La doble naturaleza de los sindicatos

Discursos vergonzantes, bases combativas

La manifestación del pasado 12-D ha puesto claramente de manifiesto la «doble alma» que recorre a los dos principales sindicatos del paí­s.

Al día siguiente, algunos medios se reguntaban, ¿contra quién iba dirigida la manifestación? Y no les resultó fácil adivinarlo. Ningún juicio explícito, ni en la convocatoria ni en los discursos, a la política económica del gobierno, ninguna crítica a la oposición, ninguna referencia a la banca,… Todo lo más un llamamiento general e inespecífico contra “los empresarios que se aprovechan de la crisis”.Una convocatoria, en definitiva, vergonzante y a la defensiva. No sólo por el lema (“que no se aprovechen de la crisis”) sino por el escaso empeño puesto en la convocatoria, lo suficiente para que hubiera un buen número de gente, pero tampoco demasiada para que no se convirtiera en una explosión incontrolable. Una concentración de delegados sindicales y representaciones de empresas en lucha… y poco más. Nada de asambleas en fábricas, polígonos, sectores y secciones sindicales. Nada de presencia en las calles para crear un clima de opinión previo que multiplicara la asistencia.Y sin embargo, al mismo tiempo, la manifestación se convirtió en su desarrollo en la expresión visible del malestar, la indignación y la combatividad acumulada por la clase obrera de nuestro país tras dos años de sufrir en sus carnes la crisis sin ninguna respuesta por parte de los sindicatos.Poniendo así de manifiesto en los hechos la aguda contradicción entre la línea impuesta por las cúpulas sindicales y la base de masas obrera de los sindicatos.A pesar de la convocatoria vergonzante, la manifestación fue un éxito de asistencia. A pesar del carácter defensivo de sus lemas, la inmensa mayoría de los asistentes exigió llevar la movilización más allá, hasta el final.Bastaba con estar presente en la manifestación para comprobar cómo frente al paniaguado contenido de la convocatoria, las consignas que colocaban en el centro de sus denuncias a la banca y a la política económica gobierno de Zapatero, exigiendo una alternativa para salir de la crisis en beneficio de la clase obrera y el pueblo trabajador, eran espontánea y entusiastamente seguidas por la mayoría.

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