de la zona, sin olvidar que esta misión está ya más que justificada por razones humanitarias. EL MUNDO. 22-3-2011 Opinión. Público A por Gadafi pero sin que se note Juan Carlos Escudier Los países que bombardean Libia al amparo de la ONU se han empeñado en negar que el objetivo de sus ataques sea derrocar a Gadafi y algunos de los mandos militares han afirmado que el éxito de la misión no es incompatible con su permanencia en el poder. El ataque de este lunes a uno de los palacios del dictador vendría a desmentir esta premisa, sobre todo después de que la explicación al bombardeo sea que el coronel organizaba desde allí el movimiento de sus tropas. El argumento es conceptualmente irreprochable: en la medida en que Gadafi pueda dirigir a su Ejército desde el baño estaría justificado cualquier acción contra los retretes presidenciales. Parece obvio que la operación persigue acabar con al régimen, ya que lo contrario sería incomprensible militar y políticamente. El problema es que la inteligencia de los misiles Tomahawk no llega a tanto y no existe certeza de que Gadafi vaya a tomar las de Villadiego por el ruido de los aviones o de que alguno de los fieles de su entorno deje de serlo y provoque su caída. El Mortadelo del desierto cuenta con apoyo popular más allá de sus mercenarios, por lo que esperar a que sean los rebeldes quienes le den el pasaporte equivaldría a aceptar el riesgo de que Libia afronte una prolongada guerra entre facciones, donde la protección de los civiles que invoca la ONU sería la quimera habitual de todas las guerras. Si Gadafi se encastilla, empujado por la amenaza de la Corte Penal Internacional de procesarle, la situación en Libia podría encaminarse a un callejón incierto, cuya única salida lógica sería dar paso a una intervención terrestre, algo de lo que nadie quiere hablar porque tras la experiencia de Irak ya se ha tenido bastante. Con la aplicación estricta del mandato de la ONU es imposible que se despeje el panorama. La exclusión área y el bloqueo naval atan a Gadafi y le impiden rearmarse, pero, en buena lógica, también debería cortar los suministros a sus opositores. Descartada la invasión, lo previsible es que la resolución 1973 se incumpla cuando convenga, algo con lo que, por otra parte, todo el mundo cuenta. PÚBLICO. 22-3-2011